Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comEn uno de los clásicos de trámite más insólito de los que se tenga memoria, Alianza fue claramente superado por Universitario pero acabó volteando el marcador para ganar 1-2 y vencer en casa de su archirrival luego de siete años. Bloopers, vértigo improductivo, desorden controlado y un Butrón sublime no consiguen, del todo, explicar lo inexplicable.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Cuando la globalización termine de comerse al fútbol, la historia contará como rareza que un día de junio de 2017 se jugó un clásico peruano el mismo día que una final de Champions League. Y fría, fáctica, registrará para la posteridad que ese clásico lo ganó Alianza Lima de visita en el estadio de Universitario, en la tercera victoria que registra el cuadro íntimo en ese escenario y la segunda con voltereta de marcador de por medio.

Pero las crónicas de partidos existen, justamente, para matizar la data y explicar el curso de los hechos. Incluso de lo inexplicable. Como que Universitario le haya ganado a Alianza un partido en el que dispuso de facilidades extremas por cortesía de la floja disposición íntima en casi todas las líneas de juego. Y en el que había tenido una media hora de tan abrumadora superioridad que el espíritu del 3-0 de hace algunas semanas había asomado por los pasillos del Monumental no en forma de fantasma, sino de realidad inevitable.

Porque es difícil, sin duda, que un equipo juegue tan mal un clásico como lo hizo Alianza en ese tramo del primer tiempo. Con permisividad por los lados, poco carácter en el medio, nula capacidad de conexión entre las dos líneas de volante y obviando por completo la presencia de un delantero en punta. O dicho de otro modo, hipotecado a Leao Butrón, sus guantes y hasta su cara, porque incluso con ella sacó goles el veterano guardameta blanquiazul.

En 2', la primera emoción del partido: el penal atajado por Butrón a Tejada. (Foto: Andina) 

Allí, en los arcos, puede encontrarse el único argumento más o menos racional para explicar cómo un partido que pintaba tan mal para Alianza pudo acabar convirtiéndose en una victoria celebrada en La Victoria. Porque si Butrón estuvo sublime, Raúl Fernández tuvo una noche floja en su reaparición en el arco crema, con obvia complicidad en el gol que Luis Ramírez convirtió desde un tiro libre inofensivo cuando los blanquiazules no habían pateado una sola vez al gol. 'Cachito' tampoco lo hizo, en realidad, pero su centro se coló en el pórtico merengue y así comenzó a cambiar el curso de un clásico que antes como después de ese gol gobernó Universitario.

¿Pero qué cambió, entonces, a partir del gol de Ramírez si el dominio siempre fue crema? Que ese vértigo brutal que la 'U' había impreso por los costados con Alberto Quintero y Roberto Siucho y que había derivado en que Hansell Riojas continúe hasta la hora en que estas líneas se escriben buscando la espalda de Luis Tejada bajó el ritmo. Era natural, claro, porque sostener más de media hora a carrera pura resulta complicado en el fútbol local, en el europeo o el marciano. Pero en esos casos, los cánones -y la inteligencia- dictan como derrotero que hay que morigerar revoluciones, parar pelota, pisarla y pensar; porque si tu equipo es más, cualquier acción trabajada seguirá superando a un rival que es menos.

Universitario, sin embargo, se tomó tan en serio eso de ir contra todo y contra todos que acabó yendo contra sí mismo. Insistió en atacar a la loca y disparando como fuera al arco de Butrón y este siempre tuvo una respuesta. Entretanto, Alianza prosiguió rácano y visiblemente tocado por la entremezcla de sensaciones de cargar con una eliminación, atajar un penal, encajar un gol madrugador y empatar sin saber cómo en solamente 72 horas; pero sí corrigió, con el correr de los minutos, el desorden de su sistema defensivo para, por decirlo de cierto modo, al menos colocar estacas más decentes en torno de su arco y, así como en su visita de abril a Avellaneda, rascar la olla para quedarse con algo.

Tejada hizo un gol, aunque no estuvo del todo preciso. (Foto: Andina) 

En ese sentido, Pablo Bengoechea logró, primero, que Aldair Fuentes dejara el rol de ancla de la nada para convertirse en casi un tercer central que colaborara con los riesgos de Riojas y los despejes de Gonzalo Godoy; luego, que Paolo de La Haza y Francisco Duclós se anclaran ellos, más bien, en sus carriles para impedir que los laterales merengues -sobre todo Jersson Vásquez- llegaran con facilidad al ataque ganándoles las espaldas; y por último, que con el ingreso de Luis Aguiar tanto Ramírez como Rinaldo Cruzado se replegaran a sostener duelos directos con las subidas de dos hombres más jóvenes pero con pie menos fino como Ángel Romero y Emanuel Páucar, respectivamente, y les comenzaran a ganar el uno a uno por simple currículo.

Así, Alianza, con poca ambición pero sí con más pericia que su rival, fue empujando al partido hacia el empate que le era cómodo, primero. Lo anterior tuvo como costo que Óscar Vílchez, una vez más, se quedara sin chance de completar un partido entero -ahora por decisión del banco y no de sus músculos- y Bengoechea tuviera que comerse la cara larga de 'Neka' al ver la paleta. Cosas que quedan en el anecdotario de los clásicos, sobre todo cuando un golazo como el de Cruzado, con un disparo tan fino desde fuera que ni siquiera Butrón habría llegado a él -Fernández, tal como le iba la noche, no llegó-, convierte en sonrisas cualquier mueca de desagrado.

¿Lo comenzó a ganar Alianza sin saber leer ni escribir? Nunca tanto. Quizá sí leyó y escribió de cualquier manera. El tema es que la 'U' estaba, a esas alturas de la noche sabatina, como uno de esos alumnos repitentes que se quedan en el salón de cases hasta el final de la tarde llenando planas con oraciones repetidas. Porque el profesor Diego Manicero, quien era el llamado a ingresar y decirles a los muchachos que escribieran otra cosa, se quedó en el banco porque Pedro Troglio prefirió no sacrificar a alguno de sus tres extranjeros en el campo -Arquímedes Figuera acompañaba a los panameños Quintero y Tejada-. El DT crema se la jugó por Javier Núñez y luego, ya tarde, por Hernán Rengifo como acompañante del 'Matador' Tejada, en acto fútil pues no había suficientes abastecedores para tanto delantero.

Un golazo de Cruzado estableció el triunfo de Alianza Lima. (Foto: Andina) 

Así, la 'U' terminó la jornada queriendo meter a Alianza contra su arco con la misma receta de la primera media hora: vértigo puro. La diferencia radicaba en que ya no ganaba con gol tempranero, sino perdía con golazo de otro partido. Y en que el partido que se estaba jugando era no necesariamente el que quería Bengoechea, pero sí el que no le convenía a Troglio. El carazo de Butrón, el tole-tole del final y la roja a Duclós -algo exagerada- solo decoraron un partido que sin duda no era de Champions y ni siquiera bien jugado para estándares locales, pero sí bastante intenso y emotivo.

Contará, entonces, como rareza la historia acerca de este clásico no solo la fecha en que se jugó, sino que lo ganó el que no lo dominó. De eso hay bastante en el acervo de esta rivalidad que data de 1928. De buenas -y de malas- actuaciones de arqueros, también. Incluso de penales fallados con gol de revancha, de golazos, de bloopers, de expulsiones, de riñas y de volteretas. De lo que casi no hay es de clásicos ganados por un equipo después de haber sido tan claramente superado de cabo a rabo y estar a tiro de la goleada. Así pasa.

Las Fotos

Los Goles

Fotos: Pedro Monteverde / DeChalaca.com; Agencia Andina


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CHALACAS DE VISTA: La jerarquía de Luis Ramírez y Rinaldo Cruzado

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