La goleada que no sacó a Burga

El de 1992 fue uno de los veranos institucionalmente más difíciles que se recuerden -acaso hasta el actual- para el fútbol peruano y el deporte en el país en general. Acometido el necesario proceso de reducción de equipos en Primera División para bajar de 41 a 16 y acabar con los nefastos torneos regionales, las protestas de rigor no se hicieron esperar.
Los clubes del interior que habían descendido, encabezados por el presidente de Cienciano, Carlos Santander -a despecho de que el cuadro rojo sí hubiera mantenido la categoría-, se escindieron de la ADFP y crearon la suya paralela a la que presidía José Marcelo Allemant. Este reclamo, atizado mediáticamente por voces como la de Ricardo Miranda Tarrillo, el ideólogo de los regionales y quien por entonces fungía tanto de delegado del descendido Coronel Bolognesi como de director de la revista Estadio -compatibilidades de la época-, devino en el lobby del caso para que el Ministro de Educación, Augusto Antonioli, resolviera el 16 de enero la formación de una comisión investigadora del reclamo de los clubes descendidos. Este hecho causó que dos días después el presidente del Instituto Peruano del Deporte, Miguel Daneri, renunciara al cargo por lo que consideraba una flagrante intromisión política en el ámbito deportivo; su lugar fue rápidamente ocupado por Enrique Otero, quien designó una comisión para ver el tema a cargo de Lázaro Titinger.
En medio de tal entuerto, solo un hecho deportivo generaba expectativa: la participación de la selección de fútbol Sub-23 en el Preolímpico de Paraguay clasificatorio a Barcelona 1992. Dirigido por Fernando Cuéllar, ese combinado había hecho una fase preparatoria impecable, que incluyó victorias contundentes sobre Chile y México en Matute y otra más sonada sobre los mapochinos a domicilio. Con una comisión a cargo de Salomón Jabiles y la FPF con flamante presidente, Manuel Burga -había reemplazado a Josué Grande a inicios de enero-, ese equipo parecía ser la excepción a tanto escándalo. Surgió, por primera vez, el concepto de "selección de la esperanza" que tanto se manosearía a futuro.
Viernes negro
Sin embargo, como supo ocurrir siempre con las Sub-23, la realidad de la competición echó por tierra las expectativas. Una derrota ante Brasil por 2-1 y, sobre todo, una caída por goleada 4-1 ante la Colombia del 'Tino' Asprilla pulverizaron el buen ánimo. La victoria -por entonces aún obligada- sobre Venezuela por 3-0 en el tercer partido sirvió de poco y para el jueves 6 de febrero, día en que el ministro Antonioli debía hacer una presentación en la Cámara de Diputados, los humores andaban tensos.
La sesión fue álgida. Según reportó El Comercio, el diputado Alejandro Ponce lanzó un encendido discurso en el que llamó a "acabar con las argollas en el fútbol" y enfatizó la necesidad de "promocionar el fútbol en las provincias", para lo cual a su entender debía eliminarse la reducción de equipos. Otro parlamentario, Herbert Távara, se mostró en contra de "las élites en el fútbol", entre más discursos matizados con alusiones a la mala campaña de la Sub-23 en Asunción. Ante tal escenario, el ministro Antonioli se despachó en su intervención con una perorata crítica al trabajo del IPD y las federaciones, en la que anunció la reversión del deporte al régimen que permitía la intervención estatal para la elección de las autoridades deportivas.
Ante tal atropello a la institucionalidad, por la mañana del viernes 7 Enrique Otero presentó su renuncia a la presidencia del IPD y con él lo hicieron, en masa, los presidentes de todas las federaciones, incluido Manuel Burga, quien calificó de "error" y "torpeza de criterio" las declaraciones de Antonioli, a quien acusó de haber generado el caos en el deporte.
Y se vino la noche
Bastante más tarde, a las 19:30 de Lima, Perú saltó al campo del Defensores del Chaco para cerrar su participación en el Preolímpico ante la Sub-23 paraguaya, que dirigía Sergio Markarián. Ya que la blanquirroja descansaba en la última jornada del Grupo A, se abrigaba una ligera esperanza matemática de clasificación: vencer a Paraguay y esperar un milagro de Venezuela en su último partido ante Brasil para tentar colarse por la ventana. En tienda guaraní también se hacían cálculos: "Necesitamos ganar los dos partidos que nos faltan (con Perú y Colombia) y hacer por lo menos cuatro goles en ambos. Con ello me conformo porque lo demás será sacar cuentas", decía Markarián.
La matemática fue generosa con el 'Mago'. Perú saltó con Rafael Quesada en el arco; Carlos 'Mágico' Gonzales, Martín Ochandarte, César Charún y Carlos Valerio en defensa; José Soto, Juan Reynoso, Germán Pinillos y Pablo Zegarra en el medio, y quedaron arriba Flavio Maestri y Ricardo Besada. Al frente, una selección en la que los apellidos Arce, Ayala, Gamarra, Benítez y Cardozo ya comenzaban a brillar. Al medio, un árbitro que se convertiría en protagonista: el chileno Carlos Robles.
A los 41' Robles comenzó a ser protagonista: expulsó a Pinillos, a quien acusó de insultarlo -según el 'Machi', le dijo "cobra bien, no seas payaso"-. Ya en el complemento, Gamarra, de penal, rompió el cero a los 56', pero apenas seis minutos luego el 'Gato' Carlos Basombrío, quien había ingresado, puso la igualdad. Y luego de eso se desató el escándalo: a los 64', una mano de Ochandarte que nadie vio sirvió para que Robles decretara otro penal que Gamarra convirtió. Luego, la hecatombe: expulsado Zegarra, gol de Neffa, expulsado Maestri, gol de Cardozo, Reynoso falló un penal aparentemente cobrado en compensación, expulsado Soto ("te apuesto que te boto", refirió luego 'Pepe' que le había dicho Robles), gol de Neffa otra vez, gol de Cardozo otra vez y gol de Duarte para cerrar la cuenta cuando Salomón Jabiles, desesperado en el alambrado del Defensores del Chaco, gritaba a los jugadores que se hicieran los lesionados para detener la humillación.
Lo que vino después no es muy difícil de imaginar. Mientras la prensa local arremetía contra la nacionalidad del árbitro Robles y las siempre sugeridas influencias de Nicolás Leoz, el periodismo paraguayo agradecía la "incompetencia" del réferi chileno y sobre todo la generosidad peruana, que ABC Color señalaba explícitamente "ya se había manifestado con un país anfitrión" en Argentina 1978. En Lima, además, se especulaba con un castigo internacional para Maestri, Zegarra y Pinillos por haber insultado a Robles según el informe arbitral, lo cual preocupaba dado que Cristal debía jugar la Libertadores en unos días, y además se culpaba a Jabiles por ser supuestamente el dirigente "salado" en materia de selecciones.
¿Y Burga? No era que pasara piola; simplemente tenía poco o nada que ver con el tema y, valgan verdades, la percepción que existía de él por entonces era positiva, ya que había sido el abanderado de la reducción de clubes. Por tanto, a nadie se le ocurrió decir que había renunciado por el 7-1, como se ha sugerido recientemente. Porque en realidad, he allí uno de los grandes problemas que han acabado haciendo del mandamás de la FPF una suerte de reyezuelo: los cuestionamientos que se le hacen lindan tanto con el raje barato y la diatriba indocumentada que él acaba siendo más serio que la mayoría de sus críticos.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: diario El Comercio / suplemento Deporte Total

No hubiese sido eso mas justo,mas descentralizado y mas logico?
Ecuador fue otra de las revelaciones, llegando al cuadrangular final, de la mano del técnico yugoslavo Draskovic.
Para Markarián este tÃtulo con la selección paraguaya le dió definitivamente su consagración internacional como técnico.