Minuto 46: Rompiendo la redecilla
LIMA, PERÚ, 22 DE ENERO DE 1939. El añejo Stadium Nacional y sus dos tribunas de madera rebosan con doce mil personas que ruidosamente aplauden a peruanos y a chilenos, en el tercer choque que los reúne en la historia, cuando salen al field. Y el partido muestra a un Perú mucho más afiatado que en su debut, tras el que pese a haber superado 5-2 a Ecuador habían arreciado algunas críticas de parte de una afición exigente, acostumbrada no solo a ganar sino a ver jugar bien a los "campeones" de Berlín -según creencia popular-. Los intentos peruanos, sin embargo, se topaban con una muralla: el eficiente portero Augusto Lobos, quien incluso se salvó temprano cuando Carlos Tovar desperdició un penal que tiró afuera. Así, con apenas un tiro de Víctor Bielich que Lobos sacó con lo justo, se fue un primer tiempo intenso.
Los albores del complemento comenzarían a cambiar la historia. Jack Greenwell, el adiestrador inglés del seleccionado blanquirrojo, aprovechó que las bases del torneo permitían la ejecución de cambios -en tiempos en que ellos no estaban formalmente avalados en el fútbol asociado, salvo acuerdo previo- y lanzó al campo a Adelfo Magallanes y a Segundo 'Titina' Castillo, con los que la historia cambió rápido. Al minuto 46, tres hombres que en el futuro serían socios de gol combinaron de manera excelsa: 'Titina' avanzó por el centro y tras eludir rivales, abrió hacia Jorge Alcalde. 'Campolo' entendió la idea: por el centro del área iba Teodoro Fernández, y eso era medio gol seguro. El centro llegó perfecto para la cabeza de 'Lolo', quien le ganó en el salto a Lobos y la mandó adentro. Perú arriba, arriba Perú 1-0.
Más adelante, el 'Cañonero' volvería a hacerse presente en el score, de penal primero y después con uno de sus habituales cañonazos para sellar un 3-1 incuestionable, puesto que Alfonso Domínguez había colocado el descuento parcial. La sociedad 'Titina' - 'Campolo' - 'Lolo', que a finales de los cuarenta se reuniría en Universitario como ejemplo de vigencia y clase en el fútbol, le había regalado una gran sonrisa al fútbol peruano. Pero sobre todo, Teodoro Fernández Meyzán, quien ya en Berlín había admirado al Perú entero con su vorágine goleadora -que lo llevó a marcar 24 tantos en 32 partidos con la blanquirroja, para un extraordinario promedio de 0.75 muy difícil de superar por cualquier delantero top peruano a futuro-, volvía a escribir una página histórica al convertir el primer hat trick peruano en un Sudamericano. Y qué mejor que ante el rival que luego sería el de siempre.
Recorte: diario El Comercio
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