Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLa reinserción de Édison Flores a la volante titular peruana ha despertado inquietudes sobre la alteración de la fisonomía táctica que ella había alcanzado en la última Copa América. Lo cierto es que el equipo de Gareca siempre reinventó esa zona de campo en función del ataque de turno. ¿Qué conviene más ahora?

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Tapia, Yotún; Carrillo, Cueva, Flores; Guerrero. No importa cuándo usted lea esto: esos apellidos, recitados en orden estricto, rememorarán con el correr de los años muchos de los gratos momentos que la selección peruana ha hecho vivir a las generaciones contemporáneas. Son, de algún modo, el nuevo "Chale, Mifflin y Cubillas, y el gran 'Perico' León; Baylón y Alberto Gallardo completan la selección" que Oswaldo Campos y Eddy Martínez, a través de nuestros padres, nos legaron.

Pero ante Uruguay en Lima por la fecha 9 de estas Eliminatorias, el estribillo no sonó tan agradable como siempre. De las musitaciones que bajaron de las 8 mil gargantas presentes en el Nacional al campo de juego se desprendieron cuestionamientos, sobre todo, al retorno de Édison Flores para romper con la aparente evolución táctica que la blanquirroja había logrado plasmar en la última Copa América con André Carrillo y Christian Cueva ubicados como cuñas detrás del único delantero, dedicados sobre todo a trazar diagonales desde fuera hacia dentro para integrarse con el ataque.

Lo cierto es que Ricardo Gareca decidió apelar ante Uruguay al 4-2-3-1 de toda la vida, aquel tantas veces celebrado y en especial reclamado cada vez que el DT, de Rusia 2018 en adelante, se animó a buscar una innovación táctica. La memoria corta del hincha y de un buen segmento de comunicadores hace que muchas veces se extienda a la dimensión de verdades referencias de muy inmediato plazo: se pasa con mucha facilidad del "por qué ensayamos y no jugamos a lo que sabemos" al "ya habíamos mejorado, para qué regresar a lo de 2017". Las siguientes líneas intentarán explicar por qué los cambios tácticos de la volante peruana han obedecido a una lógica plena de adaptarse al atacante de turno, con más sensatez que otra cosa.

Los momentos de la vida

Cueva intenta salir de la marca de Nández. Si bien el despliegue del '10' peruano fue aceptable, no tuvo los espacios acostumbrados. (Foto: prensa FPF) 

Para entender cómo Perú construyó el 4-2-3-1 como identidad de su mediocampo, es necesario repasar los siguientes momentum del proceso de Gareca.

- Primero, a partir de la etapa posterior a la Copa América Centenario, se consolidó la idea de emplear a dos volantes lanzadores extremos que flanquearan al mediapunta central (Cueva). Ya que Flores se situó como titular por izquierda, el regreso al equipo de Carrillo lo ubicó como indiscutible por derecha. Con esa propuesta como soporte de Guerrero, Perú alcanzó el cupo al repechaje en las Eliminatorias pasadas: un trío que podía o bien dedicarse a crear y llegar con balón dominado o bien lanzar pelotas muy medidas al 'Depredador', acostumbrado a resolverlas por sí solo frente a defensas rivales por pesados que fueran.

- La suspensión de Guerrero por su dóping positivo causó que Perú tuviera que renovar forzadamente el ataque. Gareca, con tino, apeló a colocar a Jefferson Farfán como '9' neto. Así, en la etapa de los quince partidos invicto previos al Mundial, en especial en la ronda de amistosos, Perú innovó a emplear un 4-trapecio-1-1 en el cual Carrillo y Flores se mantenían como aleros pero Cueva se integraba mejor con el punta, ya que con Farfán tenía capacidad de jugar mejor a ras de piso. Esa variante también facultaba que el DT pudiera echar mano de Raúl Ruidíaz en algún momento de los partidos y retirar a algún volante (Flores o Yoshimar Yotún, por lo general), para retroceder a Farfán de mediapunta y también en hilera a Cueva o a Flores según el reacomodo que se hiciera, sin tocar el esquema.

Existe mucha expectativa por ver al mejor Flores. (Foto: AFP)

- El retorno- de Guerrero para la Copa del Mundo motivó que Perú regresara al 4-2-3-1 ya clásico, aunque Gareca -en algo que fue notorio desde el partido ante Arabia Saudita en St. Gallen- no estaba dispuesto a perder los interesantes movimientos que había logrado generar a ras de piso con Cueva más cerca del arco rival. Entonces, ya en el Mundial ruso y sobre todo en los partidos ante Francia y Australia, ensayó la variante de que Carrillo y Flores intercambiaran libremente el lado por el cual jugaban para así trazar diagonales hacia dentro, a pie cambiado. De ese modo se procuraba que se conectaran mejor con Cueva y existiera la opción no solo del pelotazo a Guerrero sino de pisar el área desde la volante con más frecuencia.

- Ya desde la Copa América 2019, Perú fue buscando alternativas al 4-2-3-1 a sabiendas de que ni Guerrero o Farfán eran eternos. Ese proceso de prueba y error llegó a la cúspide cuando, ya en las actuales Eliminatorias, el partido perdido ante Argentina en Lima dejó claro que con Gianluca Lapadula en el ataque era necesario buscar otro tipo de conexión con el '9', puesto que el ítalo-peruano no contiene defensores como Guerrero, pero sí es capaz de entrar al área perfilado en combinación con alguno de los volantes: casi un híbrido a mitad de camino entre lo que ofrecían el 'Depredador' y Farfán.

- Con Lapadula asentado como nuevo '9' y ausente Flores, en la Copa América 2021 Perú pasó a manejarse entre el 4-3-2-1 y el 4-1-4-1. Ambos esquemas, dependientes de dónde se ubicaran Sergio Peña y Yotún -si flanqueando a Renato Tapia o como lanzadores centrales detrás del punta- no alteraban lo principal: que Carrillo y Cueva corrieran como cuñas desde los lados hacia el centro, trazando diagonales inteligentes para encontrar a Lapadula. Los resultados estuvieron a la vista en el protagonismo alcanzado por el hombre del Benevento en el certamen continental.

El futuro es hoy

La explosión de Carrillo se hace cada vez más necesaria. (Foto: prensa FPF) 

Explicada la evolución, queda claro que Gareca supo reacomodar sus piezas de la medular en función del '9' de turno que tenía. Por eso, sobre todo, no sorprende que ante Uruguay en Lima, con Guerrero de retorno al ataque casi de manera obligatoria -por abolengo y por la ausencia de Lapadula-, optara por volver a su funcionamiento clásico en respaldo a lo que siempre le funcionó mejor al capitán: el 4-2-3-1 con Carrillo, Cueva y Flores como lanzadores.

¿Pero eso quiere decir que lo propuesto por el DT ante Uruguay fue perfecto? Ni por asomo. Gareca quiso tener lo mejor de ambos mundos y por eso ordenó que Carrillo, Cueva y Flores rotaran permanentemente de lugares ante la celeste, en procura de no perder ese tránsito vertical de los dos primeros, sobre todo, hacia el área rival. Por eso pudo verse a ratos a la 'Culebra' por izquierda, a 'Aladino' también por izquierda y, sobre todo, a un algo desorientado Flores por el medio, enredándose por momentos con Yotún.

La decisión no fue la más feliz, sobre todo, por un factor central. Rotar a los lanzadores de puestos durante el partido es un movimiento táctico cuyo costo vale la pena pagar cuando sirve para desacomodar al rival y forzar a sus zagueros a salir. Pero eso no puede ocurrir contra equipos como Uruguay que juegan con dos estacas al fondo como Diego Godín o José María Giménez, defensores clásicos que no van a caer en una treta de ese tipo sencillamente porque no salen jugando con los modismos actuales de muchos defensas centrales del mundo. Es una apuesta que sirve, por ejemplo, contra defensas de un corte más guardiolista, de esas que buscan salir desde atrás con pelota dominada; no contra el Uruguay de Tabárez.

Yotún se hace del balón. En su momento, era una alternativa y no necesariamente titular en la volante. (Foto: prensa FPF)

Entonces, lo que sucedió en el Nacional fue que 'Oreja' quedó muchas veces enredado y desenmascarado como elemento de traslado de balón un poco más lento que sus compañeros de volante, que en el tipo de diagonales que ensayaron en la Copa América eran más vertiginosos. Encima, con tres volantes centrales de tanto oficio como Federico Valverde, Matías Vecino y Rodrigo Bentancur, Perú quedó encapsulado por su propia dinámica; por eso no fue casual que la mejora en el partido se diera cuando en el segundo tiempo Yotún pasó a jugar como un volante más extremo por izquierda y el 4-1-4-1 obligó a Uruguay a defenderse con más cautela.

En suma, como toda apuesta táctica, la de la volante ofensiva peruana será más o menos rentable en función del delantero de turno. Lo interesante es saber que por lo menos, dentro de la baraja reducida de nombres de primer nivel que existen en esa zona del campo, sí hay versatilidades para plantear cosas distintas; también será interesante que el DT de la blanquirroja, que si algo tiene es crédito amplio, calibre bien contra qué tipo de rival le conviene emplear cuál herramienta.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Prensa FPF; AFP


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