Demencia emocional
De cómo Vargas sacó a relucir la palomillada y sacó del ostracismo al Monumental.
Fotos: ANDINA, Abelardo Delgado / DeChalaca.com
Porque el protagonista se lo merece, este es el tipo de líneas en el que el adjetivo nunca sobra y el corazón guía los dedos antes que la razón.
La corrida de Juan Manuel Vargas Risco (Lima, 5 de octubre de 1983) por el carril izquierdo es un mensaje a la conciencia. No solo de los varios que habían comenzado a caminar las escalinatas de salida del Monumental. Es más un jalón de orejas al murmullo resignado de la tribuna en el tiempo de descuento. El refregarle en la cara a un fútbol que siempre pierde partidos en los últimos minutos que, justamente, los partidos no acaban sino hasta el minuto final.
Porque Vargas hoy logró que el fútbol peruano celebrara de la forma en que siempre sufre: sobre la hora.
De más está repetir la sensación de desenfado y relajo que traslucía su trote, más potente que veloz. Más -antes que cualquier otra cosa- seguro de sí mismo. Con personalidad, con temple. Con raza del que sabe que puede mientras nada en un océano de impotentes. Cuando muchos habrían flaqueado ante la persecución de Battaglia, mirando los relojes con la desidia de los que comienzan a esforzarse pensando que lo hacen en vano. En los puntos críticos donde los cracks de verdad marcan la diferencia y hacen jugadas que se graban en la historia.
Porque el 'Loco' Vargas es un crack de verdad, crackzote.
Es increíble cómo en una fracción de segundos una sola acción puede cambiar tanto las emociones de un país. Cómo el barrio, la palomillada, la frescura hecha conchudez en el argot criollo salen a relucir en un hombre que aprendió todo eso jugando en las pistas de Magdalena. Y cómo muchos de esos supuestos antivalores en una sociedad a la que le encanta ahogarse y retorcerse en sus propios defectos pueden, bien conjugados, darle una noche de alegría. Cómo convierten el derrotista "sí se puede", ese himno al complejo de inferioridad que la tribuna canta cuando no tiene mejor cosa que inventarse, en un grito de gol redondo como el balón mismo.
Porque Vargas, a diferencia de muchos peruanos, sí que puede.
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Para que Perú vaya al Mundial debe de hacer 20 puntos, osea ganar los 4 que nos queda de local, ganar a Bolivia, Venezuela y sacarle 2 empates a los que quedan afuera. Tarea ardua pero no imposible. Independientemente de esto último, lo que el Loco hizo el Miércoles fue educativo. Gracias a él muchos niños la pelearán igual que él hasta el final ya sea en la final de Adecore o en cada partido de cada barrio de cada distrito de cada ciudad del Perú. Y eso no es poco.
