Planeta clubes
Como era previsible, este fin de semana el fútbol mundial tiene la oportunidad de que dos grandes como Milan y Boca se vuelvan a ver las caras, como en la final de la Copa Intercontinental de 2003. Pero ahora, como protagonistas de un torneo establecido en la presente década y que ha resultado más democrático para los equipos de otros continentes: el Mundial de Clubes de la FIFA.
Para quien confunda o piense que son lo mismo la Copa Intercontinental y el Mundial de Clubes, hay que profundizar la disyuntiva diciendo que se trata de torneos totalmente distintos pero similares al fin, ya que casi siempre en la final se terminan enfrentando un equipo sudamericano con otro europeo.
La extinta Copa Intercontinental, que comenzó en el año 1960 con el Real Madrid como primer campeón tras vencer en doble partido al Peñarol de Montevideo (Video: You Tube / Usuario: Caucanibuca), enfrentaba año a año a solo dos participantes, al campeón europeo de clubes (de la Copa de Campeones de Europa, rebautizada en 1992 como Liga de Campeones o Champions League) con el campeón de clubes sudamericano (de la Copa Libertadores). Inicialmente, como está dicho, el trofeo se disputaba en cotejos de ida y vuelta, hasta que el auspicio de la automotriz Toyota hizo que desde 1980 se jugara en un partido único con sede en Japón. Para los sudamericanos, desde entonces, quizá se hizo algo tedioso levantarse en la madrugada una vez al año por la diferencia de horas, pero costumbre al fin y al cabo para ver buen fútbol.
Todo cambió cuando la FIFA, presidida por Joseph Blatter, decidió instaurar la "democracia" y crear un torneo en que los clubes campeones de todas las confederaciones afiliadas a ella tuvieran oportunidad de chocar entre sí, y no solo los representantes de la UEFA y la Conmebol. Sin embargo, las comillas caen a pelo ya que el sistema establecido prevé que los representantes de Europa y Sudamérica avancen directamente a las semifinales del torneo. Y de hecho, la gran masa de fanáticos del fútbol en el mundo solo se engancha al certamen para esperar la final entre los representativos de los dos continentes con mayor tradición en el balompié.
Del experimento a la realidad
La historia
del Mundial de Clubes se remonta a inicios del nuevo siglo. En el año 2000, en Sao Paulo, la FIFA experimentó con un certamen que reunió a clubes representantes de diversas confederaciones. Brasil contó con dos representantes: Corinthians, como campeón nacional del país sede, y el Vasco da Gama, entonces campeón de la Copa Libertadores. Ambos disputaron la final, ganada vía penales el 'Timao', hoy descendido a la Serie B del Brasileirao. Los representantes europeos, Real Madrid (invitado como "campeón del siglo XX") y Manchester United (campeón de la Champions League), serían las grandes decepciones del torneo, al quedar ubicados en cuarto y quinto lugar, respectivamente. También participaron el Necaxa mexicano (que venció al Madrid en el partido por el tercer puesto), el Al-Nasr de Arabia Saudita (campeón de Asia), el Raja Casablanca de Marruecos (campeón de África) y el South Melbourne de Australia (campeón de Oceanía).
En el año 2005, sellado un nuevo acuerdo con Toyota, se estableció en definitiva la competencia en Japón con los respectivos campeones de las copas continentales. Los campeones de África (Al-Ahly, Egipto), Asia (Al-Ittihad, Arabia Saudita), Oceanía (Sydney FC, Australia) y la CONCACAF (Deportivo Saprissa, Costa Rica) se enfrentaron en cuartos de final. Para semifinales se sumaron los representantes de Sudamérica y Europa, que chocarían en la final: Sao Paulo, dirigido por Paulo Autuori, derrotó al Liverpool inglés por 1-0.
En 2006
se disputaría nuevamente el certamen en Japón y nuevamente se proclamaría campeón un equipo brasileño: el Internacional
de Porto Alegre, que derrotó en la final al encumbrado Barcelona de España por 1-0 con tanto de Adriano Gabiru. En el torneo también participaron el Jeonbuk Hyundai Motors de Corea del Sur, como campeón de Asia; nuevamente el Al-Ahly de Egipto, campeón de África; el América de México, campeón de la CONCACAF, y el Auckland City de Nueva Zelanda, campeón de Oceanía.
La revancha esperada
Si algo queda claro del Mundial de Clubes actual, es que por primera vez el campeón no será brasileño. AC Milan
y Boca Juniors volverán a verse las caras en la final, como en la Copa Intercontinental de 2003, en un duelo sin favoritismos de por medio. Antes de llegar a Japón, ambas escuadras han
tenido una campaña irregular en sus respectivas ligas nacionales, por lo que la
final de este domingo representa el mayor logro que pueden obtener en el año. Los
italianos, además, todavía cargan con el dolor de haber perdido el mencionado cotejo hace cuatro años en la definición por penales (Video: You Tube / Usuario: juanvip7).
Tres títulos intercontinentales por lado avalan a dos de las camisetas más prestigiosas del planeta.
Sin embargo, ambos clubes no la tuvieron del todo fácil para llegar a la final. Boca derrotó al tunecino Etoile de Sahel (que había dado la gran sorpresa del certamen al eliminar previamente al Pachuca mexicano) por la mínima diferencia con gol de Nery Cardozo, en un partido que se complicó para los argentinos con la expulsión de Fabián Vargas. Milan, por su parte, venció también por 1-0 al local Urawa Red Diamonds, campeón de Asia, con tanto de Clarence Seedorf.
Por lo demás, es importante anotar que esta edición del Mundial de Clubes ha contado con siete participantes y no con seis como las dos ediciones anteriores, ya que se había previsto incorporar necesariamente al campeón nacional del país anfitrión, Japón -puesto que ningún club del país del Sol Naciente había participado en las ediciones de 2005 y 2006-. Sin embargo, como Japón ya tendría representación al haber resultado el Urawa campeón continental, se decidió completar el sétimo cupo con el subcampeón asiático, el Sepahan iraní. Este club afrontó una fase preliminar contra el campeón de Oceanía, el Waitakere United de Nueva Zelanda, al que venció 3-1, pero luego cayó en la segunda ronda ante el Urawa.
Nuevamente, el fútbol ofrece una buena excusa para poner el despertador temprano y ver un buen partido al otro lado del mundo. Milan y Boca escribirán un nuevo capítulo de un torneo que, poco a poco, se gana un nombre en el mundo que quiere representar.
