Revista Estadio: Golpe de Estadio

En 1992 volvieron los campeonatos Descentralizados y el fútbol peruano comenzó a reordenarse después de naufragar por ocho años gracias a los nefastos torneos regionales. En agosto, una nueva revista apareció en el mercado: se llamaba Estadio y tenía como slogan “El primer semanario deportivo del Perú”. Fundada por la Empresa Editora Ribal, fue el semanario de mayor impacto desde la desaparición de Ovación en 1987 y hasta antes del trinomio de revistas de fines de los noventa (Once, Don Balón Perú y El Gráfico Perú); Estadio fue la única oferta que, por entonces, gozaron los lectores de fútbol, que podían encontrarla en los quioscos todos los martes.
Salió a las calles el 18 de agosto de 1992 y tuvo en carátula a Juan Giha, medalla de plata en tiro en los Juegos Olímpicos de Barcelona. En su primer número destacaron entrevistas a Juan Carlos Oblitas (DT de Sporting Cristal), al dirigente Francisco Lombardi, al arquero Jacinto Rodríguez (Sport Boys), al defensor Pedro Requena (Melgar), al periodista Raúl Maraví y al ex árbitro de boxeo José Salardi, además de una breve cobertura de la fecha 17 del Descentralizado, que incluyó el empate 0-0 entre Sport Boys y Alianza Lima y la goleada (3-0) de Universitario sobre Alianza Atlético.
El Estadio que no rimó
Los coleccionistas o los lectores más memoriosos recordarán que, entre los créditos de la revista, figuraba siempre, al lado de la fecha, el rótulo “Segunda Etapa”. Más de uno solía preguntarse cuál había sido la primera. En efecto, la hubo y pasó desapercibida. Estadio salió originalmente en el segundo semestre de 1991, nada menos que bajo la dirección del ex dirigente de Juan Aurich y Bolognesi, Ricardo Miranda Tarrillo (a) ‘Rimita’, tristemente célebre impulsor de los Regionales que destruyeron al fútbol peruano. La revista, de sintaxis y diseño descuidados, fungió como plataforma de las disparatadas ideas de ‘Rimita’: en la sección Secretos de Estadio, incluso, se llegó a comparar la reducción de equipos con el exterminio nazi (Primera Etapa, N°12). Como es lógico, el éxito comercial no le sonrió: la Primera Etapa de Estadio solo tuvo catorce ediciones en el mercado y murió en las primeras semanas de 1992.
El plantel
La redacción periodística fue encabezada por Michel Dancourt Delion; los primeros cuatro redactores de su equipo fueron su hermano Ricardo Dancourt, Andy Vásquez, Rafael Valderrama y Marco Rodríguez. En distintas etapas, contaron con Alberto Beingolea, Gustavo Barnechea y Liana Fernández (editora deportiva de Expreso por varios años) entre sus colaboradores.
La jefatura de fotografía recién fue citada en la ficha técnica desde 1994 y tuvo a Claudia Delpino y Verónica Cavassa como editoras; su aparición coincidió con una mejora en la propuesta gráfica de la revista. Entre las fotógrafas destacó Pilar Olivares, quien también trabajó en Once.
Tiempo después se sumaron a la parrilla de redactores Carlos Salinas Guerrero (actual director de Líbero), Joel Ochoa y Carlos Araujo; hacia 1994, se incorporó como editor Luis Benavente Galiano. Dancourt dejó la dirección de Estadio cuatro semanas antes del cierre de la revista, demostrando que las cosas ya no caminaban; lo reemplazó, en ese breve lapso final, Carlos Araujo.
La cobertura
Estadio llenó un vacío en cobertura: el fútbol seguía teniendo prioridad en las secciones deportivas de los diarios, pero ya no gozaba del tratamiento individualizado que había tenido en los tiempos de Ovación o de La Crónica, con crónicas detalladas y fotografías de calidad. El contenido de Estadio, sin embargo, no aportó novedades cualitativas: fue poco descentralizado (casi nunca se publicaron fotos de partidos en provincia), con énfasis en Universitario, Alianza y Cristal, e incluyó fichas dispersas de los encuentros recién a partir de 1994.
La revista se publicó en blanco y negro durante los dos primeros años. En 1994, su propuesta gráfica se tornó más ambiciosa, íntegramente a color, en un papel de mayor calidad y con un diseño más cuidadoso. Se infiere que esta transformación fue costosa, pues la revista dejó de circular a principios de 1995, precisamente cuando había alcanzado su tope en calidad gráfica.
De la primera etapa, Estadio únicamente heredó la sección Secretos de Estadio, dedicada a chismes y rumores del entorno futbolístico, similar a Chismeando o La Coctelera que en sus tiempos publicaba Ovación. Esta sección, no sabemos si inspirada en Alfonso Yáñez, fue rebautizada en 1994 como Puchunguito; de lenguaje coloquial, quedaba patente la influencia de Ojo/El Bocón, presentando a un personaje ficticio (Jesús Ángel) como interlocutor.
En cuanto a los grandes eventos, Estadio cumplió con el despliegue básico: Dancourt viajó al mundial de EEUU 1994, así como a la Copa América Ecuador 1993, aunque, en ambos casos, el material fotográfico prioritario fue de agencias.
Estadio, entre sus méritos, se distinguió por las múltiples entrevistas que publicaba en cada edición; dio impulso a los cuestionarios personales a los personajes del fútbol, aunque sin desbordar los límites de la intimidad, como comenzó a hacerlo el Top Secret de El Bocón.
Los rivales
Una circunstancia que benefició a Estadio fue la ausencia de competidores en el mercado. La debacle económica y el terrorismo habían destruido al país y no permitían el impulso de grandes proyectos; paralelamente, la regionalización del campeonato había dejado al fútbol en estragos y lo había debilitado como producto. Estadio, pues, surgió sin mayores contrapesos.
A partir de 1993, sin embargo, la situación del país mejoró y el fútbol peruano entró a una etapa de modernidad: aunque no se lanzaron revistas, sí ingresaron al mercado nuevos diarios deportivos y la cobertura televisiva del fútbol creció hasta abarcar la transmisión de casi todo el torneo Descentralizado. Estadio disfrutó de cierto apogeo durante este crecimiento, pero, salvo su propuesta gráfica, no se renovó con el tiempo, lo que explica su temprana desaparición.
Solo coincidió un mes con la única competencia directa que llegó a tener, cuando el grupo EPENSA lanzó el semanario Super Crack, de formato folletinesco y que se publicaba los martes junto al diario Ojo; esto ocurrió en febrero de 1995, solo un mes antes del colapso de Estadio, que sobrevino en marzo.
Las carátulas
En la primera carátula apareció el medallista Juan Giha. En la segunda, el primer equipo de fútbol que salió fue Sport Boys, con el brasileño Marquinho en tapa. No obstante, los clubes que más aparecieron fueron los ‘compadres’: Universitario tuvo 31 portadas y Alianza Lima 24. Sorprende que en el quinto puesto de apariciones, después de Sporting Cristal (14) y la selección peruana (7), se ubique el Aurora de Arequipa, que, gracias a su buen papel en las Copas Perú 1993 y 1994, y pese a que no logró el ascenso, salió cuatro veces en carátula, incluso más que Sport Boys (3), Melgar (2) o Deportivo Municipal (1).
Flavio Maestri, delantero de Cristal, fue el personaje que más veces ilustró la revista: salió en nueve portadas. Lo siguieron, con ocho, el volante crema Jorge Amado Nunes y el delantero blanquiazul Waldir Sáenz; el serbio Iván Brzic (4) fue el entrenador con más apariciones. Estadio también dio cabida a otras disciplinas deportivas: el tenis, la tabla y el vóley se dejaron ver con frecuencia en sus primeras planas; el tenista Jaime Yzaga apareció en cuatro carátulas.
No fue una revista de portadas impactantes, pero sí tuvo algunas que destacaron por pintorescas: se recuerdan la de Roberto Palacios con bifocales y una pipa en la boca (No. 12), la de Vladimir Popovic y Francisco Lombardi como payasos, en versión soft de lo que serían las carátulas de los diarios amarillistas en el siguiente proceso eliminatorio (No. 63), y la de Waldir Sáenz arrodillado dentro de una iglesia (pp. 117). En la penúltima y antepenúltima edición, tal vez como manotazos de ahogado, ubicaron consecutivamente en tapa a dos modelos en bikini.
Las opiniones
Estadio no se destacó por la profundidad de sus análisis; fue, en términos editoriales, un producto ligero y muy condicionado al ánimo del entorno.
Su pelea ‘dialéctica’ más recordada fue con el entrenador de la selección, el yugoslavo Vladimir Popovic. Sin embargo, su posición contra él fue inestable, influida estrictamente por los resultados. Así, por ejemplo, en marzo de 1993 Estadio (No. 31) afirmaba que “Hay periodistas deportivos que señalan enojados que «Popovic no ha hecho nada y gana muy bien, nos van a eliminar por su culpa». Nos parece que esas afirmaciones sensacionalistas y exageradas son injustas porque es muy fácil criticar sin dar soluciones. ¿Acaso otro entrenador asegura la clasificación con el modesto material con que contamos? Que las derrotas del seleccionado no alteren nuestra pluma para escribir”.
Sin embargo, la pluma de la propia revista fue alterada y en agosto, luego de la derrota (0-1) en Lima contra Colombia, Estadio cayó en esa misma postura, cuando afirmó que (No. 52) “Volvimos a quedar eliminados y con esto se terminó el cuentazo del entrenador yugoslavo de primer nivel (…) Si el tristemente célebre Vladimir Popovic tuviera sangre en la cara debería devolver antes de irse todo el dinero que le han pagado y que no merece”.
El punto más álgido de su disputa con Popovic ocurrió tras la caída (2-1) contra Paraguay en Asunción, cuando lanzó la recordada carátula de los payasos.
Los álbumes y el Kama sutra
La mayor demostración de olfato comercial que tuvo Estadio fue el resurgimiento de los álbumes de fútbol, olvidados desde fines de los años setenta. Así, apenas en su primer número, Estadio promocionó paralelamente el álbum Estrellas del Fútbol 1992, uno de los más célebres que se hayan lanzado en el país desde entonces. Se recuerda especialmente sus enormes dimensiones, con fotografías a color de los planteles completos de los dieciséis equipos del Descentralizado de aquel año; tan es así, que dicho álbum se ha convertido en un material casi de culto entre los aficionados y actualmente se vende en la red a precios que bordean los 100 soles.
El gancho comercial fue automático y elevó considerablemente las ventas de la revista; por eso, Estadio optó por sacar nuevos álbumes en meses posteriores. El primero, en diciembre de 1992, fue dedicado a la selección, que comenzaba un nuevo proceso bajo el comando de Vladimir Popovic: se llamaba Perú rumbo al Mundial '94 y traía una doble página por cada jugador que por entonces formaba parte del plantel base de la blanquirroja, con fotos que ilustraban la carrera y la vida familiar de cada uno de ellos. Luego, en mayo de 1993, se hizo una apuesta internacional: se lanzó el álbum Grandes Futbolistas América '93, con páginas para los astros más importantes de la historia del balompié y formato vertical, a diferencia de los dos álbumes anteriores -horizontales-.
No obstante, al parecer esos últimos álbumes no tuvieron el suceso del primero. Por eso, Estadio optó por sustituirlos a partir de agosto siguiente por unos curiosos fascículos de Educación Sexual, en los cuales sus lectores pudieron encontrar información sobre diversas maniobras y habilidades de kamasutra con cada edición de la revista durante los últimos meses de 1993.
El final
Estadio tuvo un desenlace inesperado, aunque la salida de su director, Michel Dancourt, a fines de enero de 1995, ya representaba un mal augurio; los días de publicación se volvieron irregulares. Su última edición se publicó el viernes 10 de marzo de 1995 y coincidió con la primera fecha del Descentralizado de aquel año: cubrió el triunfo de Universitario sobre Cristal (2-1) en el retorno de Sergio Markarián al equipo crema y la victoria aliancista por 1-0 sobre Melgar, así como el empate (1-1) entre íntimos y celestes por la Copa Libertadores.
Ninguna revista salió como competencia ni incidió en su desaparición. Sin embargo, los tiempos sí habían cambiado en los dos años y medio que permaneció en el mercado: había irrumpido una nueva oferta de diarios deportivos (El Bocón y Todo Sport, al cual se sumaría Líbero desde junio de aquel 1995) con un modelo periodístico diferente; Estadio, que al principio llenó un vacío en la cobertura futbolística, no logró, pese a los esfuerzos gráficos, distinguirse de aquellos medios, que cumplieron esa misión a un precio mucho más barato (por esa razón, la segunda ola de revistas deportivas, de fines de los noventa, trajo semanarios con propuestas distintas y con una identidad de marca más trabajada). La editora Ribal, asimismo, incursionó en proyectos fallidos (como la revista de espectáculos Pantalla), que sin duda menguaron su capacidad financiera.
Esta fue la historia de Estadio, que este sábado, 18 de agosto, cumple veinte años desde que llegó por primera vez a los quioscos. Los nostálgicos pueden encender una velita a su memoria.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: revista Estadio

Los nostálgicos vamos a encender una velita en su memoria, para que se acuerde bien de algunos hechos no comentados por Ud. y sepa que no todo lo que brilla es oro en su crónica relacionada a la revista "ESTADIO".
Lamento mucho leer algunos yerros por no acordarse o porque simplemente le contaron mal el dato.
Para ello le sugiero, antes de escribir de algo que no sabe, poder consultarlo antes con la gente que laboró en la fenecida revista deportiva. Estamos para apoyarlo, ya que no queremos descubrir otro artÃculo tan inexacto y con flancos de pacotilla.
Saludos gratos.
JOEL OCHOA LOPEZ
Ex Redactor
Revista "ESTADIO"
Bengolea,Barrenechea y varios periodistas muy jovenes llevaron adelante este proyecto.
Alguien lo recuerda?
Un abrazo
Javier L
He leÃdo su comentario. Agradeceré que pueda precisar qué inexactitudes considera usted que tiene este artÃculo, porque, de lo contrario, no puedo entender su queja.
Saludos.
Raúl Behr Vargas.
Primera inexactitud. Michel Dancourt no dejó la dirección de Estadio porque las cosas no caminaban, sino que ya habÃa recibido la intersante propuesta de ingresar a la empresa La República y trabajar en el diario LÃbero como director. Cabe destacar que también dejó la revista Carlos Salinas por el mismo motivo.
Segunda inexactitud. "Estadio" no deja de circular por la transformación del material de la revista y del diseño. Se debe recordar que fue en marzo de 1995 que no sale más y que en 1994, se decidió a cambiar el papel bond, blanco y negro, por el de couché a todo color.
Tercera Inexactitud.La sección Puchunguito, que no fue inspirada por Alfonso Yáñez, aparece a finales de 1992, y no, como se lle, en 1994.
Cuarta inexactitud. Se puede ver en esta publicación: Estadio disfrutó de cierto apogeo durante este crecimiento, pero, salvo su propuesta gráfica, no se renovó con el tiempo, lo que explica su temprana desaparición.
Respuesta: "Estadio" no desaparece por no renovarse con el tiempo. Debemos recordar que la empresa EDITORA RIBAL, dueña de las revistas "Estadio", "Telecolor", "Pantalla", "Entérese", etc, sà desaparece, y eso afectó a la publicación deportiva. No fue por "Estadio" que quiebra la empresa.
Quinta inexactitud. La aparición de los dos últimos álbumes que regalaba "Estadio" también tuvieron el mismo impacto en la afición. El hecho que se dejaran de hacer no quiere decir que ya no servÃa, sino que se optó por lanzar otras publicaciones. Un álbum más si podrÃa llegar a cansar a los consumidores de la revista. En las tres temporadas de la publicaciones de los álbumes las ventas de la revista fueron más que interesantes.
Sexta Inexactitud. La revista "Estadio" si tuvo una competencia directa. En 1993 apareció "LA COPA Y LOS MEJORES", cuyo director fue Alberto Beingolea, ex colaborador de "Estadio". Lamentablemente para el actual congresista no tuvo el éxito que esperaba.
Sétima inexactitud. La capacidad finaciera de Editora Ribal no menguó por la poca venta o por un proyecto fallido llamado "Pantalla". En ese entonces, con la aparición de la revista de espectáculos ya existÃan los problemas finacieros.
Octava inexactitud. Y por último, asà sea no tan importante, pero es igual inexacto, mi ingreso fue en setiembre de 1992. Carlos Salinas sà firmó contrato un año antes de la muerte de la revista (1994), y él llegó al final con otros dos redactores más.
Es lo que sé porque trabajé en "Estadio". Considero que los lectores no deben saber situaciones jamás vividas con la revista deportiva. Reitero, el cierre de "Estadio" no se debió porque bajó en ventas o algo por el estilo, sino que la propia empresa quebró por una malÃsima administración.
Gracias por entender y creo haber sido claro.
Atentamente
JOEL OCHOA LOPEZ
Periodista
Ex redactor de la revista "ESTADIO"
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Suerte. Un amante del fútbol.
JAFR.