Pocha y Kika: Las tías más queridas

Sport Boys se despide de Primera División con toda la resignación que su grandeza y rica historia le permiten. DeChalaca.com aprovecha la sentida ocasión para rememorar a dos de las hinchas más acérrimas del club: las tías Pocha y Kika, dos mujeres que nunca se cansaron de brindar todo su apoyo a la rosada, sobre todo en los malos momentos como este en que su ejemplo es más necesario que nunca.
Trae la salsa (rosada)
A mí no me importa na'
porque yo soy como soy.
Eh..., pongo a la gente a gozar
donde quiera que yo voy.
Traigo la salsa Héctor Lavoe
Aunque su documento de identidad señalaba que su nombre era Enriqueta Luz Pavón Zuloaga, esta simpática morena, nacida en el barrio de Chacarita, fue conocida en el albur popular y futbolero como la Tía Pocha. Dueña de un verbo florido y fresco, característico de todo chalaco, Pochita siempre reflejó una sana picardía cuando alentaba a su querido Sport Boys, ya sea en las tribunas del estadio Nacional, en el viejo pero recordado Telmo Carbajo y más recientemente en el Migue Grau de Callao.
Instalada en la mayoría de las ocasiones en Occidente, Pocha se caracterizó por ser una hincha alegre. Lejos de las presiones e insultos de otros hinchas, aquella morena se las ingenió para motivar a los jugadores y contagiarle su energía a las demás personas de la tribuna con su baile: movía sus caderas y extendía sus brazos al cielo, a ritmo de salsa, más aún si era del gran Héctor Lavoe. Los gritos de "¡Chimpún
Callao! ¡Chimpún
Callao! ¡Vamos Boys!..." retumbaron constantemente desde sus labios.
Durante las más de cuatro décadas que alentó al cuadro rosado, Pochita mostró el mismo vigor de sus inicios y tenía una frase que reflejaba la juventud de su corazón: Porque el mar es antiguo y mira cómo se mueve, y así se movía ella, alegre en las gradas de Occidente. Como está dicho, la lengua no le temblaba: se recuerda que una vez a Carlos Daniel Jurado, a quien el Callao le declaró la guerra tras la innecesaria vuelta olímpica de Cienciano después de amargarle a Boys el título del Clausura 1998, le gritó desde la tribuna del Grau: "Oye Jurado, viejo decrépito, ven aquí pues, a ver demuestra que todavía funcionas".
Lamentablemente, como dice una canción de Lavoe, todo tiene su final y nada dura para siempre. Pochita falleció el 12 de marzo del presente año en Madrid, España, luego de batallar contra un cáncer. En una entrevista que le hiciera un canal de señal abierta meses antes de su muerte, Enriqueta Pavón manifestó, con la misma alegría que siempre la caracterizó, que estaba triste por encontrarse alejada de su querido club, pero que a pesar de la distancia, su amor por el Boys seguía intacto. Y a sabiendas que su enfermedad era terminal, no dudó en expresar que deseaba que en el día de su muerte fuera enterrada en un cajón rosado y con la bandera del Sport Boys.
Precursora de un sentimiento
Desde antes, durante las décadas de los setenta y los ochenta, una robusta señora, de cabellera ondulada y con varias canas de por medio, fue la encargada de darle el toque distintivo a la hinchada rosada. Sus enérgicos movimientos y su potente voz, sobresalían del resto del público. ¿Cuál era el nombre de esta mujer? Francisca Sosa, a quien todo el Callao y la sociedad limeña en general conocían como la Tía Kika. Fue fundadora de la barra Vamos Boys, pues estaba vinculada al club desde los 14 años: llegó cuando el presidente era Alberto Lizárraga y con el tiempo se convirtió en cocinera del equipo.
Una de los momentos más recordados de Kika se dio el domingo 28 de febrero de 1988, cuando ella, Pocha y un grupo de fieles hinchas rosados acudieron a Ica para alentar al Sport Boys, que peleaba en aquel año por no descender por primera vez en su historia. En aquella oportunidad, los rosados necesitaban poco más de un milagro, ya que tenían que esperar que La Joya y La Palma perdieran sus respectivos partidos y vencer a Octavio Espinosa para mantenerse en la categoría. Los rosados no pasaron el empate sin goles ante el cuadro iqueño y el descenso se materializó, al igual que las lamentaciones de sus hinchas. Justamente, la tristeza de sus seguidores alcanzó el punto más dramático cuando la fiel Tía Kika cayó desmayada en plena tribuna Occidente del Picasso Peratta producto de la emoción.
Kika, cuya imagen con sus ollas de arroz con pollo en Occidente con Sur del Miguel Grau zona en la que se sentaba por cábala, pues según ella si iba a otro lado Boys perdía- es inolvidable, se mantuvo vigente en los estadios hasta mediados de la década pasada, incluso cuando Boys salvó la categoría en dramática definición ante José Gálvez en 2006. Hoy reposa, reponiéndose de algunos males de salud, en su casa del jirón Puno, muy cerca de la Plaza Bolognesi y del Mercado Central, en pleno corazón del Callao. De ese puerto que a ella la lleva en su corazón.
Dos estampas ejemplares
Pocha y Kika pertenecen a ese perfil de hinchas que hoy el fútbol extraña. En tiempos difíciles para el pueblo rosado, ambas mujeres son el ejemplo que hoy deben seguir los hinchas de la Misilera, quienes tienen la obligación de estar con su club en este difícil momento. Lejos de aquellos amigos del resultado, o de quienes ven al fútbol como una excusa para dar rienda suelta a su violencia, estas antiguas chalacas de pura cepa son modelo de apasionada pero sana entrega a un histórico club de fútbol.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: revista Don Balón Perú, diarios El Bocón y El Nacional
