Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comUn partido rarísimo marcó el debut internacional de los pintorescos -por historia- Boston River y -por manejo- Comerciantes Unidos. El 3-1 fue decorado por un gol récord al minuto, dos tantos de un defensa, un autogolazo y un penal tirado al cielo por un arquero. Lo único convencional: perdió el club peruano.

 

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Le dicen la otra mitad de la gloria pero, para algunos, es el éxtasis entero. Que lo cuente Joaquín Pereyra, zaguero por izquierda que a los 22 años de edad sabe bien lo que es la amargura en el fútbol. Formado en Danubio, tuvo hace dos años la chance de estrenarse internacionalmente en Copa Libertadores ante San Lorenzo y Sao Paulo; pero de modo fugaz perdió espacio hasta que acabó cedido al modesto Villa Teresa. Con este club ni siquiera tuvo la ocasión de jugar en todo el primer semestre de 2016: apenas salió dos veces en lista y, encima, se fue al descenso. Después de eso, fue cedido a Boston River para el segundo semestre, y salvo cuatro esporádicas apariciones no tuvo mayor chance.

Por eso el doble grito de Pereyra, histórico para un club de barrio y con muchas leyendas -de todo corte- detrás que llega a jugar su primer torneo internacional, vale mucho. Y aun cuando haya sido contra un club peruano, es de esas historias de fútbol que agrada contar. Como la de William Palacio, delantero hábil que en 2016 fue capital para la levantada de la San Martín de José del Solar después de su fatídico primer semestre, y que pese a eso no encontró lugar en Santa Anita para este año. Se mudó a Cutervo y se metió rápido, en minuto y medio, a la historia de la Copa Sudamericana: marcó el gol inaugural más precoz de la historia del torneo.

Lo insólito de la noche del Parque Central es que mientras en Comerciantes, la improvisada visita, las chances de atacar pasaban por el capricho individual de Palacio, en el local, con mucho más método y orden, las llegadas peligrosas al arco de Éxar Rosales eran protagonizadas por los defensas. Se descolgó con frecuencia Guillermo Fratta y, así como Pereyra, causó zozobra en el fondo de las 'Águilas' producto de transiciones de libreto repetido que encontraban fútil resistencia en los laterales Ángel Pérez y Renato Zapata, quienes no la pasaron bien en Montevideo en la marca. Ninguno de ellos, sin embargo, tuvo una noche tan aciaga como Kike Rodríguez: el zaguero quiso ir al cruce justo en la jugada posterior al segundo gol de Pereyra y acabó ejecutándole a su propio golero Rosales un sombrero de proporciones mexicanas.

Jefferson Viveros solo tuvo chispazos ante la defensa del Boston River (Foto: diario El País de Uruguay) 

El extraño primer tiempo dio pie a un complemento todavía más raro, en el que el local se cansó de buscar sin fortuna a sus delanteros Bruno Foliados y Sebastián Sosa, y en el que cuando remató desde fuera encontró el lucimiento de Rosales como respuesta, con más estiradas para la foto. Del lado cutervino, al no tener disponible al paraguayo Jeremías Bogado por lesión -menuda falta que hizo-, la mejor carta de la que dispuso Agapito Rodríguez -Oscar Ibáñez viajó con la delegación, pero aún no formaliza su contrato y solo asumirá funciones al regreso al país- fue Jorge Vílchez, quien ingresó a acompañar a Viveros y Palacio arriba y, más por bulto, acabó impulsando ese penal que no existió porque Pablo Álvarez no empujó a Palacio.

El partido era tan atípico como su aparente desenlace: un penal de visita inexistente cobrado a favor de un club peruano en un torneo internacional. Pero Rosales, usualmente infalible a balón parado, no quiso estar alejado del trámite exagerado de la noche y la mandó al cielo que alguna vez cobijó el sueño de Artigas. Se fue lejísimos, en un disparo impresentable y que, para un estadio como el Parque Central que no tenía por qué conocer de las bondades goleadoras del arquero de las 'Águilas', fue más una invitación a la hilaridad que a exhalaciones de alivio.

Con un gol más en la alforja, de hecho, Comerciantes habría contado con mucho mejor crédito para el cotejo de vuelta, programado todavía para dentro de tres meses y monedas. Un cotejo que salvo milagro de la tecnología o buena gestión ante la televisión internacional -está programado a las 17:15- no podrá jugarse en Cutervo pues el Juan Maldonado Gamarra carece de iluminación. Y que con el 3-1 es un score complicado de remontar aun cuando los buenos oficios de Oscar Ibáñez y su asistente Juan Pajuelo tengan un buen lapso disponible para recomponer piezas y amalgamarlas.

Jean Tragodara no tuvo un rendimiento acorde en la noche del debut de Comerciantes Unidos en la Sudamericana (Foto: diario El País de Uruguay) 

En Sudamérica y en la Sudamericana, sin duda, siempre podrán encontrarse soluciones artesanales a este tipo de problemas. Pero la buena fortuna tiene un límite: Comerciantes arriesgó demasiado al viajar a Montevideo con un cambio abrupto de DT de por medio y sucumbió ante un rival sin muchas armas -por eso Boston River no acabó goleando- pero sí un depurado método para causar daño. Por eso, hacer un gol récord y encima empatar con penal inventado era un premio tan excesivo como un balón regalado a las nubes.

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Fotos: diario El País de Uruguay


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