Minuto 52: Bautizo con Sacco celeste

LIMA, PERÚ, 1 DE NOVIEMBRE DE 1927. El viejo Stadium Nacional recibe el partido inaugural de un Sudamericano organizado rápidamente y de manera algo atolondrada. Las añejas tribunas de madera albergan a 20,824 espectadores, entre los que se cuenta nadie menos que el presidente de la República Augusto B. Leguía, quien ejecuta el play de honor del cotejo. En el campo, los poderosos uruguayos, campeones olímpicos de 1924, contra una selección blanquirroja -por entonces con diseño de camiseta similar al que hoy luce Paraguay- dirigida por un uruguayo: Pedro Olivieri.
Perú, sin embargo, no desentona. Liderado desde el fondo por el 'Sereno' Alfonso Saldarriaga, ya con pasado exitoso ante Uruguay en topes amistosos con el Combinado Limeño-Chalaco de 1924, y con respuestas acertadas del portero arequipeño Jorge Pardón, el local soporta el empate a cero. Culminado el primer tiempo, el público -que era tanto que había invadido los linderos del campo y veía el partido parado atrás de los arcos- recompensa el esfuerzo con una sonora ovación.
Pero el complemento escribe otra historia. Un disparo de Roberto Figueroa, con complicidad del volante peruano Santiago Ulloa, se cuela en el pórtico de Pardón al regreso de vestuarios y se genera un punto de quiebre que explota a los 52'. Antonio Sacco, insider derecho de Peñarol, recibe el balón en el área y lanza un remate inatajable para el cuidapiolas peruano. Es el 0-2 y la resignación de una ciudad que ve a los maestros del fútbol de la época comenzar a regodearse.
Uruguay siguió penetrando por el centro del campo peruano y vía Sacco elevó cifras que luego completó el 'Manco' Héctor Castro, quien así inició la costumbre de marcarle a la blanquirroja que prolongaría en el Mundial 1930 y el Sudamericano 1935. Fue un 0-4 inapelable, que erigió como gran figura a Sacco padre, quien así también dio comienzo a la relación de su apellido con el país. Años luego, su hijo, también llamado Antonio, sería la gran figura del primer equipo de la historia de otra camiseta celeste: la del Sporting Cristal campeón de 1956. Pero el progenitor tuvo lo suyo: si bien jugó solo 6 partidos con camiseta de su selección y anotó apenas esos dos goles ante la blanquirroja, con Peñarol tuvo importantes actuaciones ante equipos internacionales y también en la historia del clásico uruguayo, pues fue el autor del único tanto del primer duelo disputado entre el cuadro aurinegro y Nacional en el estadio Centenario, en 1930.
Recorte: Historia del Fútbol Peruano, Reco Borodi
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