En 1987, Uruguay amargó a su eterno rival rioplatense y se quedó con el título de la Copa América de Argentina. La final fue contra Chile, y se resolvió con tanto de un conocido del fútbol peruano: Pablo Javier Bengoechea.
Auspicio Hyosung Perú

 

BUENOS AIRES, ARGENTINA, 12 DE JULIO DE 1987. La primera Copa América disputada en formato convencional de una sola sede con ese nombre llega a su fin. No está en el campo el protagonista esperado: Argentina, que ha sido apeada en semifinales por un Uruguay sorprendente que, por el sistema del torneo, se sumó recién en esa instancia y recordó que los clásicos son tales porque nunca tienen favoritos. Y que ahora, más bien, es principal candidato frente a Chile, otra sorpresa por haber llegado a esa instancia. Han cruzado, por eso, el Río de La Plata más de 20 mil hinchas celestes para ver a su equipo, dirigido por Roberto Fleitas, dar la vuelta olímpica en cancha de River Plate.

 

 

En el campo, el partido es áspero, disputado. Pero los celestes tienen el predominio y las mejores opciones, hasta que llega el punto de quiebre a la vuelta de vestuarios, en el minuto 56. Tiro de esquina desde la derecha que cobra Ruben Sosa, quien demora en ejecutarlo porque el lente de un fotógrafo le toca el hombro; se acomoda y, con zurda, la saca bombeada al centro del área. Los chilenos, que por valientes nunca se quedan, saltan a rechazar cual tromba: no conversan entre Contreras, Toro y Fernando Astengo, y este último rechaza con violento cabezazo. Pero los uruguayos, con más maña, sacan provecho de la posición. José Perdomo recoge el rebote en el borde del área y remata con violencia para forzar la intervención exigida del 'Cóndor' Roberto Rojas. El golero la saca como puede, pero deja rebote al medio del área chica. Y como todos los defensas chilenos habían ido al choque, nadie quedó para recogerlo ni ganarle la posición a Pablo Javier Bengoechea. El 'Profesor', como contaría luego, le pegó feo, horrible, sin un ápice de su inusitada calidad. Pero la mandó adentro. Uruguay gana 1-0. Uruguay bicampeón de América.

Los charrúas ganaron así un certamen que cambiaría el sistema en adelante, pues resultaba algo absurdo que un equipo tuviera prácticamente allanado el título con necesidad de jugar solo dos partidos -a diferencia de cuando el formato era con sedes de ida y vuelta, en el que al menos estaba forzado a jugar cuatro cotejos-. Pero sacaron provecho de la situación, y eso no retacea méritos ni deja de premiar a una generación de exponentes fabulosos en la que Bengoechea, irrespetado por un futbolísticamente inculto sector en el Perú durante su paso por la selección peruana, brillaba con fantástica luz. El 'Profesor', ganador de cuanto quiso con el Peñarol de toda su vida, disputó 43 partidos con su selección y anotó 6 goles; dos de ellos fueron en Copa América, y ambos en finales -el otro en 1995 ante Brasil-. Un ganador de siempre, aun cuando haya quienes se esforzaran empecinadamente en no darse cuenta.


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