Minuto 50: Un tango para América
SANTIAGO, CHILE, 25 DE FEBRERO DE 1945. El XVIII Sudamericano se define en su penúltimo partido. Argentina, con 9 puntos, enfrenta a Uruguay, que con 6 ya no puede alcanzar el título pero sí tiene mucha disposición de complicarle las cosas a un rival de siempre, que debe ganar para no depender de esperar el resultado que Brasil tenga ante Chile tres días después. Setenta y cinco mil personas copan las tribunas del Nacional de Ñuñoa, y el primer tiempo los decepciona un poco: no hay muchas jugadas de interés más allá de un tiro libre de Obdulio Varela y una barrida de Félix Lostau que Roque Gastón Máspoli alcanza a desviar. Pero en el complemento, la historia cambia.
Corre el minuto 50 y lo que sobreviene es mejor narrarlo en la voz de Joaquín Carballo Serantes, el inmenso 'Fioravanti', el primer gran relator argentino de la historia que de nacimiento era... uruguayo. "Perucca avanza combinado con Martino, un tanto retrasado. El entreala emprende veloz corrida con la pelota, se mete como una saeta, elude hábilmente a Varela, se acerca al área, elimina también a Prado, Máspoli abandona la valla... Y el jugador argentino levanta suavemente la pelota... ¡Gollllllllllll! ¡Gollllllllllll argentino! Formidable conquista, desde un ángulo inverosímil, con su notable corrida personal, Martino tiró de cuchara sobre el guardián oriental, marcando un gol para la historia...".
Rinaldo Fioramonte Martino, volante ofensivo o interior de las filas de San Lorenzo de Almagro, marcó así, de emboquillada, de sombrerito sin ángulo, el llamado 'Gol de América': un tanto antológico para la historia del Clásico del Río de la Plata y del fútbol sudamericano. 'Mamucho', como le decían, saltó a la fama con ese tanto, como que años luego fue fichado por la Juventus y hasta llegó a jugar por la selección italiana, en las épocas en que se permitía la doble casaquilla nacional. Con la albiceleste de Argentina, logró un extraordinario rendimiento de 15 goles en 20 partidos jugados. Y como que su recuerdo quedó impregnado en el fútbol uruguayo, en el tramo final de su carrera cruzó el río para lograr dos títulos con Nacional de Montevideo y retirarse con camiseta del Atlético Cerro. Tras su retiro, se dedicó a la música: fundó Caño 14, uno de los principales centros de tango de Buenos Aires. Muy propio para alguien que bailaba en la cancha y musicalizaba el fútbol con su arte.
Recorte: revista Estadio de Chile
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