Bolivia - Perú: Estadio anímico
Pacientes, criteriosos, inteligentes. Las palabras de Juan Carlos Oblitas en el mediotiempo del Perú - Uruguay en Lima por las Eliminatorias a Francia 1998 le tocan la puerta con desesperación a esta Sub-20. Cuando la jugada se elabora con el tiempo necesario que se requiere y se espera superioridad para construir líneas de pase, esta selección se asocia con certeza por dentro y profundiza con habilidad desde los lados. Carranza y Canales, aunque sin la efectividad necesaria, hicieron los movimientos adecuados para despejar el ataque con balón y sin este. Despertó Aquino luego de dos fechas para manejar los hilos. Beto Da Silva se disfrazó de enganche -si es que no lo es- y apoyó en el juego en corto y las filtraciones. Un Perú paciente y criterioso para elaborar, e inteligente para detectar dónde estaba su fortaleza y oportunidad en el ataque.
Sin protección
El déficit de Perú ha sido defensivo. La transición ataque-defensa y la coordinación defensa-medios han sido flojas. Ambos medios, Pedro Aquino y Renzo Garcés no sostienen al equipo, pues no hay cohesión entre las líneas. Los relevos llegan tarde o no llegan. Los apoyos en posesión se hacen ante la emergencia, no por anticipación. Los apoyos en recuperación son inexistentes por momentos. A Perleche le han hecho el 1-2 o lo han encarado siempre en ventaja numérica. Las zonas interiores y espaldas de medios no son cubiertas porque no hay una marca escalonada o una presión colectiva en esa zona. Entonces la defensa queda expuesta y toca resignarse a que Bernaola y Abram puedan hacer lo suyo en el uno a uno. ¿Cuál es el plan de recuperación?
Conjunto vacío
Sería osado decir que al equipo le falta un liderazgo en el vestuario, pues para ello tendríamos que conocer a fondo la interna del grupo y cómo ha afectado o no la ausencia de Renato Tapia, capitán de esta categoría. Sin embargo, sí podemos decir que en lo futbolístico su liderazgo desde el medio y capacidad para conducir hoy pesan en la selección. Por el estilo del futbolista del Twente, era el indicado para elaborar desde primera línea, controlar los tiempos y ser el director de la posesión peruana. La tranquilidad y el seso que tanto se pide para jugar son características de Tapia. ¿Pero es un futbolista tan importante para sostener una idea de juego? No creemos en eso, pero es un gran detalle que pudo pesar ante una Bolivia desordenado y vulnerable en todas sus líneas.
La intersección
Lo emocional y futbolístico no están separados. La confianza, ansiedad, temor, seguridad y otras emociones son propias de un partido de fútbol, mucho más en chicos que recién empiezan su carrera. El primer tiempo fue una demostración de que este equipo ha sido una ruleta de emociones durante el Sudamericano. Ayer empezó a golpear la ansiedad en los primeros minutos. Un equipo impetuoso y apresurado que sin elaborar y con desorden le dio espacios a Bolivia en los primeros minutos. Pero a medida que fue aterrizando la ansiedad y Beto Da Silva participando de la generación, empezó a encontrar oportunidades de gol que desperdició. Aquí creció la inseguridad con la que el mismo Da Silva acabó con el único tanto en el segundo tiempo.
No obstante, quien individualmente administró mejor las emociones fue el arquero peruano, Daniel Prieto, quien tras el blooper ante Argentina solo ha devuelto la seguridad en su arco con sobriedad y sin entregar rebotes que comprometan a la defensa.
Composición fotográfica: José Salcedo / DeChalaca.com
Fotos: AUF