Foto: Aldo Ramírez / DeChalaca.comCon doblete de Luis Alberto Perea, San Martín superó a UTC por 2-0 sin problemas en el Callao. A pesar de ello, perdió varios goles que pudieron dejar un resultado más abultado ante un rival que sufrió tres expulsiones en defensa.

 

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Ver a la San Martín jugar nos hace pensar en un motor oxidado: por momentos de buen funcionamiento, por momentos bajetón, pero siempre con la posibilidad de rendir como una máquina a tres mil revoluciones cuando se le hace un adecuado mantenimiento. Eso es lo que hoy se pudo ver en parte. Momentos de lucidez y buen fútbol, otros de error y falta de potencia. El plantel que tiene el equipo albo da para tanto que a veces se contentan con hacer lo mínimo indispensable y se dedican a experimentar más allá de lo apropiado. Ejemplo perfecto son las arremetidas de Montaño, que por momentos puede soltar pases simples pero tan precisos que hasta un cojo la termina, y otros que se complica queriendo hacer pases de ensueño que están de más en el momento.

No es usual que un partido del fútbo local tenga más de 20’ continuos de fútbol trepidante y astuto, pero al observar el potencial de la San Martín cuando sus jugadores deciden aliarse y jugar a lo que saben, no queda duda alguna de que podrían verse partidos completos de buen fútbol si se afinaran los motores. Perea es un ‘9’ de área, definidor con clase, asistidor cuando tiene que serlo, pero un expatriado del área en el corazón. Cuando el colombiano se aleja del área pierde él, pierde el equipo, pierde Uribe; pierden todos. Silva se queda deambulando solo en la punta esperando pases elevados de Montaño, Hinostroza o Ballón que nunca llegan. Por qué, vale preguntarse, tienen la necesidad de hacer las cosas complicadas. La sociedad que forman estos tres cuando se disponen a jugar por el piso no la controla nadie. UTC, que venía al Callao a jugar un partido clave por los primeros lugares de su grupo y que no había sido ajeno a las buenas actuaciones, lo confirmó. Cuando le provoca, la San Martín puede hacer mucho.
El colombiano Luis Alberto Perea resolvió con sus goles un luchado encuentro ante UTC, trepando con ellos a lo más alto en la tabla de goleadores (Foto: Aldo Ramírez / DeChalaca.com)
La punta en juego, en realidad, los mató. UTC nunca pudo armar un esquema que les permitiera jugar a su manera. Eso sí, lo defendió muy bien al inicio; pero fiel al estilo que impera en el medio, lo destruyó todo con un error que terminó en penal. Luego, otro peor, que por inmadurez les recortó la esperanza de protagonismo en un desbalance de menos uno. Nada peor para un equipo que de por sí ya sufría en juego la ausencia de piezas clave que por algún lado de la cancha andaban. Y lo que terminó de matarlo y le puso la lápida fue la incapacidad de buscar alternativas. Sotil y Alemán, y mucho más tarde Manco, pusieron la cara de qué hago acá si ya es muy tarde. Tenían razón. A los médicos no se los llama cuando el paciente ya no tiene pulso. UTC pagó caro su incapacidad para hacerle frente a un equipo que por momentos parecía correr vendado sin capacidad de encontrar su mejor juego. Rechazó todos los salvavidas que le lanzaron y le dio a la San Martín el tiempo para que el motor calentara. Tantas oportunidades, ni a los mejores amigos.

Y como en nuestro fútbol no se permiten tantas licencias, Perea estableció con la derecha que ya había estado bueno. Fue el momento santo en su semana. Después de suficientes pateadas, el motor estaba listo para funcionar a su máxima potencia. Lo hizo, pero con la deficiencia que tiene un motor de media caña: se te apaga cuando mejor lo está haciendo. Esa es la reflexión de un equipo que tiene que darse cuenta que sus elementos son superiores a los que poseen los demás; que tiene en sus manos las herramientas y las piezas necesarias para parchar su motor y ganar la carrera con varios cuerpos de distancia. Hasta ahora les cuesta mucho. Pero cuidado que si se despierta la bestia no hay nadie que la detenga.

Fotos: Aldo Ramírez / DeChalaca.com

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