Calientes horrores
Una tarde de fútbol con sol por lo general predispone al buen espectáculo. En Matute acabó viviéndose una jornada picante y sabrosa para abrir la fecha 38, aunque esa intensidad haya estado marcada por una serie de errores de los protagonistas de turno.
HORA IMPROPIA. Está dicho que la programación de la jornada ha sido poco menos que nefasta por el cruce de partidos sabatinos estelares. Que Alianza haya coronado negativamente esa chanfaina con disponer su partido a las 13:30, horario impropio para la capital, resultó siendo el colmo. Igual, llegaron 6,199 espectadores a Matute, cifra nada desdeñable para la actual realidad íntima. ¿Cuántos habrían ido si el partido se hubiera iniciado dos horas después? No hay que ser muy perspicaz para suponer que los blanquiazules se perdieron la opción de superar las 10 mil personas en este cotejo.
ARBITRAJE CALAMITOSO. Víctor Hugo Carrillo cumplió una de las peores actuaciones que se le recuerden en general. Cometió errores capitales que acabaron condicionando el resultado final y derivaron en un rechazo generalizado a su actuación. Primero, anuló un gol de cabeza de Almirón, en el primer tiempo, por un supuesto empujón a Ibáñez que solo él vio. Luego, se comió de manera grosera una mano de Cánova en el área íntima que habría significado un penal a favor del cuadro huanuqueño. Después, expulsó a Cardinali de manera exagerada, en visible intención de compensar la roja que un rato antes le había mostrado a Rabanal. Y por último, dio por terminado el partido cuando faltaba cumplirse un minuto de adición según lo señalado por el cuarto oficial Fernando Legario. Un desastre de arbitraje, que si bien perjudicó más en las jugadas puntualmente señaladas a León fue al final distorsionante para ambos elencos.
ARREBATOS IRRESPONSABLES. De hecho, los pocos aciertos de Carrillo en jugadas decisivas tuvieron que ver con las expulsiones de Alianza, forzadas por dos jugadores que están bastante grandecitos como para cometer barbaridades del corte de las que protagonizaron. Primero Jesús Rabanal se despachó con un tacle a Cardinali en las narices del réferi; tuvo la frescura de protestar por ello antes de irse a las duchas. Luego, Édgar Villamarín, en el momento cúlmine del partido y cuando Alianza bregaba por el empate, empujó al golero Aliaga estando con amarilla y también acabó expulsado. Esta versión blanquiazul 2012 es un equipo en promedio joven: ¿no eran Villamarín y Rabanal los dos más experimentados en el campo? Una barbaridad lo que hicieron los laterales aliancistas.
VIOLENCIA INSOPORTABLE. En Sur, en el entretiempo, se produjo una gresca generalizada entre Policía y algunos hinchas que raya en lo inadmisible: ¿hasta cuándo va a tenerse que tolerar ese tipo de espectáculos penosos en las tribunas? Aleja a la gente de los estadios y no invita a ir a ellos con la familia: resta valor al producto fútbol. Es insoportable que quienes queremos ir tranquilos a ver un partido tengamos que aguantar tanta delincuencia y majadería que nos perturba. Y si bien la Policía a veces comete reprobables excesos en sus represiones, es absolutamente condenable que haya sujetos que crean que tienen derecho de insultar a las fuerzas del orden y las familias de estas sin que ellas tengan opción a reaccionar. Hay que desterrar la estúpida idea de que quien va al estadio tiene derecho de insultar al otro como le dé la gana.
Fotos: Luis Chacón / DeChalaca.com
