Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comPablo Bengoechea fue, nuevamente, blanco de críticas tras la goleada en Valparaíso. Algunos reclamos se apoyan en bases legítimas, pero acaban usándolo como chivo expiatorio y desviando la atención para, queriendo o sin querer, hacerle el juego a la reelección de Manuel Burga.

Otro partido. Otra derrota. Otro resultado desastroso. No tanto por el marcador, que pudo ser mucho peor, sino por lo que se desarrolló en la cancha. O lo que no se desarrolló. Como quiera que sea la cosa, siempre hay uno que sale peor que otro. Siempre hay uno que pierde más que todos los demás en el post.

Después de todo, cada derrota, cada mal momento llaman a un chivo expiatorio que sufra las consecuencias de un país desesperado por su mediocridad futbolística, pero también de sectores de opinión que parecen tener como único enfoque desestabilizar y causar daño; que, para colmo de males, por lo general esperan a que acabe el partido para arremeter contra todo lo que está mal, pero sin proponer alternativas. Estamos acostumbrados y eso ya no sorprende, es cierto, pero en DeChalaca no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando el sesgo entorpece la labor periodística y se planta encima de la razón para dar golpe tras golpe injustificado, y por eso hemos sostenido una línea de opinión al respecto en los últimos años.

No obstante, la coyuntura actual ha llevado a que inclusive desde los sectores más respetables de opinión haya una crítica aguda a la gestión de Pablo Bengoechea al frente de la selección peruana de fútbol. Nosotros discrepamos de considerar al técnico como el principal problema actual: no somos los guardianes de la razón, pero sí creemos en el razonamiento agudo y la argumentación inteligente. Discusión alturada, se la llama.

Lo que vale

La aparición de Pedro Gallese no evita el poco recambio de plantel (Foto: AFP)

Empecemos por lo poco que sea visto de seso y que aporta con ideas destinadas a aportar a la discusión y al proceso. La eliminatoria pasada acabó y se dijo mucho sobre el esquema y el planteamiento de Sergio Markarián. Gran parte de la crítica adujo la incapacidad de Markarián para introducir cambios que pudieran darle vuelco a un resultado adverso. Ello partía de dos motivos: la recurrencia a los jugadores de siempre -muchos criticados por su bajo nivel para vestir la camiseta de la selección- y la insistencia en un planteamiento táctico que no fuera capaz de instalar en la cancha un cambio de ritmo y de tenencia de balón. En resumen, los cambios de Markarián, tácticos y de jugadores, no surtían efectos. Una vez que teníamos el marcador en contra era casi una cuestión de resignarse a darle vuelta al partido. Hoy esa crítica se ha extrapolado al manejo de Bengoechea.

Tal vez el problema más grande de Bengoechea ha sido no ampliar el universo de jugadores que condujo Markarián. Salvo contadas nuevas apariciones –Deza, Hinostroza, Gallese, Ascues, Callens, entre otros–, el equipo se ha mantenido igual y, con él, los resultados. El último par de años se ha mostrado alentador con selecciones menores que han mostrado a no pocos jugadores con la capacidad de tomar la batuta de un equipo que debe empezar a renovarse. Esa, sin embargo, no ha sido la realidad. La introducción de nuevos valores es un tema pendiente para el DT de la selección y eso lo reconocemos todos.

Reconocemos, también, que Bengoechea no es, en abstracto, necesariamente el mejor técnico para nuestra selección. El uruguayo no es del gusto de todos -sea por el motivo que fuere-. Está bien que se prefiera otras opciones. Después de todo, todos buscamos el mismo fin: mejorar. Sin embargo, sí creemos que es la mejor opción para una selección que no conoce la palabra continuidad y que jamás ha probado lo que es el trabajo a largo plazo. Lo dijimos cuando se acababa el ciclo de Markarián y lo ratificamos cuando se confirmó a Bengoechea como DT. Nadie puede asegurar que esta fórmula específica sea la que nos salve de nosotros mismos ni la que nos ponga en el mapa futbolístico mundial, pero sí creemos que es la mejor opción que tenemos ahora.

Lo que está de más

Nacen interesantes posturas sobre la selección y el entorno futbolístico. Sin embargo, algunas de estas no pasan de la crítica destructiva (Foto: Agencia Uno)

El viernes vimos un partido terrible en el que un equipo sin engranaje fue fácilmente doblegado por uno que tiene un estilo y sabe a lo que juega. No hay duda de que no estamos para estas ligas.

¿Eso quiere decir que todo es culpa de Bengoechea? En absoluto. Afirmar esto con fuego en la lengua y pedir de inmediato un cambio de DT es no comprender que los problemas de nuestra selección son otros y que vienen desde mucho antes que Bengoechea o Markarián se hicieran cargo del equipo. No parece legítimo, entonces, tirarle todo el barro al entrenador cuando en la cancha el equipo no funciona o funciona defectuosamente y ha venido haciéndolo hace un buen tiempo. Puede que los jugadores no respondan al planteamiento o la idea del técnico -lo cual sí sería un punto criticable para el DT- pero lo que vemos en la cancha claramente trasciende eso. El equipo tiene problemas porque los jugadores tienen problemas.

La respuesta inmediata es acogerse a que hay que renovar a muchos jugadores e incluir a jóvenes que tienen que empezar a acostumbrarse al equipo que no dentro de mucho deberán comandar. Cierto, pero ello no puede conducir a una crítica que plantee que con ellos el partido hubiera sido otro. Ya explicamos que este tipo de partidos tiene un trasfondo más político que futbolístico, por la coyuntura electoral de la Federación Peruana de Fútbol, y que ello condujo a la inevitable convocatoria de “lo mejor que tenemos” –tengan la edad que tengan y le cueste a quien le cueste– para afrontar un partido del que nadie esperaba salir airoso.

¿Y si en vez de los jugadores de siempre se ponía a chicos y a nuevos y perdíamos de una peor manera? Ahí la crítica iría por la irresponsabilidad del técnico de salir a probar una nueva fórmula en un partido como este. Sea como sea, no hay cómo ganar. Bengoechea iba a ser fusilado a como diera lugar luego de que el reloj marcara 90’. Y lo peor de todo no es eso, sino que no necesitábamos un partido como este para saber que no estamos futbolísticamente a la altura de Chile. Podemos jugar contra Alemania y perder estrepitosamente, y no por ello la conclusión debería ser que el DT no es el correcto porque el equipo no funciona. La conclusión sería que no estamos en el mismo nivel, por lo que no parece correcto tumbarnos un proceso por algo que ya conocíamos y que está fuera de nuestro alcance de momento.

Las diferencias actuales entre Perú y Chile, pues, las conocíamos de antemano. Perder un partido que ya estaba perdido no es más que la consecuencia de que no estamos en el mismo nivel. Es necesario que entendamos esto para comprender, a su vez, que ni Jorge Luis Pinto, ni los 'jotitas' ni nadie van a cambiar eso de la noche a la mañana. Eso se cambia con trabajo, y trabajo es lo que, aun a las apuradas y con ánimos más políticos que deportivos, se ha priorizado en la práctica con la designación de Bengoechea como continuación del proceso previo.

¿Con qué nos quedamos?

El encuentro ante Chile evidenció las enormes diferencias entre uno y otro (Foto: Agencia Uno)

Hay que tomar la situación con pinzas y escoger de una vez por todas de qué lado estamos. Si estamos del lado que busca desestabilizar simplemente porque no les gusta lo que hay o porque tienen un conflicto distinto y este es su modo de atacar a su rival, continuemos con las críticas destructivas. Pero si estamos del lado del progreso, si queremos verdaderamente un cambio, seamos pacientes. Bengoechea lleva seis partidos al mando. Sí, los resultados no han sido los mejores y falta mayor voluntad de cambio, pero no podemos pretender que en menos de un año pasemos de ser uno de los peores equipos del continente a uno competitivo que se enfrenta a Chile de igual a igual. Menos si una correcta decisión –continuar el proceso de la mano de Bengoechea– fue tomada de la manera más equivocada –contrato hasta la Copa América–.

No podemos asegurar que esta es la fórmula que cambiará para bien nuestra realidad futbolística. Esta adolece de males que escapan a la esfera de la selección y el DT. No podemos asegurar que vamos a estar en Rusia 2018, sobre todo cuando a lo que debemos aspirar es a 2022. Lo que sí podemos hacer es promover una cultura en la que prime el largo plazo sobre todo, y en la que la presión mediática inteligente debería centrarse no en buscar cambios de nombres, sino en presionar a la autoridad que todo indica será reelegida por más que ninguno de nosotros así lo quiera para que deje de tomar decisiones por factores políticos antes que deportivos.

Por último, es importante hacer notar que el cargamontón contra Bengoechea no conduce a otro efecto sino que a acabar haciéndole el juego al supuesto eje de todos nuestros males: la reelección de Manuel Burga. A solo diecisiete días de los comicios, la atención mediática no está enfocada en cuestionar sus propuestas, exigirle planes o al menos conminarlo a oficializar su candidatura, sino a destruir al técnico. Es la cortina de humo que mejor le funciona, y que seguirá operando con los titulares grandilocuentes que vendrán luego de la conferencia de Jorge Luis Pinto en el Westin y del clásico del miércoles 22. Así, los críticos más ácidos de Burga acaban siendo cómplices de su estabilidad en el cargo, una vez más, al centrarse o bien en ataques a su persona y no a su gestión o, en este caso, desviando la atención hacia un chivo expiatorio como el técnico uruguayo. 

Así, en DeChalaca de ningún modo podemos asegurar que Bengoechea sea la respuesta a todos nuestros males, pero sí podemos asegurar que con trabajo y un plan a largo plazo, aun forzado por las circunstancias, nuestra realidad puede cambiar mejor que dando vueltas de tuerca a cada rato. Por eso, preferimos apoyar ese plan que sumarnos al coro que solo pide cambiar todo.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: AFP, Agencia Uno


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