El vino que se dejó añejar

Nos encontramos en una situación incómoda y desalentadora. Es evidente. Sin embargo este martes la selección peruana deberá reaccionar y levantar la cara rápidamente ante una selección venezolana que, valgan verdades, también anda "achicopalada" por la derrota ante Chile. El objetivo puede partir por el honor de acabar bien ubicados, o tentar el milagro de setiembre y octubre (mes morado para darle un fundamento a la ilusión).
Lo bonito, lo feo y lo raro
Hablando de Venezuela, remóntese 20 años atrás: la selección llanera era comparsa en las Eliminatorias Sudamericanas. En la actualidad, este ambiente es distinto: las primeras planas de los diarios deportivos ya no te ponen necesariamente béisbol. El fútbol ha calado hondo en el venezolano, fiel reflejo del ascenso futbolístico que ha tenido en estos años y que lo ponen como un país que más temprano que tarde dirá presente en un Mundial; sin embargo hoy, tras la derrota ante Chile, estamos en un síntoma de retrospección.
Entre un cambio de moneda dispar, hermosas mujeres y una alta tasa de criminalidad, fue un fin de semana raro. Y es que uno esperaba una respuesta distinta al "¿qué tal la expectativa para el martes?". El ciudadano de a pie (o en cuatro ruedas) te podía decir: "¿Venezuela juega el martes?" "¿Estamos eliminados?". El hincha venezolano -incluso el futbolero neto- estuvo más interesado por la participación de su selección de básket en el Pre-Mundial, del cual también ya fue eliminado.
Sin embargo las cosas son claras. En Venezuela no se hizo un drama, no se metió un sujeto a la cancha, la prensa no salió a vender hígado, la gente lo tomó con madurez; probablemente esa madurez de un país (políticamente inestable) que poco a poco va caminando. La necesidad de un país por ir al Mundial, como el nuestro, nos convierte en un grupo vulnerable, situación que genera el desequilibrio de muchos.
El porqué de las cosas
El cambio de chip ha costado golpes y golpes. Parte de que en Venezuela exista un cultura futbolística -en término medio todavía- ha sido por la manera como ha llegado esta al ciudadano de a pie. Con un torneo que genera interés y un trabajo por promocionar este deporte, que claramente fue acompañado de buenos resultados. Como dice el karma: acción y consecuencia.
En la amena plática con colegas venezolanos, el asunto es simple: un buen trabajo de bases, y nos referimos a la promoción de jugadores jóvenes. En la máxima categoría se exige la presencia de al menos un jugador sub-20, y en la Copa Venezuela (formato que en nuestro país brilla por su ausencia), un sub-20 y un sub-18. Así también es el tema de infraestructura, la gran muestra es la sala de prensa del Deportivo Anzoátegui, que sin ser necesariamente un "club grande", se encuentra bien equipado.
Por detalles como estos, es que Venezuela llega con mejor semblante para este partido. También es cierto que las circunstancias son distintas: mientras en el Perú se vive una ambiente de necesidad por clasificar a un Mundial, en estos lares saben que el tiempo les dará el visto bueno.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: Aldo Ramírez / DeChalaca.com, enviado especial a Puerto La Cruz

PD. Si el venezolano promedio no es futbolero no es lógico comparar las reacciones de allá con las de acá. Caes en contradicción.