Un partido que estaba condenado al olvido se convirtió en una noche mágica para Cristal. Con gol del ‘Chorri', con Oblitas en el banco y con una nostalgia que se apoderó de los hinchas celestes en tiempos diametralmente opuestos a aquellos de mitad de los noventa. De todas formas hay algo que no cambia: ganarle a la 'U' siempre infunde ánimo y fe en el Rímac.


Foto: Martín Velásquez / DeChalaca.com

La 'U' atacaba y a ratos gustaba. “El que no salta, se va a Segunda”, bromeaba la Trinchera. Jugaba mejor que Cristal y jugaba mejor que la misma versión crema de hace un mes. El Nacional, raleado y extrañando mejores tiempos, cobijaba la monopólica cadencia de Norte: “Uuuuuuuu, dale, dale uuuuuuuu”. Y de pronto todo cambió. Llegó la media hora del segundo tiempo y el cantar unánime alternó de camiseta: “Ese es Sporting Cristal, Cristallll, Cristallll”. Palacios corría, se quitaba la camiseta, se salvaba de una segunda amarilla y Oblitas apretaba los puños. En la otra tribuna, solo los grillos acompañaban un tarareo que se tornaba indeciso: “No tenemos dirigentes, jugadores del montón…”. Quejas entre murmuraciones y carajeos. La fiesta ya era del otro.

 

Mayo de 1992: hace 15 años, se calificaba 'El Nuevo Clásico' al partido entre celestes y cremas, ya con Oblitas en el banco del Rímac (Recorte: El Comercio, suplemento Deporte Total, 29/06/92 p. 9)

Desde el arranque, la huachafería peruana logró materializarse en el tablero del Nacional con un mensaje que sonaba forzado e imprudente: “Clásico Moderno”, enunciado cuya exclusividad, hasta donde se sabía, correspondía a los 'U'-Municipal. En la cancha, como contraparte, se veía a dos equipos con la impericia suficiente para prever un 0-0 gigante. La 'U' regalaba sus ocasiones de gol como si la mejoría en su juego le diera crédito para andarse con filantropismos. Cristal hacía de buen pobre, conformándose con las migajas que cayeran del cielo, un milagrito, una voluntad del Señor. Si aquello era lo moderno, mejor aferrarse a la onda retro.

 

Palacios fue el héroe de la noche celeste (Foto: Martín Velásquez / DeChalaca.com)Y alguien se aferró. Fue Roberto Palacios en el minuto 74. No con una finta ni con un ‘Chorrigolazo’ noventero; más bien, con modestia y orgullo propios. Pujando ante la adversidad de su equipo y su propia fragilidad corporal, vio que llegaba un tiro libre servido por Lobatón desde la derecha, arrancó un pique, se zafó de la marca de Correa y elevó hasta donde pudo (10 centímetros) su metro sesenta y ocho de estatura para ensartar un cabezazo en el área chica. Oblitas apretó las manos, como reviviendo aquellos tiempos de “Juan Carlos y su Rumba Celeste” y aun sabiendo que su equipo actual no coordinaría ni tres pasos seguidos en un baile de primaria.

 

En aquel instante emergieron las matemáticas: faltando que la fecha se complete, Cristal dejaba momentáneamente la cola del Clausura y en el acumulado se ponía a dos puntos del 'Muni' y de la salvación. Junio de 2002: Palacios anota ante Wanka el que hasta esta noche era su último gol con la celeste (Recorte: El Gráfico Perú, N° 1072 p. 12)Después entraron a jugar los calendarios: 63 meses tuvieron que pasar para que Palacios repitiera un festejo con camiseta celeste (9 de junio de 2002, frente a Wanka en el estadio San Martín, triunfo de Cristal por 2-1); 157 meses para que Oblitas, enfundado en el buzo celeste -es un decir, vistió de terno-, le ganara a Universitario (11 de setiembre de 1994, victoria de Cristal 0-1 en el Estadio Nacional con gol de Jorge Soto); y 180 meses y dos días para que Palacios volviera a anotar en arco crema por el campeonato local (25 de octubre de 1992, triunfo de Cristal 2-1 en el Nacional), el único tanto que hasta la noche de hoy le había hecho a la “U” en un torneo casero. Para los puristas, habría que reseñar también el gol que el ‘Chorri’ le anotara a los estudiantiles en la Copa Libertadores de 1996, que saldó un 1-2 que le dio a Cristal medio boleto para la clasificación a octavos de final.

Al final del partido, Palacios canalizó justificadamente las interrogantes de la prensa especializada. Al ser consultado sobre su gol de cabeza, no correspondiente a una talla como la suya (humilde, pero honrada), el 'Chorri’ respondió: “Yo en estos partidos mido un metro noventa”. Y es que resulta muy extraño que el volante logre anotar goles de cabeza; en el fútbol peruano -en Ecuador sí logró anotar por esa vía más recientemente-, entre los pocos que pueden recordarse, resalta apenas aquel que le hiciera al Unión Minas en la temporada 1994, en el empate 1-1 en Lima que le diera a Cristal el primero de sus tres campeonatos consecutivos (Video: You Tube / Fuente: América Televisión / Usuario: saludcristal).

 

El sarcasmo quedó de lado cuando se le consultó sobre la posibilidad, eternamente latente, de reintegrarse a la Selección. Dijo que siempre estaba dispuesto, que amaba a su país, que él daba todo por la bicolor, etc. Hablarle sobre Perú a Palacios es como revolotearle el alma. Su mirada vidriosa durante la improvisada conversación lo ratificó.

 Apenas iniciado el encuentro, Fano tuvo una gran oportunidad para la 'U' tras gran pase de Correa, pero se llevó el balón con la mano (Foto: Martín Velásquez / DeChalaca.com)

En el otro camerino, en cambio, las lágrimas sí que deben haberse soltado con total libertad. La 'U' ya juega a algo y tiene un esquema mucho más coherente, pero pasan las fechas y la mejoría de su rendimiento no solo no le alcanza, sino que transcurre de modo inversamente proporcional a sus posibilidades de soñar con el título. Incluso podría decirse -a costa de ser acusados de sacrílegos- que esta noche no extrañó a Candelo; al menos no a esa versión desmejorada en la que el colombiano se había convertido durante las últimas jornadas. Porque el cuadro crema fabricó ocasiones con otro estilo (el de Núñez y Hurtado) que hizo ver a un equipo más ágil y rápido que el de las fechas precedentes. Queda claro, además, que los cinco puntos perdidos esta semana pudieron y debieron haber sido triunfos si la precisión frente al arco hubiese estado de su lado. Ante la ineficiencia goleadora, sin embargo, los siete años sin alegría en Ate asoman más amenazantes que nunca.

 

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