Cristal - Aurich: La magia está en los detalles
Un partido peleado e intenso se resolvió en menos de 5', cuando Ávila y Lobatón lograron poner la pelota al fondo de la red. El 2-0 de Cristal sobre Aurich se confirmó tras la expulsión de Ovelar. Pese a la victoria, los celestes se quedaron fuera de la final.
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Hasta el minuto 59 era un partido peleado, luchado, dinámico y con ocasiones en ambos arcos. Si bien a ambos equipos les había costado volver a coger el ritmo de la primera etapa, los primeros minutos de la parte final tampoco eran decepcionantes. Sufría Juan Aurich tras la salida de Germán Pacheco para encontrar desequilibrio, Roberto Merino intentaba llegar a la defensa celeste pero Jorge Cazulo reafirmaba que su mejor momento todavía no lo ha dejado. Arriba, Roberto Ovelar y Hernán Rengifo extrañaban la zurda de su acompañante en ataque pero aun así se las arreglaban para darle trabajo a De La Haza, Revoredo y Álvarez. Penny no era la figura, pero vaya que había respondido cuando se le necesitó. Si al zurdo Merino le costó entrar en juego reemplazando al zurdo Pacheco, el zurdo Jair Céspedes supo acompañar y comandar las transiciones ofensivas.
Hasta el minuto 59 a Sporting Cristal le habían anulado las únicas ocasiones que sus atacantes habían logrado tener buena puntería. Los celestes no tenían esa rapidez en ataque que a Aurich le sobraba, pero sí contaban con las armas necesarias para generar zozobra en la defensa chiclayana. Juniors Ross era el acompañante de Írven Ávila y los dos fueron los protagonistas de las jugadas polémicas. Ambas posiciones fueron correctas pero los dos árbitros asistentes creyeron ver a Ávila primero y a Ross después en una posición ilícita de cara al gol. Los hinchas en el estadio –y sobre todo los que tenían una televisión al frente- reclamaron con rabia. Su equipo no era superior al rival y esos goles bien les podían valer la victoria. Una victoria que les permitía mantener el último halo de esperanza de llegar a la final.
Hasta el minuto 59 el partido estaba para cualquiera. Ya se ha dicho, los dos tenían sus armas, sus argumentos para hacerle daño al rival. Y como ya se pudo ver en las anteriores presentaciones de ambos equipos, la cara ofensiva de los dos definitivamente le agradaba más a sus hinchas que la defensiva. ‘Neka’ Vílchez doblaba funciones para apoyar en ataque y defensa y el partido de Harold Cummings era correcto en la zaga. Lo mismo para De La Haza, Álvarez y Revoredo. No era una actuación desastrosa de las defensas celeste y roja, pero se podía palpar su fragilidad tanto por las virtudes de los atacantes como de la propia inoperancia para funcionar como un bloque defensivo.
Hasta el minuto 59 no había muchos aplausos en las tribunas del Rímac. Los hinchas sentían que el partido se les podía escapar en cualquier momento. Calcaterra no funcionaba del todo como enlace. Las ocasiones tampoco caían como regaladas. Fue un córner el que abrió la lata de felicidad en el Alberto Gallardo. Gran jugada entre Yotún y Lobatón que encontró a Ross y este, sin pensarlo dos veces, soltó un tacón para Ávila que, como siempre, estaba donde debía. ¿Golazo? Sí, pero el siguiente se llevó más aplausos. Salida sin concepto de Balbuena que se la entregó a Vílchez cuando estaba de espaldas. Recuperación celeste y Lobatón quedó en el borde del área. Calidad debe ser sinónimo del capitán rimense que la colocó a un ángulo, imposible para Juan Goyoneche.
Hasta el minuto 59 nadie podía pensar que el triunfo local sería sencillo. Tras los dos goles bajopontinos, Roberto Ovelar reaccionó tontamente ante una provocación de Yotún y se tuvo que ir. De los tres siempre elegidos por Mosquera en ataque solo quedó Rengifo, el menos autosuficiente. La victoria ya estaba en el bolsillo de Daniel Ahmed. Tres puntos que parecían complicadísimo pero que se resolvieron con dos goles muy rápidos que ayudaron a matar una posible reacción de Aurich que incluso parecía más peligroso hasta el minuto 59.
Fotos: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com
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