Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.comEl peruano experimentó una infinidad de sentimientos durante las Eliminatorias, y en medio de todo esto un argentino mantuvo el equilibrio sin importar el escenario. Ricardo Gareca, un DT que evitó el aspaviento y llevó al Perú a un Mundial tras 36 años. Así es como DeChalaca cierra las sagas ilustradas: con el 'Tigre'.

¿Qué más se puede decir que no se haya dicho ya de Ricardo Alberto Gareca Nardi (10 de febrero de 1958)? Han sido repetidos ad nauseam los datos curiosos que rodean el paso del ‘Tigre’ por la selección nacional: sus cábalas, el gol en el 'Monumental' de River Plate en 1985, su ya famoso gesto con los dedos índices de ambas manos en las sienes, y mucho más. Pero más allá de la Copa América Centenario 2016 y el éxodo de los pesos pesados del vestuario que dieron paso a una nueva generación, poco se ha analizado sobre qué diferencia a Gareca de sus antecesores y en qué basó su exitosa -en resultados y en sensaciones- campaña mundialista hacia Rusia 2018.

Sin ánimos de encontrar la verdad absoluta y única tras los aciertos del ‘Tigre’ -sería pretencioso creer que en este artículo tendrá las respuestas finales-, una buena manera de entender a Ricardo Gareca sería volver a la noche más feliz del fútbol peruano en los últimos 36 años. Ese 15 de noviembre, mientras el Perú entero se desmoronaba a su alrededor en un llanto liberador, el técnico de la blanquirroja mantenía la compostura y solo se permitía el gesto paternal del abrazo imborrable con Christian Cueva. Apenas unas lágrimas despidieron sus ojos al ver a su familia que parecía reflejar sus sentimientos, pues sus seres queridos sí dejaron que las lágrimas y la emoción dibujaran sus rostros. En el éxito, en el éxtasis y en la gloria, Gareca se mantuvo ecuánime sin gritos revanchistas ni emociones desbordadas.

Y es quizá ahí, en esa noche de alegría, donde se puede comenzar a entender al actual guía del fútbol peruano. Durante todo su proceso al mando de la selección, Ricardo Gareca mantuvo la misma calma en la victoria, la derrota o el empate. No tuvo encontronazos mediáticos con los buitres de la prensa ni frases incendiarias tras las duras -y en la mayoría de ocasiones injustificadas- críticas que tuvo que soportar. Su primera apuesta -Cueva- contó con el rechazo casi absoluto del entorno, pero él mantuvo su posición. Tras sumar pocos puntos y llegar a un momento casi insostenible tras el 2-2 ante Venezuela en Lima, supo reconstruir primero desde adentro el equipo y luego el discurso hacia fuera. Su calma la transmitió a sus dirigidos y los blindó de lo tóxico que los rodeaba. Hoy, es casi seguro, los jugadores atribuirían el cambio a las maneras tranquilas de su entrenador.

Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com 

Una reflexión más mirando al futuro y al Mundial. En una de las tantas entrevistas que ofreció el ‘Tigre’ a las cadenas nacionales e internacionales, comentó que cuando se enteró la suspensión de Paolo Guerrero no pudo dormir durante toda la noche, pero a la mañana siguiente ya había decidido que no se podía enfocar en eso sino en replantear la situación respecto de los dos importantísimos partidos que se avecinaban ante Nueva Zelanda. Cuando todos se desmonoraban por el golpe anímico, Gareca ya estaba buscando las soluciones. Por eso, aunque el grupo del Mundial sea durísimo, aunque Dinamarca, Francia y Australia tengan varios argumentos a su favor, lo único seguro es que se presente el escenario que se presente, estamos preparados.

Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com


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