De grande a gigante
Diego Penny es la figura indiscutida de la final que coronó a Aurich campeón. El 'Flaco' se hizo inmenso en los penales y coronó una soberbia actuación en el Nacional para borrar ciertos fantasmas del pasado y volver a aparecer en las portadas.
Óscar Vílchez pateó el penal quizá sabiendo que el pondría la firma final a la acta de defunción de Alianza Lima. Sus compañeros ya se habían encargado de escribirla y ‘Neka’ quedaba solo ante un Diego Penny cada vez más grande en un arco que se había empequeñecido. Quizá por eso, Vílchez no fusiló al arquero sino le entregó el balón para que este volara por última vez en el año y se pusiera la capa de héroe. El grito de toda una ciudad acompañó a la estirada que, curiosamente, fue la menos espectacular del partido. Bah, que importa. El flaco vestido de verde ya corría por el grass como las lagrimas por sus mejillas y el éxtasis en la ciudad chiclayana era total. La lucha había concluido y el vencedor tenía un responsable que apagó todas las chispas de esperanza aliancistas durante la final.
El camino a la gloria de Diego Penny no había sido fácil. El chico espigado que tuvo que soportar bromas en el camerín de Cristal debido a su tamaño se acostumbró mejor a las provincias que a la capital para ubicarse debajo de los tres palos. De Cristal a Bolognesi donde se hizo hombre. En Tacna aprendió a pelear la punta, el descenso, la mitad de la tabla y salir a defender el honor del equipo heroico a Sudamérica. Ya campeón del Clausura, sin poder alcanzar el trofeo nacional todavía, partió a Inglaterra donde se enfrío y perdió rastro. Por eso, cuando la directiva de Oviedo le puso la oferta en la mesa, el portero no dudó en regresar.
Una buena campaña con Aurich el 2010 y consecuente clasificación a la Sudamericana materializaban su regreso al Perú. Su alto nivel en el arco del Aurich, sin embargo, todavía no alcanzaba para su llamado a la selección. Era difícil olvidar para muchos, y más para el mismo Penny, aquel noviembre de 2007 en la cancha del Atahualpa. Nadie supo como el arquero que se creció ante Brasil en Lima quedó tan desahuciado por los ecuatorianos que le propinaron cinco batacazos y su temprana despedida del combinado bicolor. La herida era muy grande.
A pesar de la adversidad, el guardameta nunca se cayó. En Chiclayo se pusieron la meta de hacer suyo el 2011 y confiaron la retaguardia de nuevo en Diego Penny. El actual tenía que ser sí o sí su año. El equipo llegó a la final como una colectividad, pero son las finales donde pesan los nombres. Si Alianza impuso a Montaño, Arroé y Jayo en la ida, los rojos tenían que devolver el golpe en Matute. Con un equipo victoriano desesperado por campeonar, Penny le sacó un gol que hubiera liquidado la historia a Paolo Hurtado. Aurich recuperaba la vida en parte gracias al de verde en un equipo de rojos.
El Nacional era el lugar perfecto para concluir la gesta. Ovelar y Trujillo se vieron bloqueados por el ‘Flaco’ cuando los blanquiazules ya comenzaban el grito. Las piernas flaquearon y en los penales ya la responsabilidad era suya. Lo alentó el penal fallado por Édgar Gonzáles y el engaño que le propinó Cristofer Soto. Cuando se plantó ante Trujillo, ya prevía la dirección del balón. Cachetadón durísimo para Alianza y para Óscar Vílchez que, en el siguiente penal íntimo, solo hizo más grande la figura de Penny.
Foto: José Salcedo / DeChalaca.com
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