Ni siquiera lo piensen

Pensar que hace solo tres años José Gálvez vivió el mejor momento de su historia. Pensar que supo ser campeón del Torneo Intermedio (renombrado luego como Torneo del Inca) y campeón de la Segunda División en 2011 para solo unos meses después ganar también la Copa Federación tras superar a Juan Aurich, ya en 2012.
Todo eso quedó en un simple recuerdo, pues conducir un club de fútbol no es fácil, más aún si se trata de uno con poco manejo institucional tal como es el caso de Gálvez, que sin tener con qué, armó un plantel para campeonar este año, una decisión que ya le comenzó a pasar la factura en lo económico y lo deportivo. Las noticias que llegan desde Chimbote es que a los jugadores se les tienen deudas, lo que motivó que dejen de entrenar; que si Julio Zamora sigue en su puesto es solo por la voluntad y el apoyo de su plantel, ya que no cuenta con el respaldo de los dirigentes (que lo despidieron tras caer ante Willy Serrato); y que podría comenzar a perder puntos en la tabla si no cancela las deudas de campañas pasadas.
Así está el equipo chimbotano, una situación muy bien conocida en la Segunda, que cuenta con gran experiencia si de equipos en crisis se trata, pues en los últimos años otros han corrido el mismo destino: el descenso antes de tiempo. No es la primera vez que en Chimbote se da un manejo de este tipo, por lo que sorprende que se cometa un error que ya se creía superado, pero que puede manchar nuevamente el torneo.
La gestión que en adelante pueda llevar su presidente Augusto Sipión es complicada, pues históricamente el apoyo que ha recibido Gálvez ha dependido de pocas personas que, cual mecenas, han llevado a la franja chimbotana a cumplir buenas o regulares temporadas. Ahora sin ese respaldo, el equipo corre el serio riesgo no solo de perder la categoría, sino de terminar por desaparecer para luego, quien sabe, acabar siendo refundado.
Foto: Diario de Chimbote
