Fotos: EFE, elpais.com.uy


Sentimientos de toda especie que linde con lo negativo puede haber generado la jornada del miércoles para el hincha peruano. Nuevamente, Frankie, el personaje que respira fútbol, relata cómo el partido siguiente al disputado en Quito, esa gran noche de Uruguay en el ‘Morumbí’ de Sao Paulo pese a su derrota, puede invocar algunas de esas sensaciones.


Mi pata ‘El Choche’ es doctor en Medicina y pudo tranquilamente haber llegado a Primera. Cuando éramos chicos y jugábamos en calichines era una especie de Messi oriental. Un talento puro con una pelota de fútbol: se llevaba a tres en un metro cuadrado y la metía de sombrero desde fuera del área cuando veía al arquero adelantado tan solo un metro de su arco.

Acordándome la forma en que jugaba, siempre se me hizo increíble entender cómo podía ser hincha de Uruguay. Sí, hincha de la selección uruguaya; no hincha de Recoba, ni del Enzo: hincha de la garra charrúa. Durante nuestros muchos años de amistad siempre le recriminé la poca identidad nacional que tenía para con el fútbol. Junio de 2002: Forlán convierte en el arco de Tony Sylva uno de los goles de la épica igualada uruguaya ante Senegal en el Mundial de Corea-Japón (Foto: footforever.com) Cuando la blanquirroja chocaba con “su” celeste, yo hinchaba por el Chorri y él por Pablo García (¿es posible hinchar por Pablo García?). ¿Cómo vas a ser peruano y vas a ser hincha de otro país? Mucho menos si tus rasgos son los menos parecidos a un habitante del Río de la Plata. Siempre le dije que era un atorrante por ser hincha de Uruguay. Hasta ayer.

Ya el 11 de junio de 2002 había tenido algunos amagues de darle un poco de razón. Ese día no dormí porque un partidazo del Mundial coreano-japonés lo ameritaba: Uruguay-Senegal. Los africanos empezaron ganando 3-0 antes de los 40 minutos del primer tiempo. Apenas terminó la primera etapa tuve la intención de irme a dormir, y les voy a confesar que no lo hice porque quería ver en vivo y en directo el cuarto, el quinto y el sexto gol de Papa Bombing Dip, El Hadji Tomachela Duff y California Dadida para burlarme de mi amigo ‘El Choche’. Qué iluso fui. Lo que vi más bien fue una demostración al mundo de qué significa (y qué implica) vetirse de celeste y representar a Uruguay en el deporte rey. No fue una lección de fútbol: fue una lección de vida. De huevos y de corazón. De entrega y de amor a la camiseta. Fue conmovedor. ‘Godzilla’ Butters lo dijo todo: "Qué orgullo ser uruguayo en estos momentos". 'Este fue el momento más parejo del partido: después todo fue dominio celeste', reza orgulloso el epígrafe de esta fotografía en la edición digital del diario uruguayo El País (Foto: elpais.com.uy)Finalmente la ‘Celeste’ no clasificó pero, la verdad de las cosas, eso fue lo de menos. Me acuerdo haber pensado que no había forma que de Uruguay pudiera repetir una actuación tan gloriosa en décadas.

Recuerdo que cuando era chico mi mamá me dijo en tono muy serio que jamás debería ser ni irrespetuoso ni envidioso con nadie. El miércoles, Uruguay le faltó el respeto al mejor del mundo. Lo de los charrúas en el ‘Morumbí’ contra Brasil fue para grabarlo y pasarlo como video motivador a todo grupo humano que necesite entender lo que es poner garra y entrega contra un rival superior en el papel. Parecía que los brasileños hubieran matado a las familias de los 11 jugadores uruguayos que jugaron ayer y estos buscaban vengar la muerte del ser querido.

Las comparaciones generan odios y sentimientos encontrados y no voy a hacer comentario alguno sobre la actuación de la blanquirroja esa misma tarde en Ecuador; solo les confesaré que ayer sentí envidia. De ese tipo de envidias que hieren y carcomen el alma. De esas que fueron originadas primero porque no podías contener tanto sufrimiento de ver a tu selección hacer el ridículo en Quito, de convertirse en el hazmerreír del continente. En pocas palabras, Perú fue el reflejo de la falta de alma en Quito (Foto: EFE)De ese tipo de envidia que crece aún más cuando ves que mientras en el Messenger la gente empieza a colocarse ridículos nicks como "Perú fue puré" o "Se los dije" o "Ilusos", tú simplemente por despecho cambias el tuyo por "En las buenas en las malas: eso es ser HINCHA", sabiendo que finalmente esto te va a terminar hiriendo todavía más. Y de esa clase de envidia que finalmente se consolida cuando crees que vas a ver un carnaval amarillo y verde y crees que un rival "directo" (¿?) de Perú va a perder puntos gracias a Kaká y compañía, y finalmente con lo que te encuentras es con una clase magistral de valentía, coraje, pundonor, garra, amor propio, nobleza y demás adjetivos que hace tiempo no ves conjugados en una misma oración con "selección peruana".

Mi pata ‘El Choche’ debe estar triste por la derrota de "su" equipo. Pero al menos está con la frente en alto. Y yo, definitivamente, lo envidio porque prefiero ser un atorrante que un envidioso.

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