La paz no sea contigo
Soso, discreto y aburrido son algunos conceptos que califican para el partido jugado en la capital boliviana. Dicen que el resultado importa poco. Pero el seleccionado local derrotó en las postrimerías a Perú por 2-1 y sembró más dudas de las que ya existían sobre el porvenir blanquirrojo. ¿Será la excusa perfecta para empezar a clamar a los sancionados por indisciplina?
Corrían 85 minutos y el más optimista hincha peruano pensaba irónicamente -y mediocremente a la vez-: Es un punto de visita y estamos jugando en la altura. El limitado pensamiento tuvo sus consecuencias: otra vez una jugada a balón parado dejo sin respuesta a la defensa blanquirroja. Leonel Reyes se había sumado al ataque y solo sin marca en el área conectó un cabezazo que derrotó a Butrón. Lo gritó con fuerza como si no solo se tratara de un amistoso, sino acaso trasluciendo un sentimiento de compromiso hacia la camiseta verde.
Las previas
del partido lo señalaban como un cotejo en búsqueda de señales de optimismo, de
la paz de cara al futuro. ¿Qué luces pueden encontrarse frente a la selección
clasificada en el último puesto de Sudamérica? Y peor aún. ¿Qué conclusiones
pueden extraerse si se pierde contra dicho rival? La lógica no hace difícil
saber qué situación refleja ello.
MALES DE TODA LA VIDA
Las maledicencias habituales sobre la realidad del fútbol nacional repiten que si se busca en los estadios locales es poco lo rescatable que puede encontrarse para competir en el nivel internacional. Un poco de eso, de lo de siempre, se vio en el partido: la impotencia e invisibilidad peruana. Es difícil ilusionarse con un equipo que su primer disparo lo hace a los 33 minutos. Un equipo que carece de carácter ofensivo y que hace premonitoria buena parte de su juego.
Solo un rebote
ante una muy discreta defensa boliviana que frecuentemente buscaba el fuera de
juego permitió a Cevasco empatar el partido momentáneamente. El volante crema
marcó así su primer gol con la selección -a la que fuera convocado por primera
vez por Freddy Ternero hace tres años-. Y obviamente ese gol llegó minutos
después de que Bolivia abriera el marcador con un cabezazo de Ricardo Pedriel, como
si se hubiera necesitado un globo de agua fría para despertar. Al final, el
último globazo llegó ya sin tiempo para responder y cerró el marcador en un
supuesto 2-1 ajustado pero que debía haber sido una ventaja mucho si no hubiera
sido por las dos figuras del partido: Leao Butrón y el juez de línea boliviano
Humberto Paz, quien fue abucheado por toda la multitud al anular un gol en
posición legal al delantero Joaquín Botero.
RESCATANDO ALGO
Para
mencionar, pero no para destacar, quedan los debuts de ciertos jugadores
nacionales. Orlando Contreras mostró entusiasmo, pero no posee aún las
credenciales para poder destacar y contagiar a la defensa. Con más confianza y
consejos de gente con experiencia puede llegar a aportar algo en el futuro. Sidney
Faiffer estuvo bastante lejos de su nivel y tímidas ofensivas fueron su primera
carta de presentación. Salió reemplazado por otro que se estrenó con la
blanquirroja, Reimond Manco, quien mostró los mismos errores que exhibió con
Alianza en el partido contra EMELEC del fin de semana: abuso de individualismo
y poco temple ante jugadas impotentes. Si el sábado pasado fue expulsado, esta
vez Ortubé se apiadó y s0lo le saco la amarilla. El último debutante fue
Johan Vásquez: el volante de Bolognesi pasó desapercibido, contagiado por el
resto del equipo.
Entonces, si poco o nada positivo se puede rescatar de este partido, algo habrá que hacer para no volver a caer en los mismos errores. Suena lamentable concluir que con el limitado equipo que se cuenta, una sanción a cuatro de los mejores jugadores del medio termina siendo un obligado suicidio. Disciplina más drástica es una solución inmediata; trabajo planificado es la eterna solución de largo plazo. Por lo pronto, algo que sí puede esperarse de la Videna actual es procurar más partidos de preparación con rivales de una categoría superior, antes que algunos contra los que teóricamente podría recuperarse la paz pero, para colmo de males, acaban colmando la paciencia.
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