Teófilo Cubillas con el Bentín: El primero de su clase

Eran tiempos en los que la formación deportiva importaba, y en serio, en el Perú. Era la década del sesenta, cuando varios de los futuros cracks del fútbol peruano salían de las aulas de los diversos colegios nacionales que cubrían la capital.
Como cada año, en 1964 se desarrolló el torneo interescolar de fútbol en el que participaban las Grandes Unidades Escolares que se crearon en los años cincuenta. En aquella edición participaron cuadros representativos como el Pedro A. Labarthe de La Victoria, Bartolomé Herrera de San Miguel, Pablo Patrón de Chosica, Mariano Melgar de Breña, Alfonso Ugarte de San Isidro, Ricardo Palma de Surquillo, el Guadalupe de Lima y el Ricardo Bentín del Rímac. Precisamente, fueron estos últimos dos equipos los que llegaron a la última jornada en calidad de invictos y con opción al título.
Aplicados con cancha
Luego de afrontar dos ruedas, los últimos partidos del campeonato se definieron entre la tarde y noche del lunes 9 de noviembre. En el estadio Nacional se desarrolló un programa triple que arrancó a las 5 con el tope entre los colegios Mariano Melgar y Alfonso Ugarte, como intermedio se disputó la final a las 6, mientras que a las 7 y 30 se vieron las caras Ciclista Lima y Sport Boys en encuentro válido por la sexta fecha del torneo de Primera División.
A la relevancia que se le otorgó al partido que definía al campeón los organizadores tuvieron el buen tino de conseguir el concurso de un árbitro de renombre para dirigirlo, nada menos que el de Arturo Yamasaki, quien por entonces ya sabía lo que era estar en una Copa del Mundo. Un empate le bastaba al Guadalupe para campeonar, mientras que al Bentín le urgía un triunfo para desplazar del primer lugar a su rival.
El encuentro tuvo dos etapas bien marcadas. En la primera, los del Rímac se adueñaron del juego en base a su buen toque del balón. En ello su figura indiscutida era el ‘10’, Teófilo Cubillas, que con 15 años se las arregló para conseguir un tiro libre a los 4’, falta que él mismo ejecutó con efecto para batir al portero Álvarez y anotar el 1-0. Aquel tanto le valió al ‘Nene’ para culminar como el máximo goleador del torneo con siete goles
En el segundo tiempo los roles se invirtieron ya que el Guadalupe se impuso en el campo por su mejor capacidad física, pero sin lograr conseguir el empate que necesitaban porque siempre se encontraron con Alberto La Torre, quien se hizo imbatible en su arco y acabó siendo uno de los mejores del partido. Así llegó el pitazo final de Yamasaki que le dio el título al Bentín.
Luego siguió la celebración. Cubillas fue levantado en hombros tras el logro, a lo que siguió una vuelta olímpica frente a un magro marco de público (apenas 889 espectadores) que se extendió hacia las calles de Lima en su regreso a pie hasta el colegio rimense, recibiendo en el camino el saludo de quienes reconocieron al campeón escolar.
El equipo dirigido por Víctor Villavicencio, ex técnico de Ciclista Lima, alineó aquel día con La Torre; Paredes, Reyes y Fernández; Quintana y Arias; Risco, Aliaga, Cárdenas, Cubillas y Landa. De ese once los frutos que mejor maduraron fueron Tadeo Risco (jugador de Sporting Cristal y hermano de Rafael, marcador izquierdo en la selección peruana) y por supuesto el ‘Nene’, que por entonces ya pertenecía a las filas de Alianza Lima como juvenil.
Para el Bentín el título se repitió un año después, mientras que para el ‘10’ de Puente Piedra esa fue la primera vez que su apellido comenzó a aparecer en las páginas de los diarios, que aún no mencionaban su nombre, pero que luego, cuando en 1966 debutó con el primer equipo blanquiazul, se encandilaron con el despegue de una carrera que desde el inicio apuntó para ser grande.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: diario La Crónica
