Le dieron los diablos azules
Un increíble gol
en contra del noruego John Arne Riise en tiempo de descuento permitió al Chelsea lograr un 1-1 valioso en Anfield. Fue un sopapo para el Liverpool, que había manejado el partido a su antojo desde que se puso en ventaja con gol de Dirk Kuyt. Si el duelo de vuelta acaba
0-0, los de Avram Grant habrán logrado al fin clasificar a una final de Champions League.
Fotos: Empics, dailymail.co.uk
Grandes dolores de cabeza en Liverpool. Para 'Rafa' Benítez al tratar de explicar una victoria que se le fue de las manos en el último segundo del partido. Y para el noruego Riise, quien entró convencido de participar de una nueva victoria copera de los reds, pero que con ese frentazo terminó liderando el bando del infortunio. Lo cierto de toda esta historia es que ambos personajes terminaron viendo diablos azules en el campo de Anfield y necesitarán más de una aspirina para calmar ese malestar que puede terminar en Londres la próxima semana o continuar hasta la eternidad.
Tanto Benítez como Avram Grant tenían el planteamiento definido antes de salir a jugar. Dos rivales que se conocen demasiado bien para
improvisar en nuevos esquemas en una instancia tan importante. No en vano se
han enfrentado en las cuatro últimas ediciones de la Champions (siete encuentros entre el 2005 y
el presente año con resultados estrechos, tres de ellos por semifinales), lo que convertía
el cotejo de hoy no solo en un derby británico, sino también en un clásico de la Liga
de Campeones.
BATALLA DE COLORES
Cuando reds y blues se presentaron en el campo y empezaron a intercambiar saludos, confirmaron que jugarían un encuentro cerrado, tácticamente ordenado y sin regalar en las marcas, donde los talentosos (llámense Lampard, Ballack, Torres o Gerrard) tendrían más de un problema para desequilibrar o generar fútbol.
El encuentro se desarrolló muy parejo en el primer tiempo, sin muchas ocasiones de gol para ninguno de los dos equipos. Sin embargo, Liverpool tuvo dentro de su tablero a una pieza clave: un peón llamado Dirk Kuyt, quien no solo cumplió como tal, sino que le alcanzó el tiempo para ponerse el traje de alfil, Torre(s) y hasta de Reina. Llevó peligro constante a la zaga azul y luchó todas las pelotas en la mitad y tres cuartos de cancha, y duplicó sus esfuerzos para cubrir la baja producción de los nuevos Beatles de Liverpool.
Fue así como nació el gol de los reds. En una desatención de Lampard -dejó libre el balón-, Gerrard le dio un pase al vacío a Kuyt, quien centró al área sin destinatario fijo. El rebote lo tomó el holandés, cedió a Mascherano y el argentino le devolvió el esférico, para que el rubicundo clavara un arponazo que se coló en la valla del checo Cech. Kuyt, por paradojas de la vida, se convirtió en un digno ejemplo de su padre, quien era pescador en Holanda,. Solo que a diferencia de él, Dirk pesca goles, y de los importantes.
IMPLORANDO AL BLUE SKY
El
Liverpool, seguro con el gol de ventaja, se lanzó por un gol adicional
tratando
de asegurar la clasificación. Chelsea, por su parte, cedió posiciones
para el
ataque local, con lo que bien pudo haber recibido más goles. 
Pero como el cielo es
color azul, los blues podían contar con ayuda celestial sin perder la
fe ni las esperanzas necesarias para ganar los favores del firmamento.
Dispusieron su
contraofensiva e intentaron tibiamente avances con el recién ingresado
Salomón
Kalou, pero sin respuestas de un fatigado Didier Drogba.
Las plegarias de la banca visitante parecieron ser aún más intensas. El Chelsea empezó a creer en sus posibilidades, la fe se hizo profundamente contundente y tal fue así que en el expiración del partido, en la única y última posibilidad azul, llegó ese sorbo que desató los diablos azules (blue devils) en las cabezas de Benítez y sus pupilos. Un sorbo que permitió a los pocos hinchas londinenses que aún guardaban fe en Anfield entonar una vieja y conocida canción de un desaparecido cuarteto de Liverpool; decir a coro “Chelsea in the sky with diamonds”.
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