Zorrito se sigue jaraneando
A los 33 años de edad, Wilmer Aguirre parece haber tomado la mejor decisión de su carrera: irse a jugar a un club en el que nadie espera que él ofrezca más que lo que decide dar.
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Roberto Castro | @rcastrolizarbe Director General |
¿En qué momento de su carrera está Wilmer Alexander Aguirre Vásquez (Pisco, 10 de mayo de 1983)? La pregunta no es tan simple de responder como parecería para el típico caso de un delantero que alguna vez estuvo en la cúspide y ahora, con más de tres décadas encima, milita en un equipo que pelea por salvar la categoría. Sucede que el 'Zorrito', quizá, está en el punto en que puede terminar de olvidarse del astro que pudo haber sido para disfrutar, en los años que le quedan en actividad, del muy buen delantero que ha llegado a ser.
Pasa que el de Aguirre es el típico caso, más bien de un futbolista del que siempre se ha esperado más que lo que dio. Desde que su imagen de goleador de la categoría 1983 avasallaba a todos en Alianza y hacía que, cuando juveniles, tanto Jefferson Farfán como Paolo Guerrero (ambos un año menores) fueran no más que los comparsas que lo flanqueaban con visible respeto en la Escuela del Niño Íntimo que operaba en el estadio Unión de Barranco. Si la 'Foquita' y el 'Depredador' habían pegado el salto a Europa, pues con más razón -y hasta más suceso- debía hacerlo el líder del grupete, era la lógica subyacente en Matute.
Pero eso no solo no ocurrió, sino que el 'Zorrito', el multigoleador de menores, pegó el retorno cada vez que se fue. Atlas, Metz y San Luis Potosí fueron las escalas sucedidas por sendos regresos a un Matute que a los ojos de la sociedad significaba para Aguirre una especie de asilo futbolístico. Pero mal no le pagó a su casa: desde su debut en 2001 hasta su última etapa en 2014, con Alianza totalizó nada menos que 81 goles: 77 en Primera División -que no son poca cosa- y 4 en Copa Libertadores. De estos últimos, 3 son galones de una noche histórica: los de su hat trick al Estudiantes campeón de América en 2010 y el relato de un Mariano Closs embelesado con su rendimiento.
Esa noche gloriosa, sin embargo, fue nuevamente para Aguirre una valla que hizo que ya no solo Alianza, sino el continente esperaran más de él que lo que había dado. En redes sociales pasaron a llamarlo insoportablemente 'Rasho' y hasta la cuenta de Twitter de Jugadores Sin Club se refirió a él, el día cuando se quedó sin equipo, como 'Messi Negro'. El elogio a partir de lo que pudo ser y no fue, para el 'Zorrito', seguía siendo la prisión de su propio destino. Como cada vez que falló goles con Alianza -con seguridad, no tantos como los 81 que marcó con esa camiseta- y sus bloopers fueron más viralizados que sus celebraciones.
Por eso, quién sabe si la decisión más trascendente de la carrera de Aguirre se haya dado este año. Después de su discreto paso por el Cimarrones de Sonora mexicano, la embajada de Matute le negó el asilo a inicios de temporada y él se mantuvo tocando sus puertas algunos meses, hasta que se cansó. Y decidió volver a la actividad en condiciones extremas: fichando por el benjamín La Bocana para tratar de eludir el descenso. La primera camiseta que viste en el Perú, en dieciséis temporadas de carrera, que no es la blanquiazul. Una con la cual por fin no se espera de él más que lo que da. Como sus dos golazos a Aurich, que bastan y sobran porque son necesarios y suficientes para pelear por el objetivo principal: salvar la categoría.
Es, pues, difícil saber en qué momento de su carrera está el 'Zorrito'. Es fácil darse cuenta de que nunca, como ahora, ha sido tan dueño de su propio destino futbolístico, y a lo mejor por eso le está yendo bien.
Foto: La Industria de Chiclayo
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