Composición fotográfica: Carlos Vela / DeChalaca.com)

Cualquier cosa puede pasar. En este Clausura, el cliché que usualmente denota suspenso solo refleja caos. Cualquiera puede campeonar, cualquiera puede descender. Cualquiera le gana a cualquiera. Los estadios parecen casinos donde las apuestas corren entre uñas mordidas. Bienvenido a la fiesta: esta semana, su equipo puede ser el ganador.

 

Si el Clausura del año pasado ya invitaba a la preocupación, al consagrar a un campeón (Cienciano) con apenas 62,1% de efectividad, el segundo torneo corto de esta temporada podría dejar cifras para la consternación. Si no pasara nada extraño -que un equipo, por ejemplo, ganara los cinco partidos que le faltan- el Clausura 2007 tendría un campeón que no alcanzaría a sumar 39 puntos. Que no superaría el 50% de efectividad. En otras palabras, si no sucediera algo extraordinario, este segundo semestre dejaría a 12 equipos desaprobados.

 

Un campeón jalado. Por más contradictorio que suene, así podría presentarse un equipo peruano a la Copa Libertadores del próximo año. Ni siquiera requeriría del aval de un examen de cargo -los mal llamados playoffs- para acceder a dichas instancias. La situación del torneo local se ha tornado tan alarmante que la diferencia entre el puntero y el colero del Clausura es de apenas 12 puntos, a falta de 15 por disputarse. Es decir, matemáticamente, los polos aún podrían trastocarse de forma radical. Una calculadora se estropearía si ejecutara todas las operaciones aritméticas que este Clausura ofrece. Los últimos podrían ser los primeros.

 

Total Clean, colero del acumulado y declarado en quiebra, venció al puntero Bolognesi entre otros Lo grave es que tal vaticinio, naturalmente algo exagerado, no responde solo a criterios matemáticos, sino también futbolísticos. Entre los primeros y los últimos del certamen no existen abismales diferencias. Cualquiera le gana a cualquiera. Obsérvense algunos ejemplos:

 

  • Los que hasta la fecha son los tres equipos mejor posicionados del certamen (Bolognesi, Cienciano y Alianza) perdieron en sus respectivas visitas al Total Clean, conjunto que ha sido declarado en bancarrota financiera y futbolística, y que ocupa el penúltimo lugar del Clausura y la cola del acumulado.

  • La mayor goleada del segundo semestre fue el 0-5 que la San Martín le facturó a Alianza Lima en Matute. Tres meses después de aquella masacre, los íntimos son terceros del Clausura y los santos están ubicados en la novena casilla.

  • Universitario de Deportes solo ha logrado dos triunfos en condición de local. Pierde y empata partidos inverosímiles, pero mantiene un expectante cuarto puesto que aún le permite aspirar al campeonato.

 

En un abrir y cerrar de ojos, Boys ha pasado de protagonizar jornadas épicas en el Clausura, como cuando venció a Cristal 3-0 con un golazo de Montaño, a ocupar la cola del certamen (Foto: diario Correo)Los ejemplos son infinitos. Por ello, equipos como Bolognesi y Cristal pelean simultáneamente la baja y el título. Por ello Sport Boys, tercero en el Apertura, vuelve a verse comprometido con el descenso, de un momento a otro y sin previo aviso. Por ello Cienciano, que ha cambiado a tres entrenadores a lo largo de la temporada, podría convertirse en el mejor equipo del año. Por ello, en este Clausura los sueños y las pesadillas no cuestan nada.

 

Si hasta hace unos años se reprochaba que solo tres equipos pelearan los campeonatos, hoy debe reprocharse que todos peleen todo. No es que se hayan crecido los equipos ‘chicos’: son los ‘grandes’ los que se han empequeñecido a estándares liliputienses. Aunado a esta problemática institucional, el actual sistema de campeonato ha afianzado su colapso: los torneos cortos se han convertido en loterías que favorecen la improvisación. Los equipos se acostumbran a no planificar una temporada desde el principio, pues, a la larga, una buena racha al final del campeonato puede terminar subsanando su desidia.

 

Lo insostenible que resulta un campeonato tan extenso, tan partido y con tan pocos equipos, encuentra correspondencia en lo insostenible que terminan siendo las buenas campañas. No es un problema exclusivo de esta temporada, pues situaciones similares se han producido en los torneos precedentes. Grandes arranques que terminan en fatales descalabros, o pésimos inicios que obligan a asumir protagonismos tardíos y coyunturales.

 

Diciembre de 2001: El mismo Aurich que meses antes era protagonista salva a duras penas la categoría en cotejo extra ante Wanka en el estadio Nacional (Recorte: El Bocón, 23/12/01 p. 11)Abril de 2001: el Aurich de Medardo Arce derrota a la 'U' en el Monumental y alcanza la cima del Apertura (Recorte: El Comercio, suplemento Deporte Total, 11/04/01 p. 1)Recuérdese, por ejemplo, al pundonoroso Juan Aurich de 2001. Dirigido por Medardo Arce, fue líder y equipo revelación del Apertura por varias jornadas; a final de año, sin embargo, se desbarrancó y apenas pudo salvar la categoría en un partido extra ante Deportivo Wanka. Un caso similar fue el del Unión Huaral del año pasado, que se mantuvo en tercer lugar -detrás de Alianza y Cristal- durante buena parte del Apertura para terminar bajando a Segunda de la peor forma: colero en la tabla general, con siete puntos debajo del penúltimo. Y del mismo modo se han suscitado contextos inversos: el caso más saltante es el de Bolognesi de Tacna, que suele tener arranques de temporada muy flojos -incluso con anticipadas condenas al descenso, como en este 2007- y que termina convirtiéndose en la vedette provinciana de los segundos semestres.

 

Abril de 2005: Tras nueve fechas de campeonato, Bolognesi no consigue triunfos (llegaría a los 11 partidos sin ganar) y se sume en la cola del Apertura (Recorte: El Comercio, suplemento Deporte Total, 25/04/05 p. 7)Diciembre de 2005: Bolognesi consigue, en la misma temporada en que arrancó desastrosamente, la clasificación a la Copa Sudamericana en Sullana (Recorte: El Bocón, 08/12/05 p. 5)Los hinchas son los que más sufren, pues tienen que convivir con la permanente oscilación de sus equipos. La desazón y la esperanza se alternan semana a semana y ya se ha hecho usual que los periodistas inicien sus comentarios de la jornada resaltando al equipo que más beneficiado se ha visto con los resultados de ella. En suma, pareciera que cada siete días se luchara por quién será el campeón de la fecha.

 

La apretada tabla de posiciones resulta desconcertante, pues no permite que ni jugadores ni entrenadores ni dirigentes, absolutamente nadie, puedan saber qué terreno están pisando. Los 12 participantes parecen sumidos en una crisis de nervios, observando impacientes de qué lado caerá la moneda. Las breves rachas, positivas o negativas, terminan definiendo las candidaturas al título, la exaltación mediática y los cuellos de los entrenadores. Y la precariedad futbolística acaba encubriéndose en la tosca celebración de los números. “¡Qué campeonato tan emocionante!”, repiten los más entusiastas.

 

A ver si les resulta tan emocionante la próxima Libertadores, con la participación del emocionante campeón de este emocionante Clausura.

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