Se cumplen veinticinco años de la primera -y única- renuncia de Manuel Burga a la presidencia de la FPF en su brevísimo primer mandato. El exmandamás del fútbol peruano, actualmente en libertad bajo fianza en el marco del proceso de investigación sobre sobornos y corrupción en la FIFA, hizo algunas promesas en esos 35 días: ¿qué cumplió y qué no?

 

    Kenny Romero | @kenny_romero
    Director Periodístico

De Manuel Burga Seoane, actualmente procesado en Estados Unidos por la investigación sobre los casos de sobornos y corrupción en la FIFA por contratos televisivos y mercadeo de torneos, se ha dicho mucho y a la vez poco desde finales de 2014, año en que dejó su cargo al frente de la FPF. Básicamente, su protagonismo mediático ha girado en torno de las acusaciones que le formuló el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, su encarcelamiento y extradición y su posterior libertad bajo fianza con comparencia restringida vía el Juzgado de Brooklyn, que lleva su caso.

De su gestión al frente de la FPF, los recuerdos mayoritarios se entrelazan con su rol como vicepresidente durante el mandato de Nicolás Delfino y los tres periodos en los que fue elegido, reelegido y re-reelegido como presidente (2002, 2007 y 2010). Generalmente se apunta a lo banal, como por qué no fue capaz de clasificar a un Mundial a la selección o por qué tal o cuál técnico no fue cesado "a tiempo". Como siempre ha apuntado DeChalaca, es escaso el foco en los temas en los que realmente su gestión tuvo taras que impidieron un mayor desarrollo del fútbol peruano.

No obstante, si hay un aspecto en la trayectoria dirigencial de Burga que suele pasar desapercibido, ese es que en el inicio de 1992, precisamente el 3 de enero de ese año, asumió -por primera vez- oficialmente la presidencia de la FPF. Sin embargo, tal episodio fue breve y apenas tuvo una duración de 35 días como efecto de una intromisión política en el ámbito deportivo. Eso sí, durante ese corto lapso como mandamás, Burga listó algunas promesas y objetivos. Evidentemente, por factor tiempo no podía haberlas cumplido en ese lapso, pero sí conviene revisar cuáles de esas intenciones se tradujeron en realidades durante su posteriormente extenso periodo al frente del fútbol peruano.

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Alberto Levy, Augusto Claux, Miguel Daneri -presidente del IPD-, Manuel Burga, Alfonso Grados y Eduardo Leverone en la foto. (Recorte: diario El Comercio) 

Para contextualizar bien cómo Burga llegó por primera vez al sillón de la FPF, es necesario recordar una serie de hechos. El 27 de diciembre de 1991, Miguel Daneri Pérez, a la sazón presidente del Instituto Peruano del Deporte (IPD), decidió nombrar como presidente de la FPF a Manuel Burga Seoane. Abogado de profesión y exdirigente de Adecore -y vinculado formalmente al fútbol como socio de Universitario-, venía de ser gerente de la Región Metropolitana de Fútbol (RMFP), entidad desde la que promovió la reducción de clubes de Primera División de 44 a 16.

Burga, quien reemplazó en el cargo a Josué Grande, asumió el cargo con Augusto Claux como vicepresidente, Eduardo Leverone como tesorero, Alfonso Grados Carraro como secretario y Alberto Levy como vocal. En la prensa de la época, existía plena convicción de que este directorio iba a desarrollar una buena labor al frente de la FPF. De hecho, la imagen que encabeza este artículo es ilustrativa al respecto: fue una fotografía tomada por diversos medios de comunicación a Burga durante una quema de entradas falsas como parte de una campaña para combatir el "carrusel" en los estadios.

El día en que se instaló la nueva junta directiva, el 3 de enero de 1992, Burga tuvo en su alocución palabras de agradecimiento a la gestión anterior, encabezada por Josué Grande -quien no se había hecho presente a la ceremonia-, en las que hizo hincapié en que su predecesor "había sembrado la semilla" que su directorio debía continuar. Pero como ya señaló con antelación DeChalaca, en ese primer mandato poco o nada se hizo. La intromisión política de parte del Ministerio de Educación -encabezado por Augusto Antonioli-, que formó una comisión investigadora para velar por los clubes descendidos debido a la reducción de cupos en Primera División, generó un caos en el sistema deportivo nacional. Daneri ya había sido reemplazado en el IPD por Enrique Otero, quien vista la actitud del Ministerio presentó su renuncia a los pocos días de haber asumido el cargo. Esto fue respaldado por la solidaria deserción de todos los presidentes de las Federaciones, incluida la de Fútbol, por lo que la primera era Burga llegó a su fin al día 35 de duración.

Lo que dijo -y no predijo-

¿Qué medidas cumplió Manuel Burga? (Recorte: diario El Comercio) 

Ese breve periodo que culminó el 7 de febrero de 1992 alcanzó para que Manuel Burga hiciera algunas declaraciones periodísticas para anunciar reformas en el fútbol peruano. Las más completas están en una entrevista que el periodista Rubén Marruffo le hizo para el diario Expreso, en las cuales se llegó a citar hasta seis cambios estructurales que su directorio pretendía imponer y que, a la luz de estos veinticinco años, conviene evaluar.

1. Ratificar la Resolución que redujo el número de equipos en Primera División. Aunque fue la madre del lío con el Ministerio, finalmente esta Resolución -como está dicho, impulsada por Burga desde la RMFP- se terminó de redondear. En ese mismo 1992, el Descentralizado volvió a jugarse solo con 16 clubes, y el resto de equipos que perdió la categoría el año anterior (25) fue reubicado en un Torneo Zonal integrado con la Segunda División. SÍ CUMPLIÓ.

2. Designar subcomisiones para que trabajen a largo plazo, como en el fútbol de menores y de aficionados. Durante su breve gestión, Burga destacó a Dante Mandriotti -actual presidente de Cantolao- y Javier Melgar como los abanderados y potenciales personas encargadas de la Comisión de Menores, además de la búsqueda de potenciar el fútbol amateur vía la Copa Perú. Posteriormente, sin embargo, el proceso fue en realidad parte de un entuerto en el que fútbol de menores y de aficionados iban prácticamente de la mano. Además, aquellas comisiones -las de menores- eran presididas en general por gente ligada a las Federaciones Departamentales -el caso del cuestionado Yván Vásquez fue el más paradigmático-, por lo que acabaron convirtiéndose en enclaves políticos antes que de desarrollo, aun cuando hayan sentado las bases de programas novedosos como Creciendo con el Fútbol y la Copa Federación. SÍ CUMPLIÓ, PERO ELIGIÓ MAL A LOS INTÉRPRETES.

Horacio Baldessari celebra el título de Aurich-Cañañan en 1993. La Finalísima fue para ellos. (Recorte: revista Estadio) 

3. Restaurar la Finalísima de la Copa Perú. Justamente con el reordenamiento del fútbol de Primera División y la posterior composición de Torneos Zonales, se empezó a dar pie a la reformulación de la Copa Perú, que había quedado sin efecto desde el año 1988. Ello permitió que, para 1993 -posetapa transitoria-, los clubes provenientes de dichos Zonales se insertaran al "fútbol macho" y retornara el formato clásico de dicho torneo, con Etapa Distrital, Provincial, Departamental, la extinta Regional y la Nacional, así como la culminación con una Finalísima (en ese entonces con seis equipos) en el estadio Nacional. Ese fue el deseo de Burga desde el día en que asumió: "volver a ver una final de Copa Perú como en antaño", aun cuando las condiciones habían cambiado y con la mayor difusión de los medios de comunicación el torneo comenzó a desnudar problemas de gestión y logísticos que siempre habían existido pero se hicieron visibles. SÍ CUMPLIÓ, PERO NO NECESARIAMENTE PARA BIEN. 

4. Emprender objetivos de corto y mediano alcance que deriven en clasificar a un Mundial. La gestión directa de Burga en sus tres periodos al frente de la FPF solo se asoció con discretos resultados en procesos eliminatorios. Para Alemania 2006, con Paulo Autuori a la cabeza, cedió a las intromisiones del Estado -esas que habían hecho que se alejara de la FPF en 1992- y le dio el fierro caliente a Freddy Ternero, el DT que "pedía la gente". Para el proceso de Sudáfrica 2010 se la jugó por la apuesta total al proceso de José del Solar, más allá de las moralmente entendibles pero deportivamente inadecuadas decisiones -en el camino- del entrenador. Y para el proceso de Brasil 2014 sí tuvo una mejor visión con la llegada y apuesta por Sergio Markarián, pero el lastre de los años de cuestionamientos y el embalse de expectativas acabaron pasándole factura. A TODAS LUCES, NO CUMPLIÓ.

5. Nombrar una comisión que se encargue de la selección de mayores y del cuerpo técnico. Amante de la creación de comisiones, Manuel Burga siempre delegó funciones a gente -se entiende- de su confianza. Por esa razón, siempre formó alguna Comisión que se encargara de velar por los destinos de la selección de mayores; pero como en menores, su criterio de designación fue degenerando con base en populismos. Primero nombró a Julio Velásquez Giacarini como presidente de la Comisión Mundialista a Alemania 2006, y después a Juvenal Silva como presidente de la Comisión Mundialista a Sudáfrica 2010. Ante la evidente inconsistencia - o inutilidad- de estas comisiones, la función fue reformulada y para el proceso a Brasil 2014 no existieron más; sus funciones fueron absorbidas -para bien- por Antonio García Pye, gerente deportivo de la FPF. SÍ CUMPLIÓ Y FUE PARA BIEN, POR LO QUE CORRECTAMENTE SE RECTIFICÓ.

Juvenal Silva comandó la Comisión Mundialista a Sudáfrica 2010. (Foto: Andina) 

6. Reformar administrativamente a la FPF. En 1992, Manuel Burga consideró que la modernidad debía llegar a la FPF, por lo que "tenía que dotarse de computadoras". Sin duda, eran otros tiempos en los que tal eufemismo era válido. Aunque la propuesta no logró concretarse sino hasta mucho después, su intención era que existiera un archivo total de jugadores de los clubes profesionales, pero que a la vez también se incluyera a aquellos que pertenecieran a las divisiones menores. Ello, con el paso de los años, se logró cristalizar, pero más empujado por los estándares de estos tiempos. Es más: solo en la gestión de Edwin Oviedo se logró implantar el sistema informático de gestión deportiva Comet, el cual está diseñado para centralizar toda la información relacionada con jugadores, directores técnicos, árbitros, asesores, comisarios, dirigentes, estadios y clubes, así como para revisar el desarrollo de todas las competencias que provienen de la FPF. SÍ CUMPLIÓ, PERO POR DEBAJO DE LOS ESTÁNDARES EXIGIDOS POR EL AVANCE DE LA TECNOLOGÍA.

Balance de bodas de plata

Cabe recalcar que el análisis anterior está basado en la entrevista concedida por Burga a Expreso en enero de 1992, en la cual no se tocan otros temas que fueron bandera de la gestión de Burga, como el desarrollo de infraestructura -por ejemplo-. Estrictamente a la luz de ella, el último punto desarrollado sobre la tecnología es sintomático en caracterizar la visión que el expresidente de la FPF tenía de su misma labor: en efecto, cumplía con la mayoría de los objetivos que él mismo había establecido, pero de una manera en que ellos no cumplían el real cometido para el que estaban diseñados. Dicho de otro modo: allí donde culminaba su directa responsabilidad, generalmente la ejecución era discreta o mala, y esto obedecía a su mala selección de acompañantes, que solo mejoró en el último tramo cuando ya -acaso- había terminado de quemarse su imagen.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: recorte diario El Comercio, recorte revista Estadio, Andina


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