Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comQue una selección peruana le gane a la brasileña en fútbol siempre es motivo de sorpresa, pero que lo haga en el mismo Brasil resulta toda una proeza. A nivel absoluto solo pasó dos veces, la última hace 30 años, cuando en 1985, con gol de Julio César Uribe, se venció 0-1 a la canarinha.

 

Estar entre las mejores selecciones del mundo es un sueño que Perú solo arañó en contadas ocasiones. Algunas veces se dieron por un lapso prolongado, otras apenas duraron un día. En este último grupo se puede colocar al triunfo que se obtuvo el 28 de abril de 1985 frente a Brasil en el estadio Mané Garrincha de Brasilia.

Por entonces, en Sudamérica todos estaban a la expectativa de lo que un mes después iba a pasar en el continente cuando arrancaron las Eliminatorias para México 1986. Así, mientras los brasileños aún rumiaban la frustración de tres años antes en España y las dudas sobre su equipo se acentuaban conforme se acercaba el debut, para los peruanos el ambiente era otro, pleno de confianza por los resultados previos de un grupo al que le iba bien en los amistosos de preparación.

Conciliación en proceso

Con Moisés Barack al frente de la dirección técnica, Perú encaraba su penúltimo partido amistoso fuera de territorio nacional (tres días después le empató a Bolivia en La Paz) luego de vencer a Uruguay en Lima. Brasil, en cambio, venía de superar 2-1 a Colombia, pero sin conformar ni a su torcida ni a los medios de prensa que le exigían un mejor desempeño a su DT, Evaristo de Macedo. Eran, pues, tiempos de renovación para la verdeamarelha, pero sin dejar atrás la sombra del jogo bonito de Telé Santana.

Aquel día el once titular brasileño fue con Paulo Vítor en el arco; Luis Carlos, Oscar, Mozer y Branco; Dema, Alemao y Casagrande; Bebeto, Reinaldo y Éder. En tanto, la blanquirroja alineó con Eusebio Acasuzo; Leo Rojas, Rubén Diaz, Pedro Requena y Hugo Gastulo; José Velásquez, Javier Chirinos y César Cueto; Franco Navarro, Guillermo La Rosa y Juan Carlos Oblitas. El colombiano Jesús Díaz Palacios fue el árbitro encargado de dar inicio a un partido que comenzó a las tres de la tarde.
Hugo Gastulo enfrenta a Alemao, que dominó con Brasil el mediocampo durante la primera mitad (Recorte: revista Placar)
Todo pareció arrancar bien para Brasil, que en los primeros treinta minutos desplegó un juego atildado, muy al gusto de las tribunas, dominando las acciones de peligro, pero inefectivo frente al arco. Ésta era precisamente una característica muy criticada por Evaristo, que buscaba diferenciar a su selección de la de su predecesor en busca de resultados. Quizás por ello, al iniciar la segunda etapa, realizó unos cambios en busca de anotar, pero solo acabó por romper la hegemonía en el mediocampo.

Cambias que te cambio

Luego que en la primera parte el juego ofensivo de Perú escaseó, ya que solo se destacó Cueto con un remate bajo que no encontró destino, los ingresos en Brasil de Jorginho, Mário Sérgio y Careca por Casagrande, Reinaldo y Éder, cambiaron el panorama del equipo de Barack. En el reinicio el cuadro peruano se amoldó a los vacíos que surgieron en la volante local para entonces sí llegar con más nombres hasta el área de Paulo Vítor. Fundamental fue también otra variante, la de Julio César Uribe por Oblitas, pues su presencia liberó a Cueto de cargar con toda la organización ofensiva.
Careca trata de pasar por entre la defensa peruana con Pedro Requena al frente y Leo Rojas al lado (Recorte: revista Placar)
Así se llegó al minuto 61, momento en el que la pelota llegó hasta La Rosa por derecha quien, dentro del área, la pasó hacia el centro por donde entraba solo Navarro. Éste definió, pero el portero brasileño contuvo el remate dejando suelto el balón hacia el medio, justo cuando apareció Uribe, que siguió toda la acción y llegando desde atrás empalmó un franco derechazo que acabó en las redes. Con el 0-1 todo se volvió negativo para Brasil, que entonces sintió más su incapacidad para armar los ataques y la frustración de Evaristo, que desde la banca solo atinaba a pedir más garra a sus dirigidos.

Con la derrota consumada los brasileños comenzaron a cuestionar seriamente el accionar de la canarinha, no solo por lo futbolístico, sino también por sus métodos de trabajo y -principalmente- de concentración. Por ejemplo, antes de medirse ante Perú, el plantel se concentró en un hotel, pero con total libertad para el acceso de los familiares y aficionados que procuraban algún recuerdo de sus ídolos. Tras otros cuatro amistosos, en los que perdió ante Colombia y Chile, Telé Santana reasumió el mando para las Eliminatorias, aunque poco cambió en los resultados pues Brasil igual sufrió para clasificar.

 

 

Por el lado peruano la victoria se asumió con relativos festejos. No hubo euforia, aunque sí se tomó como importante para ganar en confianza y se recordó el único antecedente que había, el de 1975 cuando por la Copa América se ganó 1-3 en Belo Horizonte. El proceso de Barack continuó su curso con pleno apoyo de todos, una rareza que duró poco, pues cuando los buenos resultados ralearon le bajaron el dedo como a muchos. Casi como si fuera una pesadilla.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: revista Placar


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