Desde que el sistema eliminatorio ha obligado a Brasil a recalar en Lima cada cierto número de años, la ciudad espera el partido como si se tratara del concierto de moda. Para el hincha peruano, no existen muchas diferencias prácticas entre ir a ver al ‘Scratch’ al Monumental y a Soda Stereo al Nacional, y ello también guarda relación con el destino de la selección.

Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com

Para partir de una referencia numérica futbolera, lístense 11 canciones del -subjetividad pura del autor- mejor grupo de la historia del rock en castellano con el fin de ilustrar por qué Lima es una muy mala plaza para que una selección juegue como local un partido eliminatorio ante Brasil.
 

1. En la ciudad de la furia. Si usted se siente geográficamente ubicado así, es seguro que no está leyendo estas líneas en la capital peruana. La furia es una noción alejada de una tribuna que va al aeropuerto a recibir con loas al rival del fin de semana. Nadie pretende que el hincha peruano sea el uruguayo que no deja dormir a los australianos haciendo bulla toda la noche fuera del hotel donde se alojan; pero una cosa es el juego limpio y otra el juego tonto. En sus caras veo el temor, piensa para sí Ronaldinho cuando ríe.

Ronaldinho arribando al Jorge Chávez en medio de las estupefactas miradas del público peruano (Foto: EFE)2. Lo que sangra (la cúpula). Cerati, Bosio y Alberti son la cúpula del micrófono, ‘Dinho’, Kaká y Robinho lo son de esta versión del ‘Scratch’. Como Didí lo fue en 1957, Rivaldo en 2000 o Ronaldo en 2003. De todos ellos, solo el ‘Gordinho’ se fue hostilizado de Lima en la pasada Eliminatoria, de un Monumental que urdió todo tipo de formas córneas con las manos sobre la cabeza para recordar los problemas conyugales del astro. Pero como con Claudio Caniggia en las Eliminatorias del ’96, el hostigamiento tenía raíz farandulera, chismográfica, de revista de peluquería; de quienes creen conocer ese lugar donde revientan las estrellas y no de gente de fútbol.

3. Persiana americana. A Brasil, el Perú lo percibe fuera de foco. Inalcanzable. Irreversible. Casi intocable. Y es preferible dejarlo allí porque la pleitesía que se rinde a la camiseta verdeamarelha en el medio bien haría que muchos turistas del Monumental quisieran proseguir con lo que viene en el estribillo. Esta es la semana en que los amigos te llaman al celular para preguntarte si vas a ir a entrevistar a algún brasileño a su concentración para ver si es posible acompañarte. Quizá alguno de ellos aspire a tomarse una foto con Cafú -bien tranquilo en su casa de Roma, ya retirado del ‘Scratch’-, como las señoras que este sábado por la mañana mostraba la televisión en el lobby del Swissotel.

Por alguna razón, el ambiente que recibe siempre a Brasil en Lima es festivo, y no hostil como contra otras selecciones (Recorte: Don Balón Internacional Edición Perú, Nº 8 p. 1)4. Sobredosis de TV. Es posible entender que varios de los compañeros de trabajo en esta página pertenezcan a una generación que empezó a ver fútbol con un reloj con el tiempo de juego en la pantalla, y por tanto no estén acostumbrados a portar cronómetro al estadio. Pero es insoportable que en el Monumental, como ocurrió en 2003, haya quienes pregunten por qué se dan cuatro minutos de descuento si el balón estuvo fuera del campo más de 15’. O que se molesten porque el tablero electrónico no muestre la repetición de las jugadas. Apágalo, enciéndelo. No se cree poder resistir un aire demasiado tenso, aunque habrá que sufrirlo este domingo.  

5. Signos. Caras pintadas de blanco y rojo. Merchandising ofrecido por doquier. Polos “Te amo Perú” inmortalizados por el ‘Chorri’. Parafernalia de todos los tipos y precios para vivir el gran partido del domingo. Pero como en muchos estamentos de esta descoordinada sociedad, no hay un modo. No hay un punto exacto. Para estos eventos el hincha peruano da todo y siempre se guarda algo: la garganta. 

La masiva presencia femenina en las tribunas es una nota característica de los Perú-Brasil en Lima (Recorte: El Gráfico Perú, Nº69 p. 19)6. Mi novia tiene bíceps. Típico domingo con inusual presencia femenina en la tribuna. Y aunque no haya mejor noticia visual para quien acude domingo a domingo a toparse con los mismos vendedores de cigarrillos y canchita, algo falla en el modelo cuando las hinchas solo calientan el asiento y no el ambiente. La selección requiere que se crean superniñas, de esas con las que hay que tener mucho ojo con lo que se les dice. Para este tipo de partidos, el paradigma femenino en la tribuna por seguir en la tribuna debería ser el de las tías Pocha o Kika de la barra del Boys. O el de las robustas señoras de la barra del Hijos de Acosvinchos, que no escatiman legumbres verbales o referencias a la ascendencia familiar. Cuerazos.

7. Te hacen falta vitaminas. Por alguna razón, las fotos que evocan los choques con Brasil en Eliminatorias pasadas guardan un patrón uniforme. Es ‘Vides’ Mosquera escabulléndose ante el corpulento Djalma Santos. Jayo y Zúñiga haciendo fuerza para contener a un aplanador Rivaldo. Ciurlizza exigiendo a sus piernas cortas para frenar a Kaká. Biotipo, le dicen en el mundo del fútbol civilizado. Dando vueltas por la cancha (a veces sin sentido), esperando algún milagro sin que pase nada, Perú es, desde la alineación misma, de una forma frente a Brasil: chiquito. 

8. Imágenes retro. Casi como para renegar de lo anterior, si algo muy recordable ostenta Perú frente a Brasil es una jugada: Guillermo Salas, pigmeo como él solo, lanzando un centro para el testarazo de Solano (Fuente: You Tube - América Televisión / Usuario: XPeedy). Si hubiera existido Internet en 1953, téngase por seguro que el remate desde 35 metros de Luis Navarrete sería mucho más famoso. Pero para la tribuna que mañana pueble el Monumental, lo más seguro es que Navarrete sea un álbum y Salas el chiquitín que nadie entiende qué hará marcando a Robinho. Quiérase que este domingo, más que un museo de cera, su actuación signifique un simulacro demasiado real de hace cuatro años.   

9. Primavera cero. Un primer perfil del hincha peruano de cara al partido es el de quienes alquilan el empate sin goles con anticipación. “Es un buen resultado”, frase baúl. Ciertamente, sería poco juicioso afirmar lo contrario en la coyuntura actual del fútbol peruano; pero la falta de ambición en condición de local es imperdonable. Recuerdos del futuro juntos, goles suenan a la distancia: solo cabe apuntar, desde la estadística objetiva, que desde que Brasil participa en Eliminatorias todos contra todos (los últimos dos procesos), ya ha perdido en Asunción, Santiago, Quito, Montevideo, Buenos Aires y La Paz. Como para pegarse un viaje por Lima, la horrible. 

10. Trátame suavemente. Un segundo perfil de hincha lo conforman quienes casi en actitud de súplica aguardan que mañana no haya que caminar de regreso desde el Monumental en medio de lamentos de una goleada catastrófica. Nueva estadística: en las dos últimas Eliminatorias, Brasil solo goleó de visita a Venezuela (0-6 en 2000 y 2-5 en 2004, ambas en Maracaibo). Como fuere, muchos prefieren comprar su boleto con la cabeza gacha, casi asumiendo que el ‘Scratch’ se comporta de acuerdo con lo que le dicta cada momento, en una inconstancia que no es algo heroico sino más bien algo enfermo (del jogo bonito). Por eso, el hincha está dispuesto a recordar con el paso de los años simples jugadas improductivas de mediocampo como el sombrerito que Jorge Soto le hizo a Roberto Carlos en 2000 (Fuente: You Tube - Panamericana Televisión / Usuario: maestri09), aunque cinco años antes el ‘Camello’ hubiera correteado 40 metros al lateral brasileño sin poder quitarle el balón en la Copa América de Uruguay -jugada que, por cierto, terminó en gol de Edmundo-. 

11. Cuando pase el temblor. La caminata de salida del Monumental siempre es larga y pesada. Tortuosa, máxime cuando se acompaña de una grieta en el corazón y rodeado de un planeta de desilusión. Pero luego de jugar con Brasil, reina una sensación de quietud única. Pasmosa. Acaso porque el perfil de hincha que camina por las calles de Ate obedece a alguno de los descritos en los dos puntos anteriores. Acaso porque muchos de ellos pisaron esa tarde por primera vez un estadio. A lo mejor, porque no son gente de fútbol.


¿La 'Torcida' de local en Lima? El 2000, los brasileños parecieron gritar más que Perú en el Nacional (Recorte: El Gráfico Perú Nº 69, p. 10) En una economía que se rige por las leyes del libre mercado, es perfectamente válido que cualquiera que pueda pagar entre S/.25 y S/.200 (en 2000 y 2003 oscilaron entre S/.30 y S/.250) compre su boleto, vaya al estadio y consuma el producto fútbol como mejor le venga en gana. Así como el 8 de diciembre, al Nacional muchos irán a ver a Soda sin saber más que algún corito, literalmente, de música ligera. Esta sociedad es, por antonomasia, posera.

Con ello y todo, este artículo no pretende renegar de la teoría de los derechos del consumidor. Hace algunas semanas, cuando la reelección de Manuel Burga, un periodista político dijo en televisión que el barullo armado alrededor del tema obedecía a que el fútbol era “la cosa más importante de las cosas que no importan”. Pues bien, esta página web está hecha por personas para quienes el fútbol es la cosa más importante de las cosas que sí importan. Por ello, estas líneas quieren concluir a pocas horas del Perú-Brasil con un único mensaje: a quienes respiramos fútbol, los turistas eliminatorios del Monumental nos caen, por decir lo menos, pésimo.

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