Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comNo es más el 'Hombrecito'. Ese apelativo incluso luce despectivo a la jerarquía de un técnico como Jorge Sampaoli, quien acaba de finalizar la mejor primera rueda en la historia del Sevilla. Lo consiguió con el estilo que hace diez años sufrió un duro revés: el 5-0 que le endosó América de México a Cristal.
Jair Villanueva | @Jair_Villanueva
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Pamplona suele ser una de las localías más complicadas del fútbol español. Esta etiqueta sobrevive a varias temporadas, muchos equipos galácticos y otros tridentes poderosos, aunque no supo hacerlo ante Sevilla en la jornada 19 de La Liga. La histórica jornada para Sampaoli en El Sadar tuvo que ser intensa como manda su personalidad, y en esta se confundió con hechos contrastantes como que Vicente Iborra anotara un doblete y u gol en propia puerta en ocasiones consecutivas: él puso el 1-1, el 2-1 y el 2-2.

Finalmente, el muy buen juego desplegado por el segundo de La Liga encasilló con goles a su rival y terminó con un 3-4 que pudo ser tan sencillo, como pareció cuando se adelantó por dos goles (2-4) como complicado como antes de la confusa trama relatada Iborra.

De celeste a gris

Esos blancos y negros han representado la carrera de Jorge Sampaoli, aunque en los últimos años menos que antes. Quien dirigiera en el Perú a Coopsol, Aurich, Bolognesi, Boys y Cristal se ha pegado más a los grises de un fútbol menos fundamentalista. De hecho, fue el medio peruano el que dio el primer gran golpe a los principios futbolísticos del técnico argentino el 24 de enero de 2007, cuando dirigiendo a Cristal, 'Las Águilas' de América lo humillaron en 'La Bombonera de Toluca' con un 5-0 en el partido de ida de la primera fase de la Libertadores.

Sin piedad. América le propinó un 5-0 a Cristal en la primera fase de la Libertadores 2007. (Foto: AFP) 

Esa derrota terminó de presentar el diagnóstico de una pretemporada nada feliz para Sampaoli: tuvo que lidiar con jugadores -entre ellos, referentes- que discreparon con lo que apostaba un técnico que, en ese entonces, no tenía la espalda suficiente para someter sus ideas sobre la de un fútbol poco acostumbrado al despliegue veloz y la marca intensa.

Fue así, pues, que jugadores como Jorge Soto y Luis Alberto Bonnet, símbolos celestes, no fueron titulares en aquella ocasión: Sampaoli prefirió un 3-4-3 en que ni el 'Camello' ni Bonnet tenían lugar. Más bien, eligió a Juan Cominges, Carlos Orejuela y Edison Chará para conformar su ataque, acompañados por dos líneas que empezaron con Miguel Rebosio, Miguel Villalta y Ramiro Fassi en defensa, y en la volante Amilton Prado, Jesús Álvarez, José Mendoza y Luis 'Pinza' Hernández. Un once que buscó ligereza y así lo fue en defensa: los goles llegaron de manera fácil para el América de Cuauhtémoc Blanco, Salvador Cabañas, Nelson Cuevas y Alejandro Argüello.

Cambio de todo

Tras aquella noche, no había quien no criticara -con o sin razón de por medio- lo hecho por Jorge Sampaoli en el campo de juego, e incluso que sea técnico de un equipo importante como Cristal. Fue el inicio del fin del último tramo del argentino en tierras peruanas. Luego llegó la historia de éxito ya conocida, tanto en clubes como en selecciones.

Sampaoli acabó su experiencia en el fútbol peruano en un mar de críticas. (Foto: diario Líbero) 

De hecho, si bien hubo críticas injustas -la mayoría- sobre el fútbol de Sampaoli, aquella noche en Toluca el equipo celeste cayó no solo por sus propias falencias, sino porque intentó un juego bastante arriesgado en una instancia que concede poco margen, y ante un América provisto del poderío ofensivo mencionado líneas arriba.

Jorge Sampaoli puede guardar los mismos principios éticos que hace diez años para trabajar y una línea sobre la cual dirige el método que emplea y debe haber potenciado. Pero su visión, al menos por lo observado en Chile y Sevilla, no guarda el mismo brote surrealista de buscar someter a equipos más poderosos sin un funcionamiento consolidado y haciéndose de la vista gorda al rival.

De modo contrario de lo que se cree en un medio en que parece obligatorio autodefinirse como bielsista, mourinhista o guardiolista, Sampaoli no profesa filosofía alguna más que la del fútbol eficiente en busca del resultado. Esto bajo la dirección de un método que no potenció de la noche a la mañana, sino una década luego de que el Perú lo viera partir a otros mercados en los que la paciencia, como la tuvo el 'Hombrecito' para hacerse hombre, es una virtud y no un defecto.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: AFP, diario Líbero


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