Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comEn el día internacional del masajista, recordamos al más célebre de todos en el fútbol peruano: Juanito Delgado, también conocido como ‘El Mago de la Bisagra‘. En su época se hizo famoso por sus dotes para atender lesiones y acompañó a la selección desde su primer partido hasta el día de su retiro.

 

Para algunos, todos los caminos conducen al fútbol, pero no todos transitan por la misma vía y no todos llegan de la misma forma. Lo que pasó con Juanito Delgado, el masajista de los deportistas, transcurrió por ese sentido desde sus tiempos de niño, en los que el deporte de la pelota no era más que un juego.

Accidentes del azar

Todo comenzó para Delgado en el colegio, donde se formó un equipo de fútbol que tenía la oportunidad de entrenar en el antiguo campo de Santa Sofía, propiedad del Lima Cricket. Fue ahí que obtuvo un valioso aprendizaje de los ingleses que le pegaban al balón en los primeros años de la segunda década del siglo XX, cuando el llamado foot-ball ganaba cada vez más adeptos en la capital. Ya adolescente, se enroló en el club Jorge Chávez Nº2 que actuaba en la Liga de Lima, y fue jugando con este equipo que sufrió una seria lesión al cuello que lo alejó de la práctica activa.

La desgracia le costó estar cuarenta días internado en un hospital, tiempo que aprovechó para aprender sobre enfermería y recibir clases de masajes en el mismo centro médico. Tras ser dado de alta, esa labor la llevó a la práctica desde 1914 en los campos de fútbol, en los que a los jugadores golpeados les faltaba recibir un tratamiento efectivo por la falta de gente preparada. Fue recién en 1922 -cuando se creó la Federación Peruana de Fútbol-, que se lo nombró como el masajista oficial de cuanto partido organizaba el ente rector.
El equipo de los Olímpicos de Berlín en 1936 y con Juanito Delgado a la extrema derecha (Recorte: Libro Goles con Historia, Teodoro Salazar Canaval)
Hasta entonces, su trabajo era ad honorem -por el simple gusto de atender a los demás-, pero en 1925 tal situación cambió cuando arribó a la capital el club Belgrano de Uruguay. Fue con los charrúas que a Delgado se le endosó su primer pago por cubrir el partido ante un combinado de Alianza Lima con Sport Progreso, lo que le permitió adquirir nuevos implementos y mejorar su servicio.

Sus conocimientos crecieron a medida que tenía nuevas experiencias, como la que tuvo en 1927, cuando fue comisionado para acompañar a la selección peruana en su debut absoluto durante el Sudamericano que se llevó a cabo en Lima. Dos años después repitió el papel al viajar a Buenos Aires como masajista del combinado peruano que disputó el mismo campeonato. Desde entonces, su presencia fue constante junto a Perú en cuanto torneo participó, destacando los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y los Bolivarianos de Bogotá en 1938.

Sin dolor que lo defina

Juanito Delgado tuvo buenos y malos momentos mientras fue masajista. Por ejemplo, le tocó ser el primero que atendió a Jorge Chávez Boza, jugador de Atlético Chalaco que en 1936 perdió la vida a los pocos días de recibir una dura falta de Víctor Guarderas Lavalle. Cuando lo atendió, no pudo hacer mucho más que vendarlo por la gravedad de la lesión y dejar todo en manos de los médicos de turno.
Uno de los peores momentos de su carrera se dio cuando atendió a Jorge Chávez Boza con la pierna derecha lesionada (Recorte: diario La Crónica)
En 1949, con motivo del viaje a Rio de Janeiro para jugar el Sudamericano, no se le incluyó en la delegación oficial por motivos económicos, pero durante un partido internacional en Lima -cuando la selección ya estaba en pleno viaje a Brasil-, el público le manifestó su total apoyo con aplausos cada vez que saltó al campo, a tal punto que los directivos reconsideraron la medida y fue embarcado para darles el alcance.

Un año después, su voluntad de atender a los lesionados le costó ser amonestado durante la primera fecha del campeonato de Primera División. Y es que nadie podía ingresar a la cancha si no era con la autorización del árbitro, pero a Delgado le ganó el ímpetu e ignoró tal medida, entrando al campo mientras aún se llevaba a cabo el juego entre Alianza Lima y Sport Boys.

Tanto trajín llegó a su fin el 27 de mayo de 1956, cuando por su avanzada edad tuvo que optar por el retiro ante la recomendación de los médicos. El escenario no pudo ser mejor elegido, pues aquel día en el estadio Nacional se disputó el título por el campeonato de Lima y Callao entre Alianza Lima y Universitario. El partido, que correspondía al torneo del año anterior, tuvo un lleno absoluto en las graderías con más de 45,000 espectadores, los que le rindieron un sentido homenaje al momento de dar el play de honor y al dar una vuelta olímpica, la que completó caminando paso a paso.
Ya con 60 años, Juanito Delgado se tuvo que despedir del fútbol en 1956 en medio de un clásico (Recorte: diario La Crónica)
Con 60 años a cuestas, la pequeña figura de Juanito Delgado quedó así grabada por última vez en la retina del fútbol peruano. Varias generaciones lo vieron atender con esmero a cada jugador lesionado, aunque el paso del tiempo resultó ser un adversario que no pudo superar y desde entonces se dedicó a atender de forma particular dentro de su consultorio en el Cercado. Su legado, sin embargo, continuó por medio de los diversos masajistas que ya se encargaban de cumplir esa labor en varios equipos, y que en olor a frotación, lograron mantener la tradición que él comenzó.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: diario La Crónica, Libro Goles con Historia / Teodoro Salazar Canaval


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