Los errores son de todos
La percepción general -e inmediata- que quedó tras el 4-1 que le endosó Libertad a Alianza Lima en el Nicolás Leoz fue la de un arbitraje que, en el momento menos oportuno para los intereses victorianos, sancionó un penal que jamás existió. Y es cierto. El recién ingresado Mauro Caballero incursionó en el área visitante en 65' y tropezó de tal manera que acusó un empujón de Paulo Albarracín. Pero la repetición de la señal televisiva fue compasiva con los airados reclamos de los jugadores visitantes: el joven atacante guaraní se tiró a la piscina. Tras ello vinó el segundo de la noche y se decantó la goleada. Lo curioso es que, como se puede contrastar en diversas redes sociales, para un gran porcentaje de gente esa fue la principal razón por la que Alianza no pudo regresar a Lima con un resultado positivo. Se trata, pues, de un argumento que no es del todo contundente.
Habría que recordar que, apenas arrancó el segundo tiempo, una terrible salida de Christian Ramos por el lateral derecho (¿qué hacía allí?) se convirtió en una inmediata trepada de Ismael Samudio que desencadenó en otro yerro de Salomón Libman al intentar contener el esférico -acaso el verdadero punto de quiebre en el partido- y así llegó el gol de Luciano Civelli que se transformó en la paridad. Con ello, a su vez, se fue al tacho la estrategia que plasmó el elenco de José Soto al término de la primera fracción. Pero aún así los íntimos contaron con otra opción de desnivelar la balanza, y esta vez el desdichado fue Paolo Hurtado, quien en un inesperado mano a mano con el meta Rodrigo Muñoz jamas pudo perfilarse y desechó la opción de un 1-2 casi seguro.
Muchas veces es más fácil mirar -y culpar- al de negro ante resultado desfavorable. Pero lo cierto es que el mismo Alianza tuvo complicidad con la derrota en Asunción. Lo pertinente es no generalizar. Por eso los errores son de todos.
Foto: Reuters
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