La mecha del desbande

La noche del miércoles 3 de agosto de 1988 marcó un antes y un después. Fue un clásico de Copa Libertadores, que los hinchas cremas inmortalizaron como el ‘Clásico de la Vergüenza’ y que, además de uno de los episodios más antideportivos que se recuerde, determinó el estallido de la violencia en nuestro fútbol.
Ciertamente, los antecedentes ya anunciaban que la cosa venía mal: el 22 de julio, Alianza había perdido 0-1 contra Sport Recife en Matute y la barra aliancista había agredido con botellazos al árbitro venezolano Bernardo Corujo. La CSF sancionó al estadio blanquiazul y los íntimos, por esta razón, tuvieron que ser locales contra la ‘U’ en el estadio Nacional.
Dentro del campo
Hacia agosto de 1988, Universitario, dirigido por Juan Carlos Oblitas, tenía al equipo más solvente de la época, con figuras ya asentadas como Eduardo Rey Muñoz, Fidel Suárez, Leo Rojas y Pedro Requena, y nuevas promesas, como ‘Chemo’ Del Solar’, el ‘Puma’ José Carranza, Roberto Martínez y Alfonso ‘Puchungo’ Yáñez. Alianza, en tanto, sufría cada vez más las secuelas de la Tragedia de Ventanilla, con piezas aisladas que no cuajaban un conjunto.
La superioridad crema se impuso: ‘Chemo’ puso el primero a los 20’ y Juvenal Briceño aumentó a los 41’. La desesperación aliancista se tradujo en infracciones y César Espino fue expulsado por patear a Leo Rojas. Antes del primer tiempo, por agresión verbal al árbitro César Pagano, se fueron también a las duchas Cédric Vásquez y Wilmar Valencia. Alianza se quedó con ocho.
El resto es historia conocida: Moisés Barack, DT blanquiazul, ‘quemó’ sus cambios, con Marco Charún por Alfonso ‘Cococho’ Reyna y Roberto ‘Cucurucho’ Rojas por Víctor ‘Vitito’ Reyes. A los 55’, dos lesiones simultáneas, de Eugenio ‘Chispeao’ La Rosa y del chileno René Pinto, obligaron a Pagano a aplicar el reglamento y finalizar el clásico. Alianza se quedó con seis jugadores y abandonó el campo entre silbatinas.
La mecha que se prendió
La efeméride ha sido motivo de burlas por parte de la hinchada de Universitario. Pero, para quienes no nos preocupamos de las mofas mutuas entre barristas, el 3 de agosto de 1988 marcó otro suceso lamentable: el inicio de la violencia descontrolada.
Esa noche, después del clásico, un exasperado Comando Sur irrumpió, saqueó y destrozó el estadio Lolo Fernández. A la agobiante violencia política del país, se sumó un estilo de violencia social que se parasitó en el fútbol. Tanta fue la dimensión de esos ataques, que, en el noticiero nocturno, el periodista deportivo Emilio Lafferranderie ‘El Veco’ llamó a la población a no salir de sus casas porque la barra aliancista había tomado la ciudad. La respuesta no se hizo esperar: en noviembre, solo tres meses más tarde, nació la Trinchera Norte, barra de Universitario cuya creación anunciaba que la guerra en las tribunas iba a ser en serio. Algunos dirigentes, sobre todo uno muy rechoncho, fueron propagandistas de esta nueva época.
Dichos sucesos trazaron una línea. Si en enero de ese mismo año, todavía quedaban muestras de respeto (cantos de solidaridad de la barra de la ‘U’ por la Tragedia de Ventanilla; cantos de agradecimiento de la barra de Alianza por el gesto), la cultura tribal explotó después de agosto. La espiral de violencia creció paulatinamente. En enero de 1989, en el clásico inmediatamente posterior (que terminó con un polémico 2-2 con un golazo agónico de César Cueto y una agresión del asistente de la ‘U’, Ramón Quiroga, al árbitro Carlos Montalván), un periodista de El Comercio ya manifestaba su asombro porque “la barra de Alianza de Occidente ha compuesto canciones con groserías para recibir a Universitario, sin el menor respeto para las damas que estaban en el estadio, algunas de cierta edad”.
Eso, por supuesto, era apenas un juego de niños; un síntoma, si se quiere. En noviembre de 1989, en el triunfo de la ‘U’ por 0-1 sobre Alianza en Matute, se produjo la primera trifulca generalizada en las calles entre las barras bravas de ambos clubes, que incluyeron una agresión violentísima contra el bus crema. En abril de 1991, en Matute, se registraron incidentes dentro de las mismas tribunas y el árbitro Sergio Leiblinger suspendió un clásico a los 85’, cuando iba 0-0. Cuatro años más tarde, en octubre de 1995, Alberto Tejada tuvo que suspender otro Alianza-‘U’ en Matute por agresiones desde las populares a los arqueros (Francisco Pizarro y Héctor Martín Yupanqui). Fuera de los clásicos, no se puede dejar de mencionar la quema de una tribuna del Lolo Fernández por parte de la hinchada de Alianza, en diciembre de 1990, durante un encuentro contra Sport Boys. O la imborrable imagen del bus calcinado de Sporting Cristal por parte de hinchas cremas, también en el Lolo Fernández, en abril de 1991.
Con los años, la violencia en nuestro fútbol adquirió nuevas formas, se reconvirtió y, en ocasiones, se intensificó. Brotó hace 25 años y la dejamos germinar; todavía nadie encuentra el remedio.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: diario El Nacional

La única barra brava que existÃa era la de alianza no era más que un sÃntoma de la falta de educación y de la violencia que vivimos en nuestra sociedad y en los barrios marginales. La barra de la u la creó Alfredo Gonzales con el único propósito de iniciar una guerra que ha cobrado muchas muertes de ambos lados y de gente inocente. Eso me parece lamentable, como club a la u puedo tenerle cierto respeto pero esa barra es una verguenza que ha manchado el nombre de ese club y al futbol con sus actos.
La de alianza tambien pero lo de ellos fue algo espontaneo, la barra de la u fue algo planeado y financiado por sus dirigentes.
Por otro lado, parece que DeChalaca se ha olvidado del más reciente acto de violencia acontecido en clásicos, cuando, en setiembre de 2011, pseudohinchas cremas asesinaron a un muchacho en el palco sur del Monumental. Es obvio que todo acto de violencia es condenable, pero siempre va a ser peor quitar la vida a una persona que quemar una tribuna, un bus, hacer destrozos o robar a una institución impunemente. Con esto no quiero decir que la Trinchera sea peor que el Comando. Ninguna de las dos barras es santa, pero, en el triste historial de la barra Norte, contamos agresiones brutales y desiguales en número a los hinchas del Boys, la muerte de una joven en Surco y hasta la muerte de un caballo de la policÃa. Sé que también ha habido muertes causadas por ambos bandos (la mayorÃa anónimas), pero mostrar el tema de la violencia solo como destrucción de bienes materiales es hacer un resumen muy pequeño y excluyente de la verdad detrás de estos hechos nefastos de nuestro fútbol.
http://elbocon.pe/nota.php?id=300882
http://blog.pucp.edu.pe/item/92273/alianza-y-la-u-una-historica-rivalidad
Es obvio que no va a haber ningún artÃculo que diga que la U se corrió de Alianza para evitar jugar ambos clásico por sentirse inferiores. Pero solo para darte una idea y no me creas malintencionado, Alianza campeonó arrolladoramente en 1931 ganando los 11 partidos que disputó. El noveno era el clásico frente a la U, y antes de eso habÃa ganado -lee con atención- 6-1 a A. FrigorÃfico, 5-1 a Lawn Tennis, 5-0 a Tarapacá, 2-0 a Hidroaviación, 10-0 a CS Italiano, 10-1 a Ciclista Lima, 3-0 a S. Unión y 3-1 a Unión Bs. As. Con tan impresionantes cifras blanquiazules, es muy extraño que los cremas no se hayan querido presentar, encima aduciendo lesiones. Es más, Sport Gráfico ilustró el hecho con una caricatura que está en el segundo link que te he pasado... ¡hace 82 años! Por cierto, Alianza logró el tÃtulo venciendo en sus dos partidos restantes a A. Chalaco (5-1) y a S. Tabaco (4-0). Tan arrollador fue el Rodillo Negro que ese fue el primero de los cuatro tÃtulos que consiguió de manera consecutiva (1931-32-33-34). Asà es, Alianza Lima es el único tetracampeón del fútbol peruano. Y para que no te queden dudas, mejor date unos minutos de tu vida para que leas con calma el artÃculo de la brillante investigación realizada por -¡oh sorpresa!- este mismo portal web:
http://dechalaca.com/informes/estadisticas/tetra-pack
Con tamaña superioridad grone frente a los cremas (tres de esos tÃtulos fueron contra la U), no sé qué podrÃan decir para defenderse de su segundo w.o. de 1935. Eso se lo dejo a los hinchas merengues. En fin, luego de ayudarte a conocer un poco mejor la historia de los clásicos, es momento de contestarte sobre temas menos halagüeños.
Quizá estoy leyendo mal, pero ¿me parece que estás justificando dos asesinatos? Y ojo que solo te estás refiriendo al caso de Walter Oyarce y al de un pobre caballo, pues no dices nada acerca de la chica que empujó de una cúster el tristemente célebre "Bolón" y que le causó la muerte, eso sin contar las numerosas muestras de violencia de la Trinchera Norte, o ¿acaso ya te olvidaste del amistoso de 2007 contra Boys donde los barristas cruzaron hasta sur para masacrar a los de la Juventud Rosada? ¿Ahà también vas a justificar los hechos delincuenciales? Si Walter Oyarce era barrista o hincha común, nadie tenÃa derecho de quitarle la vida y menos de la forma tan salvaje como lo hicieron el tal "Cholo Payet" y el "Loco David", los cuales también están presos (y seguimos contando). Si en realidad Oyarce era un barrista que molestaba a las chicas con camisetas de la U (espero que tengas las pruebas de lo que aseveras), ¿eso es motivo para lanzarlo del palco hacia el vacÃo sin piedad? Según tu limitado criterio, ¿de esa forma uno se busca que un grupo de desadaptados lo maten? ¿Él se buscó su desgracia? ¡Por favor, dónde estamos! Y, encima, más adelante ¿también dices que los policÃas son responsables por la muerte del pobre caballo en la Noche Crema? O sea, siguiendo tu "sesudo" análisis, ¿la policÃa es culpable de que un imbécil le lancé una bombarda al oficial y su caballo? Entonces, ¿también la policÃa es culpable por la muerte de una yegua en los desmanes de La Parada y no los "pobres" vándalos? Que decidan los lectores. La verdad que hay cosas que no valen la pena responderse.