La Blanquirroja y su apoyo a los afectados por el huaico: Una excusa para unirse más

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Jair Villanueva | @Jair_Villanueva Editor |
Perú está fuera de la zona de repechaje y el calendario que resta es complejo. De hecho, la selección está más cerca de despedirse de la pelea por clasificar al Mundial, está sobre la cornisa y casi no tiene margen de error. Esta fecha doble, por ende, es un punto de quiebre; sin embargo, ello pasa a un segundo plano.
Así lo va a demostrar la hinchada de la selección peruana. La Blanquirroja ha cancelado su tradicional 'Banderazo Blanquirrojo' por una convocatoria el domingo 26 de marzo que busca reunir apoyo para los damnificados por las lluvias y los huaicos que azotan al país.
En ese contexto se presenta el partido ante Venezuela en Maturín, duelo en que también estará presente el aliento a la selección. En condición de visitante, la hinchada peruana ya sabe lo que es festejar en Eliminatorias, pues lo hizo en Caracas en 1986 y 1985 y Barinas en 1997. Y en tales casos, como lo ilustran las imágenes que acompañan este artículo, lo hizo en olor a multitud a pesar de la distancia.
No obstante, hoy la motivación para los peruanos que lleguen al Monumental de Maturín no solo es sacar un buen resultado como en aquellas dos ocasiones. También, y aunque un juego el fútbol nunca solucionará problemas como los ocurridos, se está en opción de reconfortar un poco los ánimos en un momento en que hay pocos incentivos para sonreír.
La Blanquirroja, en esa línea, está en Maturín para llevar el mensaje de siempre: el de apoyo incondicional a la selección, pero esta vez reforzado con la unión y la solidaridad vistas en el país de modo de que contagien al equipo de Ricardo Gareca. Para repetir gestas pasadas es necesario que Perú sea un colectivo sólido: una sola fuerza.
Junto a un reducido grupo de hinchas y en una ciudad inhóspita para el fútbol, la selección sale a romper una racha de derrotas en Venezuela que se mantiene tras la victoria en las Eliminatorias Francia 1998. La 'Vinotinto', desde entonces, creció y dejó de ser la cenicienta de Sudamérica, mientras que la peruana entre procesos caóticos y malas decisiones, se estancó.
No existe la disparidad de aquel 1997 para pensar en un 0-2 similar, pero sí hay una continuidad y regularidad con que no se llegó a Venezuela en los últimos procesos. Pero, sobre todo, existe una motivación distinta que invita a creer que los peruanos, como hace casi diez años, cuentan con la capacidad de regalar algunas sonrisas de alivio.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Foto: La Blanquirroja

