2003: Con autuoridad
Hace ya más de ocho años, el sábado 6 de setiembre de 2003, era día de Eliminatorias. Ya desde la tarde, el televisor grande en la sala de la casa de mi abuela calentaba el ambiente de la noche con el entretenidísimo Argentina-Chile. Los sureños lograron empatar un increíble partido que perdían por dos y acá, en Lima, no nos podíamos quedar atrás en el inicio. En mi casa, incluso en la primera fecha, la calculadora ya había sido desfundada y se estimaba cuanto valía en puntos reales aquella proeza chilena.
En ese momento tenía 12 años y me aprestaba para vivir mi segunda Eliminatoria completa, pero la primera de manera tan informada. La parrilla, el gigantesco televisor y mis tíos constituían para mí la única forma de ver partidos importantes en aquella época: en familia y a lo grande, como la ilusión. Veníamos de clavarle tres a México, teníamos al capitán -Claudio Pizarro- encendido e incluso habíamos jugado un horroroso partido con Guatemala para que el ‘Bombardero’ pudiese decir presente en la primera fecha.
Llegó la noche y la expectativa era tal que ya nadie discutía en la sala -cosa extraña en aquellas reuniones-. Antes del pitazo inicial, mi tío -hermano mayor de mi papá- indicaba que lo mejor para los nuestros era anotar después de los 20’, porque si no nos confiábamos. El ‘Colorado’ Gamarra pareció oírlo y con un cabezazo casi a los 25’ nos hacía jalarnos los pelos. Y ahí, cuando todos en la sala volvían a discutir, apareció el cabezazo de Nolberto Solano y la galopada de Andrés Mendoza para hacer renacer la esperanza.
En el segundo tiempo, yo seguía esperando el gol de Pizarro -aquel jugador que me había hecho ver ese terrible partido con Guatemala- y estaba impaciente. Sin embargo, el show de la noche se la robaría un morenito que en aquellos momentos solo lo veía como un delantero más de Alianza. Ingresó Jeffersón y encendió la fiesta. Gran pase del ‘9’ -aquel que no la guardaba- para la arremetida de Jorge Soto. Y, para coronar, ‘Jeffri’ definía como un veterano, mientras en mi casa los gritos eran de alegría y los abrazos, sinceros. La alegría fue gigantesca -como mi memoria de aquel mediano televisor-, aún así, me quedé con las ganas de gritar el gol del capitán. Ni tenía idea que iba a tener que esperar tanto.
Composición Fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
escrito por este , October 07, 2011