Miguel Company: Controversial Company

Las notas sobre Miguel Company Chumpitazi (Lima, 12 de enero de 1945) son un buffet para los periodistas. En los ochenta y noventa, fue uno de los personajes más vehementes del fútbol nacional. Han pasado largos años desde que dejó de entrenar a nivel local, aunque nunca ha dejado de engrosar la lista de rumores: Cienciano, Municipal y Sport Boys han sido muchas veces voceados para darle albergue en sus respectivas bancas. Pero lo cierto es que desde 1999, Company no dirige en el fútbol peruano.
El tormento como principio
Company no tuvo una gran trayectoria como jugador. Alternó en algunos equipos del interior a principios de los setenta, como Juan Aurich y José Gálvez. A principios de los ochenta podría leérselo como ocasional colaborador de la revista Ovación, con entrevistas a personajes como César Luis Menotti. Pero fue en 1985 que dio el salto como técnico: la Asociación Deportiva Tarma (ADT) le abrió las puertas para dirigir en Primera.
En sus dos primeros años como entrenador, llegó a dirigir una cantidad insólita de cuadros: cinco. En ese mismo 1985 dirigió también a Juventud La Joya de Chancay y a Colegio Nacional de Iquitos. Al año siguiente, estuvo en Hungaritos y dirigió a Unión Huaral en el torneo Intermedia. Tantas experiencias en tan corto lapso le valieron dar el segundo gran salto.
Así, en 1987 tuvo su primera experiencia con un equipo "grande": Sporting Cristal. En el cuadro celeste permaneció un año y medio, y se marchó antes de iniciarse el Descentralizado de 1988, justo después de haber conseguido ganar la recordada Copa Marlboro en Nueva York. Algunos triunfos con los cerveceros le permitieron tocar la puerta de Matute en 1989; en Alianza tuvo un aceptable papel en la primera mitad del año, pero el cuadro blanquiazul se vino abajo en la segunda rueda.
En 1990 su paradero sería el puerto del Callao con Sport Boys. Solo llegó a dirigir la Liguilla del I Regional, tras la abrupta renuncia de Miguel Ángel Arrué luego de la etapa Metropolitana. Logró ganar aquella Liguilla, con la cual el conjunto rosado clasificó a la Copa Libertadores; pero apenas finalizada dejó el cargo de modo intempestivo. Regresaría a Boys en los primeros meses de 1991, pero su estadía sería nuevamente corta. La Selección lo esperaba.
Golpes continentales
“Yo a la selección llegué más como peruano que como técnico. En los momentos difíciles, cuando no había dinero, cuando el panorama futuro no estaba claro, ahí se recurrió a mí”, dijo en una entrevista a la revista Once, limpiándose de sus fracasos con la selección.
Con la blanquirroja tuvo dos etapas: las Copas América de 1991 y de 1995. Pero en la que más resaltó su poco manejo de grupo fue en la primera de ellas, en Chile. Empezaba a relucir la violencia que guiaría su carrera en los siguientes años, cuando agredió físicamente a Jorge Egoávil, periodista de La República, en un entrenamiento previo al certamen. Pero no todo fue con la prensa. En el transcurso del torneo tuvo un altercado con el delantero Andrés ‘Balán’ Gonzales, a quien desembarcó luego de que el delantero pidiera no jugar ante Paraguay por sentirse indispuesto. Aquel incidente derivó en la suspensión indefinida del atacante, quien recién pudo volver a la selección dos años después, gracias a una insólita amnistía del presidente de la República, Alberto Fujimori.
En su segunda experiencia, en la Copa América de Uruguay, destacó la recordada crisis de la salmonella que sufrió la delegación. Company denunció un complot para sacarlo del cargo y dejó la bicolor después de una paupérrima participación en tierras orientales.
Las decisiones violentas ya marcaban su destino. Los equipos peruanos no lo querían en sus filas. Tal tacha lo llevó a emigrar por otros vientos: dirigió a Deportivo Cali (1992), los Tiburones de Veracruz (1996) y a la selección de Honduras (1997-1998).
Crema en lucha
Después de ocho años sin dirigir a un equipo peruano, Company aceptó sentarse en el banco de otro "grande": Universitario de Deportes. Aceptó el reto de llevar al vigente campeón a una nueva consagración y hacer un buen papel en la Copa Libertadores, pero su pasado lo condenaba. Desaprobado al cien por ciento por la Trinchera Norte, logró el título del torneo Apertura, pero en medio de una profunda enemistad con el plantel y con sus principales referentes.
Su relación con Alfredo González se deterioró tras la goleada en Liniers ante Vélez Sarsfield (4-0) y, en la segunda mitad del año, el desastroso debut en la Copa Merconorte con caída 4-1 ante El Nacional de Quito fue el detonante. Se fue tras dos caídas consecutivas: ante Melgar (2-0) en el Clausura y ante América de Cali (1-2) en la Merconorte. El ciclo Company quedaba concluido.
La letra con sangre entra
Durante su estancia en la ‘U’, fue partícipe de muchos conflictos. Sus cualidades catchascanísticas se reflejaron con el cabezazo que le propinó al preparador físico de Cristal,Jorge Luis Fleitas, en el empate 2-2 por Copa Libertadores. “La gente se admira mucho de una pelea y yo he tenido varias dentro y fuera del país” fueron las desafortunadas declaraciones que dio luego del incidente.
Al interior del grupo también tuvo baches. El principal fue con Gustavo Grondona, debido a que el argentino se ausentó de una concentración que Company había decidido a última hora. El enfado hacía el jugador se hizo notar, impidiendo su presencia en los decisivos encuentros coperos ante Vélez Sarsfield. El plantel respaldó al volante argentino y se hizo notorio el quiebre de la relación una vez conseguido el Apertura en Piura: los jugadores celebraban en la cancha, mientras Company permanecía inmutable y aislado a un costado del campo.
También recurrió (nuevamente) a la matonería frente a un periodista. Esa vez le tocó a Fernando Egúsquiza, luego de la goleada sufrida ante El Nacional de Quito. El entrenador arremetió dándole la espalda, lanzándole gritos y cogiendo impulsivamente su grabadora. Aquella mañana, su puño hablo más que su boca.
Un cubano más
No obstante, Company llegó a cumplir su más anhelado sueño: “Trabajar por la Revolución”. Y se marchó a Cuba. Admirador desde su música hasta todo el proceso revolucionario, afirmaba que él podía dirigir hasta gratis a Cuba, porque creía en la Revolución, calificándose como un hombre de izquierda. Cuatro años duró su travesía por la tierra de Fidel Castro. Después regresó al país y últimamente se lo vio como comentarista de un programa deportivo de RBC Televisión, sorpresivamente más ecuánime y conciliador que de costumbre. ¿Será su nuevo y futuro estilo?
Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com

Además es un caballero, una persona seria y trabajadora. Sabe de táctica, estrategia, le gusta el buen el fútbol, este Boys es el que mejor jugó el torneo pasado.
Bien Miguel!!! Dales a estos Oblitistas lo que se merecen.