Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comAd portas del Mannucci - Municipal, toca recordar un momento pintoresco entre ambos: la vez en que una bandera se deslizó en el arco que defendía Óscar Ibáñez en la 'Cancha de los Muertos', por el Descentralizado 1994, y provocó la polémica en un gol edil.

Nota de Redacción: artículo actualizado a partir del publicado por nuestro director adjunto Raúl Behr en su blog Cómicas de Balón en junio de 2007

Jugaban Municipal y Mannucci en el estadio de Chorrillos, mejor conocido como la 'Cancha de los Muertos', gracias al buen gusto de la comuna chorrillana de edificar un coloso deportivo sobre un camposanto.

Era la temporada 1994 y 'Muni' había armado un equipo nada despreciable: le había arrebatado a la 'U' a Ronald Baroni, al cual se le sumaron luego Alfonso 'Puchungo' Yáñez, Alfredo 'Cabezón' Carmona y César Charún, entre otros. La campaña, de la mano de Roberto Chale, venía siendo redonda: de 8 partidos, los ediles habían ganado 7 y perdido 1; compartían el liderato con Cristal, a la postre campeón de aquel torneo y de los dos siguientes. Mannucci, dirigido por Julio César Uribe, empezaba a saborear el curso de derrotas que le terminarían facturando la baja.

Jesús Purizaga responde en el arco edil. De fondo, una enorme bandera de Municipal. La polémica llegaría después (Recorte: Revista Estadio)

El partido estaba empatado a cero y transcurría dentro de los cauces normales. Mientras en la cancha los jugadores atormentaban a los cadáveres del subsuelo con barridas y puntapiés, en tribuna el 'Cholo' Sotil, que trabajaba por entonces en las divisiones menores del Mannucci, no se cansaba de alentar al equipo de la franja, en una cabal demostración de que el profesionalismo jamás puede desbordar los linderos de la sensibilidad humana.

También era normal que seis hinchas ediles estuvieran apostados sobre el altísimo muro del lado Sur, el cual delataba la ausencia de tribuna en aquel sector. Lo anormal era la inmensa bandera que se habían dado el trabajo de transportar hasta las alturas de su palco artificial, tan preferencial como riesgoso.

Debajo de aquel muro se encontraba sobre los 73 minutos Oscar Ibáñez defendiendo el arco trujillano. Ricardo 'La Chancha' Besada, robusto delantero de Municipal cuyo apelativo está de más comentar, se proyectaba por izquierda decidido a sacar un centro al área. Por algún extraño patrón osmótico, el andar desacertado de Besada se proyectó en la psiquis de uno de los hinchas, que, efectuando alguna maniobra imprudente, dejó caer la bandera desde las alturas, empezando esta a flamear libérrima dentro del pórtico.

Se suscitó entonces una coincidencia más: Besada contravino el transcurso habitual de su carrera deportiva y dio un buen servicio al área, llegando preciso Alfredo Carmona para reventar el arco. El balón traspasó apenas la línea, rebotó en la bandera y regresó al campo de juego. Once manos trujillanas se levantaron para reclamar una situación no contemplada por reglamento de fútbol alguno. Posiblemente el árbitro Alberto Tejada preguntó para sus adentros por qué siempre le tocaba a él tomar las decisiones más jodidas y, acto seguido, convalidó el gol.

Gol de Municipal. La bandera jugó su papel (Recorte: Revista Estadio)

Al tiempo que la bandera ascendía y regresaba discretamente a su lugar habitual, los jugadores de Municipal defendían con uñas y dientes el triunfo, la punta y el azar.

Culminado el partido con el 1-0, los dirigentes trujillanos levantaron la voz exigiendo la inmediata anulación del partido por la intervención no solicitada de la bandera.

Uribe, más conocedor de las ironías del destino, se limitó a reconocer la derrota de su equipo, aplaudiendo el trabajo de Tejada y de los 22 jugadores en la cancha, no pudiendo contenerse, sin embargo, a dejar una frase para la posteridad: “Este ha sido el partido más higiénico del campeonato”.

No obstante, la justicia puede tardar, pero cuando llega es inclemente. La semana siguiente Municipal perdió la punta tras caer 3-1 en Sullana y, no volvió a ubicarse como líder de algún campeonato de Primera División hasta el Clausura 2007.

Si alguna maldición suscitó o no aquella bandera, es tarea que corresponde a investigadores más acuciosos. No es política de este artículo cuestionar los mandatos divinos.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Recortes: Revista Estadio

 


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