Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLas críticas generalizadas hacia el estilo de gestión de Real Garcilaso esconden la principal razón por la que la 'Máquina' no evoluciona en ese aspecto a la par de sus crecientes logros deportivos: un sistema futbolístico que se queja pero que está dispuesto a seguir contratando con el club cusqueño sin chistar.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Real Garcilaso es un equipo que desde su irrupción en el profesionalismo ha despertado sensaciones tan encontradas como extremas. En el Cusco hay quienes lo ven como un usurpador de la historia del añejo Deportivo Garcilaso; pero a la vez, ha recibido el apoyo de mucho público, sobre todo de Cienciano, por haber reverdecido el protagonismo local e internacional para el fútbol cusqueño en una década de vacas flacas para el 'Papá'. En el resto del país, ha tenido encontrones con otros clubes, tanto recurrentes -con Sporting Cristal- como sonados -con Alianza Lima-, pero a la vez es un club que tiene identificación con jugadores -Alfredo Ramúa, Jhoel Herrera o en su momento su legión paraguaya- que son del agrado del hincha en general.

Lo que ha sido más bien universal es el cuestionamiento de parte de distintos actores del sistema al estilo dirigencial del club. Lo curioso es que a diferencia de los coros antigamonalistas que suelen expresarse en el ambiente del fútbol peruano cuando una institución deportiva es recurrente deudora e informal, en el caso de la 'Máquina' el discurso crítico apunta a una aparente prepotencia o abuso de poder en la gestión.

Los despidos intempestivos, tanto de entrenadores como de jugadores, han sido moneda común a lo largo de los años que el equipo celeste lleva en Primera División. DeChalaca ya calculó el año pasado que la media de entrenadores por año en el club garcilasiano es de 2.0: dos técnicos por año, cifra solo superada por las de Sport Huancayo y Unión Comercio entre los participantes en la temporada 2018. Este verano, hasta cinco jugadores inicialmente fichados por el club fueron desafectados de un momento a otro con la pretemporada en curso. Las quejas ante cada caso surgen como una melodía ya conocida: periodistas que se rasgan las vestiduras, futbolistas que por Twitter se solidarizan con sus colegas perjudicados e hinchas que hablan de karmas.

Tabaré Silva, uno de los técnicos que pasó por Real Garcilaso en los últimos tiempos. (Foto: Prensa Real Garcilaso) 

¿Pero por qué la película se repite inalterable una y otra vez? La respuesta fácil, pueril, es decir que al club lo sigue manejando la misma dirigencia. La respuesta real, con minúscula, es que el gran culpable de que Real Garcilaso no evolucione en el aspecto de gestión es el propio sistema.

Son culpables los futbolistas que en el siguiente periodo de pases ficharán sin dilaciones por Real Garcilaso "porque hay que llevar un pan a casa y -en voz bajita- ese es un club que cumple al día, pues". Lo son los entrenadores que ante el primer despido tienen una fila de currículos lista "porque las oportunidades no son muchas y hay que aprovechar las que se presentan, pues". Lo son los periodistas que por falta de rigor entremezclada con mera antipatía caen en la escuela del cargamontón y cometen falacias al acusar al club de errores que no comete, como en el reciente caso de la transferencia frustrada de Iván Santillán a Tiburones Rojos -un club con historial reciente deudor al que ninguna contraparte sensata le aceptaría un compromiso diferido de pago-.

Es el sistema, pues, el que perpetua que Real Garcilaso no tenga necesidad de evolucionar como ya tendría que haberlo hecho en función de sus notables méritos deportivos. Un club que en una década de existencia ha llegado más lejos que cualquiera otro del país en este siglo en Copa Libertadores -cuartos de final-, que suma tres subcampeonatos, que ha desarrollado en Oropesa un complejo deportivo que equipos capitalinos cuasi centenarios nunca han podido tener y que jamás ha estado en insolvencia ya tendría que haber dado un paso en materia de cuidado de la imagen, como ocurre con el ciclo natural de quien surge de la informalidad propia de un país tercermundista y va creciendo. Pero lo real -con minúscula, otra vez- es que no ha necesitado hacerlo porque con lo que tiene le ha bastado para destacar en el quejoso sistema que lo rodea.

Real Garcilaso, en medio de las críticas, quedó eliminado en la primera fase de la Libertadores. (Foto: Vicente Ríos / DeChalaca.com) 

El día cuando el Safap pueda intervenir ante despidos intempestivos de jugadores porque estos hayan firmado contratos y no tengan acuerdos de palabra, o que la ANEF tenga una capacidad de comunicación menos vernacular y más oportuna para reclamar por ceses antes que por exigir -desubicadamente- renuncias, Real Garcilaso por sí solo se verá obligado a modernizar su estilo de gestión. Es simple dinámica de mercado: de momento, y hace buen rato, hay demanda para su oferta.  

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Prensa Real Garcilaso, Vicente Ríos / DeChalaca.com


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