Jorge Frisancho | @wolfs_venom15
    Redactor

Sport Rosario culminó su paso por la Primera División de la forma más vergonzosa posible: cayó vapuleado por 0-8 ante Sporting Cristal con una oncena compuesta por juveniles, dado que el plantel principal se negó a jugar debido a la falta de pagos. Cuando parecía que esta cultura informal se estaba quedando en el pasado con, por ejemplo, la instauración de la Comisión de Licencias de la Federación Peruana de Fútbol, este año clubes como Escuela Municipal Binacional y el propio Rosario fueron acusados por sus jugadores de incumplimientos en el pago de sus salarios -aun cuando la existencia de compromisos ajenos al vínculo formalmente registrado parezca ser el hilo de la madeja-.

La historia de Rosario podría compararse con las de San Simón o Defensor La Bocana, equipos que en los últimos años pasaron con más pena que gloria por la Primera División y, además, se fueron dejando innumerables deudas a pesar de que en el año siguiente a su descenso disputaron la Segunda División con resultados muy pobres. El caso del equipo de Nicrupampa fue más crítico, pues hubo denuncias -como la de Salomón Libman- de pagos con cheques sin fondos, lo cual ocasionó un éxodo de jugadores al término del Torneo Apertura. Eso provocó un debilitamiento del once titular que lo llevó a realizar una paupérrima campaña en el Clausura, en la cual logró solo 5 unidades.

Sin embargo, no por estos casos se puede concluir que todos los equipos que ascienden por alguna vía -Segunda División o Copa Perú- van a tener el mismo destino: todo depende de la finalidad con la cual buscan mantenerse en la Primera División. Existen casos como los de Real Garcilaso, Sport Huancayo, Unión Comercio o Ayacucho FC que se han consolidado en la máxima categoría con proyectos si no de largo plazo en términos deportivos, al menos sostenidos en materia de inversión, la cual se busca recuperar a través de participaciones en torneos internacionales o alguna eventual venta de jugadores. Además, pertenecer a la Primera División otorga a estos equipos ingresos por televisión que les permite lograr ganancias.

 

Otros casos pasan por los hechos comprobados de que existen clubes que sirven como trampolines políticos para sus dirigentes. Y una vez logrado ese objetivo, son abandonados a su suerte y tienen el peor final posible. Rosario, con la llegada de su presidente Eliseo Mautino a la alcaldía provincial de Huaraz, parece haber cumplido dicho objetivo. No faltan quienes ven similitudes con la figura de Aníbal Pedraza, alcalde provincial de Cutervo, y su cuestionable estilo de gestión en Comerciantes Unidos; o incluso un potencial caso similar en Juan Carlos Aquino, saliente alcalde provincial de Chucuito, en EM Binacional. 

De esta manera, el éxito o fracaso de los clubes que logran el ascenso por cualquiera de las dos vías posibles -Copa Perú o Segunda División- depende básicamente de cómo se fijan sus objetivos: si buscan consolidar proyectos deportivos que les permitan recuperar la inversión realizada o si solo se busca un medio por el cual lograr apoyo popular y obtener un cargo personal. La historia muestra que, en el segundo caso, los clubes son los grandes sacrificados en desmedro del éxito personal del inversionista de turno. Se espera que estos casos vayan desapareciendo en el tiempo y que clubes como La Bocana o Rosario queden en el olvido y su ejemplo no sea seguido. Gran tarea para la Comisión de Licencias de la FPF a fin de encontrar filtros eficaces al respecto.

Foto: Prensa Sporting Cristal


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