El balón pareció tener vida propia en el Olímpico de Ibarra, y ello complicó tanto a Argentina como Perú en distintas magnitudes. Además, marcó la pauta de un duelo, sobre todo, impreciso y físico.

 

Jair Villanueva | @Jair_Villanueva
Editor

El estadio Olímpico Ciudad de Ibarra fue inaugurado en 1988 como estadio Olímpico Municipal para, siete años más tarde, ser remodelado y renombrado como es conocido en la actualidad. Ello ocurrió debido al Sudamericano Sub-17 y la Copa Mundial Sub-17 que tuvieron a Ecuador como escenario.

En aquella ocasión, el Olímpico Ciudad de Ibarra albergó solo encuentros del Grupo D (Brasil, Alemania, Canadá y Omán). También en 1995, el Ciudad de Ibarra pudo hacer su estreno en la Primera División ecuatoriana: recibió siete partidos del Espoli, sensación de aquel torneo que, pese a ser el mejor equipo en el acumulado, perdió una final contra el segundo, Barcelona. Pero si un equipo hizo del recinto ibarreño su casa fue el equipo de la provincia a la que pertenece: el Imbabura SC.

Al Olímpico Ciudad de Ibarra, la selección peruana regresó a jugar un Sudamericano de categorías inferiores luego de 10 años; de hecho, sus tres únicos registros en Ibarra son en el Sub-17 del 2007, cuando el equipo dirigido por Juan José Oré consiguió una victoria (2-1) ante Venezuela, y dos derrotas ante Brasil (0-4) y Colombia (0-3) en el hexagonal final. El segundo de estos duelos, ante Brasil el 4 de marzo, marcó la revancha de la verdeamarelha luego de caer 1-2 ante la blanquirroja en el Olímpico de Riobamba por el Grupo A el 18 de marzo. Si ambos resultados cambiaron abruptamente es por una razón, entre otras: el campo de juego.

En el Sudamericano Sub-17, Perú supo aprovechar el estado de los campos de juego. (Foto: AFP) 

El Olímpico de Riobamba que recibió el primer Brasil - Perú tuvo un estado del campo tan pésimo como el del Ciudad de Ibarra en que se jugó el Argentina - Perú. Esto complicó el traslado de un equipo liderado por Lulinha, y los hermanos Rafael y Fábio da Silva. Junto al error del portero brasileño para el segundo gol de Cristian La Torre (2-1) y la muy buena actuación de Reimond Manco, Perú conjugó una victoria que cuatro días más tarde no pudo refrendar en Ibarra, pues el campo se encontró en mejores condiciones en ese entonces. Así, pues, Brasil goleó 3-0 sin problemas y demostró la superioridad contra el plantel y colectivo peruano, y capitalizó los errores de la blanquirroja mejor que lo hecho en la primera fase. Una lección que no tomó Argentina en Ibarra.

El primer tiempo del equipo dirigido por Claudio Úbeda fue un concierto de pases errados de manera infantil más que juvenil. No hubo errores forzados en salida ni transición de defensa a ataque. Si bien Santiago Ascacíbar y Pedro Ojeda demostraron no son necesariamente volantes con una salida limpia -ello pudo observarse con claridad a través de las decisiones tomadas-, la cancha les favoreció mucho menos en la ejecución de los pases. Ante ello, un Perú también sin ideas jugó de modo más frontal hacia Adrián Ugarriza, con lo que evitó el mal estado del campo ante un capitán peruano que se fajó ante la endeble defensa argentina. La selección peruana, más allá de este recurso encontrado, no mostró ningún otro salvo el regate frontal de Roberto Siucho que encontró el 0-1 con un remate desviado en un rival.

Debido al deplorable campo de juego, Perú no pudo sostenerse en la posesión en ningún momento para dosificar sus energías. El balón se dividió constantemente y Ugarriza fue el más requerido, mientras que el resto de la defensa peruana, a excepción de Gianfranco Chávez, sufrió sobremanera ante la potencia superior argentina. Ello no quedó tan expuesto como en el segundo tiempo, cuando tres jugadores salieron por calambres y el resto del equipo terminó agotado y arrollado por su par albiceleste, debido a que el campo obligó un mayor esfuerzo físico para llegar a los balones, controlarlos y resolver. Esto, además, conlleva también un esfuerzo mental en la concentración para no perder esféricos fácilmente y defender un resultado impensado seguramente para los jugadores peruanos.

Perú no supo controlar el balón con el campo de juego en mal estado. (Foto: prensa FPF) 

Lo dicho condujo a que los futbolistas peruanos jugaran con un nivel de estrés y tensión muscular que los agotó más que sus rivales argentinos, mejor preparados para ello por el nivel de competencia que encaran. Por ello, además, Ugarriza y -en parte- Roberto Siucho destacaron incluso sobre los rivales: son los únicos que tuvieron regularidad, aparte de Ronaldo Andía, en el Descentralizado 2016. Aunque esté lejos de ser uno de los mejores torneos de Sudamérica, el certamen local sí pide otro nivel de atención al ser profesional y jugarse "por la plata", a modo de citar al actual técnico aliancista Pablo Bengoechea en su paso por la selección.

El campo de juego del Ciudad de Ibarra fue un factor que le añadió incertidumbre al trámite del juego, pero el equipo de Fernando Nogara no supo -desde la posesión- ni pudo -desde lo físico- aprovecharlo ni contrarrestarlo. Por ello, como se esperaba en el segundo tiempo, Argentina igualó sobre el final un encuentro que mereció ganar, pese a los dos sustos finales vía Fernando Pacheco y Ugarriza. A la blanquirroja le esperan más partidos en Ibarra y la moneda puede caer por ambos lados: solo le quedará capitalizar cuando lo haga a su favor, así como jugar con las condiciones del campo casi tanto como con el balón.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com

Foto: AFP, prensa FPF


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