Municipal - IDUNSA: ¡Viven!
NADA TIENE, EXCEPTO GENTE. Y una gente que lo vale todo. El pueblo edil llegó desde temprano a San Marcos: familias enteras; padres que les hablaban a los hijos de' Tito', 'Caricho', 'Vides', Sotil, Leguía y Malásquez; viejos con modernas radios a las orejas para ver qué pasaba en otras canchas y jóvenes portando sombrillas rojiblancas en honor a la 'Academia'. Si 'Muni' existe, es por su hinchada, que nunca dejó de cantar ni hasta cuando el descenso era inminente, antes de que un gol en otra cancha -el de Ricardo Uribe a Torino- les extendiera a los de la comuna el respirador artificial.
PERDIDOS. No tiene nada porque Municipal jugó aun peor que otras veces: horrendo. Morán perdió todas las que tuvo que picar por el carril derecho. 'Peleca' Otero, quien usualmente es de los más lúcidos, estuvo apagado y confundido con la marca de Oviedo. Hudtwalcker, ese centrodelantero que tiene en corazón las toneladas que le faltan en técnica, no le pudo pegar al balón de lleno en dos clarísimas que tuvo ante Sotillo. Y hasta Salazar, quien se haría figura con el correr de los minutos, sacaba un córner patéandolo de frente afuera. Las lágrimas estaban en el campo y afuera.
HABLÁNDOLE A LA PARED. La verdad, Municipal tuvo fortuna de que IDUNSA también fuera una lágrima. Los arequipeños apenas pisaron dos veces en todo el primer tiempo el área de Lossio -reemplazó al lesionado Rojas-, y por lo demás solo intentaron con tibios remates de muy larga distancia por parte de Héctor Arenas. Alayo jamás se proyectó y, en realidad, el esquema de Requena pasó por abroquelarse atrás y apostar al empate. Como cada vez que falta, Marco Roldán se hizo extrañar horrores.
PEQUEÑA VIVEZA. Para el complemento, Bernales tiró a Belline por el irreconcible Mohring, aunque mucho no cambió. El partido estaba cerrado cuando una desinteligencia de la zaga agustina fue bien capitalizada por el pequeño Salazar. Como quien no quería la cosa, se hizo un autopase entre dos hombres granates y quedó solo para enfilar ante Sotillo. Oviedo lo atropelló y el juez cobró penal. El mismo Salazar, con remate raso, hizo estallar el coloso de San Marcos.
A PURO EMPEÑO. De allí en más, todo fue corazón, algo de desesperación y señas y preguntas para saber cómo iban los demás partidos. En eso, llegó un centro directo a la cabeza de Hudtwalcker, quien se elevó y la mandó colocada y fuerte, inalcanzable para Sotillo. Pero a Municipal eso no le alcanzaba: necesitaba que Boys le ganara a Minero o que Coopsol le empatara a Torino.
MÁS ANGUSTIAS. IDUNSA lo intentaba poco, pero en una consiguió desbordar Martínez y lanzar el centro raso. Villavicencio tocó a Josuaph Begazo y Villanueva cobró penal. Alayo la mandó adentro y, por únicos segundos en toda la tarde, el estadio fue silencio. Pero luego volvieron todos, los niños y los viejos, los padres y los hijos, los que llegaron en carro y los que vinieron caminando; volvieron a gritar pidiendo por favor un gol de Coopsol.
FINAL FELIZ (POR AHORA). A los 81', Rueda se desesperó ante un desborde de Belline y lo barrió. Villanueva sentenció el tercer penal de la tarde, y Salazar, el que había tenido más persistencia para generar ataques, estuvo presto para rematar y mandarla adentro. Explotó la tribuna, y su grito se prolongó unos instantes después: en Chancay empataba Coopsol, y la 'Academia' revivía. Los abrazos y los cánticos de "nos vamos a Sullana" comenzaron a resonar en una hinchada extasiada. Que la tiene difícil, porque no depende de sí misma; pero que mientras viva, le dará vida al Deportivo Municipal.
Fotos: Wagner Quiroz / DeChalaca.com