Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comCuando el seguidor de un club confunde el reclamo de mayor compromiso con la agresión injustificable y condenable. ¿Cómo atacar a la violencia de raíz?

    Jorge Frisancho | @wolfs_venom15
    Redactor

La mala campaña -hasta el momento- de Sport Boys ha generado preocupación y malestar en sus seguidores, pues temen que el equipo vuelva a pelear el descenso tal como le sucedió en años anteriores, con catastróficos resultados en 2008 y 2012. Si bien los hinchas son los principales consumidores del producto fútbol de cada club –principalmente, a través de taquillas y la compra de camisetas y/o suvenires-, muchas veces confunden la expresión del malestar con la agresión verbal y/o física que distorsiona totalmente el concepto de seguidor que se practica a nivel mundial.

Lamentablemente, estas prácticas no son aisladas y se han observado en varios clubes –recordar, por ejemplo, la cobarde agresión a Víctor Cedrón por parte de hinchas de Alianza Lima en 2015 y el ingreso por la fuerza de miembros de la barra de Universitario en 2017 y el año pasado, justo cuando el elenco merengue peleaba por no descender- lo cual ha desencadenado en que diversos agentes involucrados en el fútbol vean estos eventos como "normales" y "necesarios" para que los jugadores tomen conciencia de lo que están jugando. Esto, por el contrario, no es más que el empoderamiento de los indeseables que toman como excusa al fútbol para delinquir y generar el caos en una sociedad que reclama a gritos reformas profundas para combatir de raíz, precisamente, los hechos violentos.

Lo más insólito de este hecho es que son los mismos clubes los que, de alguna manera, les han dado carta abierta a estos barristas para que puedan tomarse la libertad de ingresar al club cuando se les provoque y tengan la osadía de agredir a sus jugadores, cuando debería suceder todo lo contrario: los hinchas deberían respetar su espacio y rol dentro del producto fútbol, el cual es alentar a su equipo, adquirir entradas y/o abonos, camisetas, suvenires, entre otros, criticar -de manera constructiva- lo que les parezca que está errado y proponer mejoras en sus clubes, con el objetivo de mantener un crecimiento deportivo y económico que les permita ser sostenibles en el tiempo. Nadie dice que los hinchas deben conformarse con lo que tiene el equipo, pues siempre se espera mucho más de ellos, pero siempre existen formas y maneras adecuadas para poder exigir más a los jugadores, cuando se siente que existe un espacio para ello.

 

Una de las maneras de poder combatir estas malas y reprochables prácticas es que los mismos agentes del fútbol –los más directos como dirigentes, jugadores y entrenadores- se unan y condenen estas terribles actitudes matonescas y no las justifiquen a través de frases como "ojalá que con este llamado de atención, los jugadores reaccionen y mejoren". La violencia –en todas sus formas- siempre debe ser rechazada y, bajo ningún punto de vista, puede ser avalada ni tomada como una medida "necesaria" para expresar la disconformidad con el rendimiento del equipo.

Lo que debería hacer Sport Boys –y todos los clubes que sufran este tipo de actos- es identificar a los erróneamente llamados barristas y negarles el ingreso a los estadios para que el resto de seguidores tome conciencia y permita que el fútbol vuelva a ser la fiesta que todos deseamos y, así, medidas tan absurdas como la prohibición del ingreso de banderolas, instrumentos, lentes de sol y gorras queden sólo como una anécdota y las familias puedan regresar a los estadios.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com


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