Foto: BBCJapón y sus cabelleras de diferentes colores tuvieron un emblema en el Mundial 2002: Junichi Inamoto, aquel número '5' que le brindó a su país la primera alegría de un triunfo en la Copa. Y encima, ante Rusia, el rival más encendido para las pasiones niponas.

 

Japón, coorganizador del Mundial de 2002, tenía ante todo un reto entre los muchos que su condición le imponía: ganar un partido. En su primera experiencia mundialista, cuatro años antes en Francia, el cuadro nipón había perdido el "duelo de cenicientas" en el que a priori era favorito, ante Jamaica. Por ello, no faltó quien cuestionara que una selección que ni siquiera era capaz de ello pudiera tener el privilegio de una clasificación directa.

Encaminada hacia ese objetivo, la escuadra dirigida por el francés Philippe Troussier había tenido su primera alegría tras empatar en el arranque 2-2 con Bélgica, uno de los rivales más difíciles de su grupo, el H. Cuatro días después, un 9 de junio, en el International Stadium de Yokohama, se escribiría la página más gloriosa del fútbol japonés: el esperado primer triunfo mundialista, teñido de rubio por una encendida cabellera correspondiente a Junichi Inamoto. Y nada menos que frente a Rusia, un país con el que la historia japonesa sabía de duros desencuentros en todo ámbito.

Minuto 51

El partido estaba cerrado. Ninguna de las dos escuadras quería ceder terreno al rival, aunque Japón llegaba con mayor claridad. Narazaki y Koji Nakata tuvieron ocasiones, pero el partido se fue al descanso con empate en cero. Volviendo de vestuarios, la tromba japonesa fue más decidida: no se podía decepcionar tanta ilusión cobijada en las tribunas.

Así, apenas transcurridos seis minutos del complemento, a los 51', pudo más la avidez colectiva de los japoneses. Todo partió de los pies de Koji Nakata: un pase raso al corazón del área, en búsqueda de algún remate rápido. Sin embargo, el que recibió, Atsushi Yanagisawa, obró con inteligencia: vio entrar a Inamoto -quien ya había anotado un gol ante Bélgica- y, en vez de optar por el disparo, se la cedió en primera, rompiendo en un solo toque el cerco ruso. El rubicundo al pomo, con el '5' en la espalda, la recibió y se la puso lejos al meta Ruslan Nigmatullin. Era el gol de la victoria japonesa, el gol que dejó sin aliento a las 68,108 almas que fueron a hinchar a su selección.

Luego, Japón ganó un partido más ante Túnez y se fue eliminado rápidamente en octavos por Turquía. Pero el Mundial, además de sus fastuosos estadios, dejó el grato recuerdo de la cabellera encendida del popular ‘Ina’, quien ya  lleva dos mundiales disputados con su selección y además ganó con ella la Copa Asiática de 2002. Cuando le hizo el gol a Rusia, se encontraba jugando en el Arsenal inglés, por lo cual era llamado a ser la estrella de su selección y no defraudó; hoy ya está de vuelta en casa defendiendo las sedas del Kawasaki Frontale en la J-League y con 31 años a cuestas es difícil que sea convocado. Aunque quizá no falte algún jugador que se anime a teñirse el pelo de rubio y recordar la hazaña del héroe de Yokohama.

Foto: redliff.com

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