Cuando se deja una huella, uno nunca se va
La vuelta olímpica al estadio Nacional: privilegio reservado para los campeones. En el periodismo deportivo hubo solo dos gigantes que tuvieron tal honor. En 1995, don Humberto Martínez Morosini, a quien 45 mil almas ovacionaron de pie en el coloso de José Díaz en la previa de un clásico entre Universitario y Alianza. Y en 2018, nuestro entrañable amigo Daniel Peredo, en apoteósico tributo post mortem.
No es casual: ambos fueron las voces que tuvieron el honor de narrarle al país sus clasificaciones a las Copas del Mundo. Gargantas de leyenda que, desde donde estén, narrarán los goles de Perú en su retorno a los mundiales. Ahora ambos comparten un logro que muchos sueñan alcanzar en esta vida: la trascendencia; el estar presentes, a pesar de que ya no están en este mundo, pues las emociones que lograron transmitir en momentos de algarabía nacional se reviven acompañadas de sus palabras y resonarán en nuestros oídos una y otra vez.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com