El inca y el vagabundo
Una vez más Cienciano sacó la cara por el fútbol peruano en el plano internacional y se clasificó a la fase de grupos de la Copa Libertadores. El ‘Rojo’ empató sin goles con el Montevideo Wanderers en el partido de vuelta en el Centenario, y eso le bastó para clasificarse y pasar a compartir serie con Coronel Bolognesi, Flamengo y Nacional de Montevideo.
Reto cumplido. Como si hubiera perdido el matiz de sueño costoso de alcanzar para los equipos peruanos pasar la fase previa de la Libertadores -basta recordar el papelón que hizo Cristal al enfrentar al América de México en la edición del año pasado-. Pero esta vez el silbatazo final puso la celebración en el campo de los representantes nacionales y a convirtió a Wanderers, en honor al origen anglosajón de su nombre, en vagabundo del certamen continental.
Tal vez influyeron las infaltables ofertas de premios por parte de Juvenal Silva antes de partidos de este tipo -se habla de 60 mil a 70 mil dólares por repartir entre el plantel por la clasificación-. Pero más que todo, el ‘Papá’ tuvo a un hijo dentro de la cancha al que le enseñó en sus dos encuentros cómo afrontar con eficiencia competencias internacionales.
ATREVIMIENTO IMPERIAL
De Wanderers se pensaba que, como buen equipo
uruguayo, fuera un poco más agresivo en el cotejo de vuelta, pero ocurrió todo
lo contrario. Apenas metía piernas, y rifaba el balón para buscar las subidas
de Peinado y Facundo Martínez, pero sin lograr cumplir su cometido. Como en el partido de ida, el equipo
charrúa careció de poder ofensivo.
Los rojos, por su parte, atinaron a guardar un poquito de respeto para los uruguayos, y por ello sus ataques fueron moderados. Pero sin duda, el más incisivo y ofensivo fue el irreverente ‘Periquito’ Chiroque, quien se llevó los aplausos de los 14 hinchas peruanos que había en el Centenario. Los jugadores del ‘Bohemio’ cada vez se ofuscaban más al ver correr al mediapunta nacido en Morropón, quien con su diminuta técnica sugirió a las defensas charrúas que le metieran más patadones. Vaya que lo hicieron.
Para la segunda etapa Navarro probablemente estaba
pensando si su equipo, tras lo visto de parte del cuadro local, estaba en
condiciones de ir con todo al ataque o aferrarse al empate a cero que tan útil
le resultaba. Y la verdad que la segunda opción la tomó con mucho mejor cara.
Pero a pesar de ser menos ofensivo, Cienciano hizo agua en contragolpes al
conjunto charrúa, hasta el punto de que el japonés Sawa tuvo una clara
oportunidad en sus pies pero para mala suerte su disparo pegó en el travesaño
de Sergio Martínez.
ARAÑANDO LA CLASIFICACIÓN
La eliminatoria se puso candente solo en los últimos instantes del partido. El equipo uruguayo se estaba esforzando para sacar el último aire del juego mediante el envío de pelotazos por doquier. Pero Marengo y Solís, con todas sus anatomías, sacaban las pelotas envenenadas por la brisa uruguaya, que asustaron más de una vez a Juan Flores. El mayor susto fue cuando la pelota se paseó por el área cusqueña tras un tiro de esquina, e hizo una comba tras haber salido del campo y volvió a la cancha. ‘Chiquito’ atinó solo a buscar la mirada del árbitro, que no aparecía; segundos después vio al línea levantar el banderín.
Más allá de la actuación en estos dos partidos, Navarro tratará de ver cómo acomodará la zaga cusqueña para los partidos que se le vienen en los partidos de grupo, porque Flamengo o Nacional no tienen las mismas falencias que tuvo este equipo uruguayo, uno de los más discretos representantes continentales de su país en varios años. Vale la pena también darle un repaso a la forma de atacar, porque apelando al contragolpe y al sinnúmero de centros para la cabeza de Vassallo no solo se pierde la sorpresa, sino que se restringen otras variantes. Más toque, que no hace daño.
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