Minuto 85: Nuestra rubia debilidad

LIMA, PERÚ, 6 DE ABRIL DE 1957. La Argentina de los 'carasucias' es campeona sudamericana: Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz constituyen casi un estribillo que se repite como canto al fútbol, al gol. Por eso, el estadio Nacional de Lima está absolutamente copado, como contaban los viejos relatores: han llegado 49,467 espectadores que han dejado más de un millón de soles oro de taquilla para ver la despedida de la albiceleste ante el anfitrión. El DT gaucho, Guillermo Stábile, respeta la expectativa del aficionado y no altera su equipo titular: apenas sustituye en la zaga a Federico Vairo por David Iñigo. Tras un trámite arduo, marcado por un gol tempranero de 'Vides' Mosquera y un empate también madrugador, pero para el segundo tiempo, de Sívori, el partido se encamina al 1-1 y a que el campeón pueda marcharse invicto de la capital peruana. Pero hay quienes no están de acuerdo: tres hombres que deciden triangular en contra. Juan 'Aguja' Bassa toca para 'Vides', y este para Manuel Rivera. El 'Chino' cede al corazón del área y allí, en el área, como el '9' que no era pero haciendo todas las veces, llega esa saeta rubia criolla y blanquirroja que responde al nombre de Alberto Terry. Conecta al ras y vence a Antonio Roma, que había ingresado en el entretiempo por el titular Rogelio Domínguez. A falta de 5 minutos, Perú gana 2-1; le gana por primera vez en la historia a Argentina.
La primera victoria peruana sobre Argentina de la historia y una de las tres registradas sobre la albiceleste en Copa América (las otras llegaron en 1963 y 1997) se consumó con ese gol de Terry. Fue el último de los 11 tantos que el entonces delantero de Universitario marcó a lo largo de los 25 partidos en que vistió la blanquirroja. Y fue un 2-1 que, como tantas otras veces, significó que Perú hiciera posible lo que asomaba como imposible cuando, en realidad, el resultado final ya estaba consumado: Argentina igual se fue campeona de Lima, pero sin una perfección en resultados de la que posiblemente se hablaría hasta estos tiempos.
Recorte: revista Gol
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