Sullana Campeón Nacional: Del 36, pero del 35

El ahora extinto Campeonato Nacional de selecciones es uno de los torneos del fútbol peruano de los que menos se conoce en la actualidad. Pero de ellos, el que más renombre tiene es el que logró el combinado de Sullana en 1936. Su hazaña, recordada siempre que se nombra el estadio de la ciudad, nombre cuyo origen se llegó a confundir durante buen tiempo al relacionarlo con otro hecho histórico de ese año como fue el de los Olímpicos de Berlín, se completó hace ya ocho décadas.
Al norte de los goles
Aquel torneo fue el tercero que se disputó entre las selecciones formadas por las diversas ligas de fútbol que tenían competencia en el Perú. Los partidos se comenzaron a jugar desde el 10 de noviembre de 1935, fecha en la que se disputó la primera serie de las eliminatorias por cada región: norte, centro y sur.
Y fue aquel día que la selección de Sullana entró en competencia, pues enfrentó a su similar de Tumbes y la goleó por 6-1. Luego tuvo que esperar un mes para enfrentar a su siguiente rival, que resultó ser el combinado de Cajamarca, al que le ganó 9-1; Sullana clasificó así a la etapa de semifinales que se desarrolló íntegramente en Lima durante los primeros días de enero del siguiente año.
Antes, sin embargo, se debió jugar una serie especial en la capital con dos de las selecciones, que si bien al comienzo del campeonato renunciaron a formar parte de ella, luego se retractaron y fueron incluidas por la Federación Peruana de Fútbol. Fueron las de Chiclayo y Piura, las que se enfrentaron a sus pares del Callao, Chancay, Lima y Loreto. Al final, avanzaron tanto limeños como piuranos.
Agrupados ante todo
Las semifinales se comenzaron a jugar desde el 1 de enero en dos grupos, que daban tres puntos por partido ganado, dos por el empate y uno por la derrota. En el primero se juntó al representante de la Liga de Chicama junto a los del Cusco, Ica y Lima; mientras que en el otro grupo se enfrentaron Huánuco, Mollendo, Piura y Sullana. En ambos casos, avanzaban a la etapa final los que quedaran en los dos mejores puestos.
Al cabo de tres fechas -que se jugaron durante dos semanas-, quedó definida la última serie, que iba a definir al campeón. A los sullanenses les tocó ganar su grupo con ocho puntos luego de vencer 2-1 tanto a piuranos como a mollendinos, y cerraron con un empate a un gol ante los huanuqueños. En la otra serie los chicameros también avanzaron seguidos por los limeños.
Pero en medio de las semifinales surgió un serio problema entre la FPF y la Asociación de Árbitros, a la que se terminó declarando en reorganización. Todo surgió durante el descanso del choque entre Piura y Huánuco el 6 de enero, cuando el juez Artemio Serra y Hurtado -también presidente de dicha asociación- se negó a seguir arbitrando si no se cambiaba la designación del exjugador de Alianza Lima Juan Bulnes para dirigir el partido de fondo de esa jornada entre Chicama e Ica, algo que consideraba como una afrenta. Al ser negada su exigencia, Serra no continuó, lo que obligó a que el resto de ese encuentro y los de esa etapa fueran dirigidos por exfutbolistas.
Invicto a su merced
Las finales se jugaron siempre en dobletes. La primera fecha fue la del 19 de enero y tuvo en el preliminar a Sullana empatando 1-1 con Mollendo, mientras que en el encuentro de fondo Lima y Chicama igualaron con el mismo marcador. Tres días después, el miércoles 22, Mollendo dio la sorpresa al vencer a Chicama 2-0, situación que se repitió cuando Sullana ganó 2-3 a Lima. Aquel cuadro capitalino estaba formado sobre la base del Sport Boys que había ganado el título de 1935, por lo que era ampliamente favorito para campeonar, ello pese a la ausencia de los jugadores de Alianza Lima que estaban de gira en Chile; y sin los de Universitario por una pelea entre sus dirigentes y los de la Liga.
La fecha final se llevó a cabo el 26 de enero y la selección de Sullana fue nuevamente preliminar, esta vez para jugar contra los de Chicama, los que tenían como gran figura a su arquero Juan Honores. Los dirigidos por el entrenador Gabriel Linares alinearon aquel histórico día con Carlos Vargas Machuca; Miguel More y Bernardino Farfán; Miguel Ontaneda, Carlos Godos y Marcos Távara; Alejandro Romero, Honorato Córdova, Martín López, Humberto Farfán y Antonio Rivera.
El encuentro fue dirigido por el árbitro argentino Jacobo Weissman y tuvo como mayor novedad una mano de Godos dentro del área en el segundo tiempo, la que no fue sancionada por el juez. Con acciones ajustadas en la ofensiva, el marcador fue un 0-0 que condicionó la definición al resultado del choque entre Lima -que ya no tenía opción- y Mollendo -que requería al menos un empate para forzar un partido extra-.
Felizmente para los sullanenses, el cuadro limeño acabó goleando 5-2, dándole así por primera vez en forma exclusiva el título del Campeonato Nacional a una liga de provincia, ello luego del logro del representante de Arequipa en 1932, aunque en aquella ocasión fue compartido con Lima y el Callao. Tras ello, el arquero del equipo recibió el trofeo, el cual fue donado por el Presidente de la República Óscar R. Benavides, y que curiosamente llevaba por nombre Copa Perú.
Fue sin duda, un éxito impensado para muchos, uno que causó tal impacto en su región que el hecho quedó grabado en el nombre del estadio Campeones del 36. Sin embargo, de manera oficial, el torneo correspondió a 1935, según consta en los reportes de la época y en los que años después resumen el desarrollo de los títulos en cada edición posterior.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: diario La Crónica

Tengo la impresión de que no hubo final ni semifinal, tal como ustedes lo plantean. Según lo leÃdo, más bien parece un cuadrangular y el campeón era el que tenÃa más puntos, y Sullana obtuvo 5 puntos y por eso campeonó. Sullana siempre jugó los preliminares. Para clasificar a la final y la semifinal se plantean dos grupos y los ganadores compiten por el campeonato, pero esto no sucedió en ese entonces...
Un comentario de alguien al que solo le gusta el campeonato nacional porque las ligas europeas carecen de emoción por su excesivo comercialismo.
Javier