Foto: hispavista.comConsiderado uno de los dos mejores jugadores de la historia, Pelé brilló especialmente en los mundiales. Su historia comenzaría en los cuartos de final de Suecia 1958 ante Gales. Los británicos serían testigo del primer gol de 'O Rei' en la Copa del Mundo.

 

El 19 de junio de 1958 Brasil todavía no poseía ni una sola de la cinco Copas del Mundo que tiene ahora en sus vitrinas. Es más, el país de la samba todavía seguía traumatizado por el ‘Maracanazo’ uruguayo en su país en 1950. Ocho años después, todavía no habían podido sacudirse del episodio más óscuro en la historia del fútbol brasileño.

Pero ese equipo dirigido por Vicente Feola se sentía distinto. Ante la Unión Soviética habían aparecido Pelé y Garrincha en el ataque titular y se habían convertido en la sensación del Scratch. Junto a Didí y Vavá, la canarinha se comenzaba a poner el traje de candidato para llevarse el título. En cuartos de final, el antepenúltimo paso, los esperaba Gales, un rival que no se asomaba sencillo.

Hasta ese momento, Pelé todavía no había causado impacto a nivel mundial. En Sao Paulo era una estrella creciente, pero para el resto del mundo que lo observaba en Suecia era un chiquillo de 17 años que tenía la suerte de jugar en ese gran equipo. Una lesión en la rodilla lo había marginado en los dos primeros partidos y, si bien ya se mencionó líneas arriba que ante la Unión Soviética había causado sensación, todavía no confirmaba lo que se sospechaba.

 

 

Lo que sí se confirmó fue el duro escollo que era Gales. El jogo bonito dominaba pero no bastaba para vencer la valla de Jack Kelsey. Hasta que pasados los 65 minutos, llegó la aparición estelar de O Rei. Didí ganó un balón cerca del área británica y la pelota le quedó en la pierna derecha a Pelé quien, sin dejar caer el balón, giró rápidamente para quitarse de encima a Mel Charles. Cuando el defensa galés giró para interceptarlo, Pelé ya había colocado el remate esquinado.

El jovencito de 17 años salto con alegría y los puños apretados. Fue a encontrarse con el balón al fondo de las redes. Tras haber quedado relegado en los primeros partidos, por fin le había llegado la oportunidad de ser el protagonista. El gol cobró mayor dimensión cuando Fritz Sepeilt pitó el final de los 90 minutos y resultó ser la única anotación del encuentro. Luego llegaría un triplete ante Francia en la semifinal y dos goles más ante Suecia para ser campeones del mundo. Pero todo comenzó ahí, ese 19 de junio en un partido cerrado que solo un tocado por el destino podía abrir.

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El otro minuto 66: el gol de Juan Alberto Schiaffino (Uruguay) a Brasil en 1950

Foto: hispavista.com; Video: Youtube / Usuario: thedukeTV

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